Es curioso que este cantante tan querido en Francia haya aprendido la lengua francesa en la escuela, merced al sistema de liceos franceses en el mundo, abiertos a los alumnos locales. Judío sefaradita, su nombre fue en algún momento italianizado (se llamaba Giuseppe Mustacchi) y parece que en su casa se hablaba italiano. Su abuelo había llegado de Istanbul a Corfú, la familia tenía nacionalidad griega aunque Giuseppe o Jusef nació en Alejandría, Egipto. ¡Un auténtico mediterráneo! Fue un Solal (el deslumbrante y dramático personaje sefaradita de Albert Cohen, originario de una isla griega) despreocupado, nonchalant como él mismo se definía. Sus padres tenían una librería, centro de reunión en esa ciudad cosmopolita y refinada que era Alejandría antes de la Segunda Guerra Mundial. A su abuelo le dedicó una de sus canciones más llanas y de tono más sincero:
Por ti y para ti toco, Abuelo, y
[para así
devolverle al presente todo lo que
ha pasado
porque ya es el francés lo único que
[hablo
y estas canciones mías nada te han
[de decir.
Y le anuncia:
Y al cabo acabaré por parecerme
[un día
a esa foto en que posas como
[un antepasado.
lo que Moustaki aceleró con sus luengas barbas.
Es curioso también que este cantante de las adolescentes fue marcado de por vida por mujeres mayores. A los veinte años se casó con una mujer que le llevaba cinco años y tuvo a su hija Pia. A los 24 años fue voluntariamente engullido por Édith Piaf, entonces de 42; por un año fue su amante y la acompañó en sus giras; fue visto en el entorno de la diva como el gigoló de Piaf, con su hermosa cara juvenil, tan despejada. Huyó y deseó nunca ser famoso. Otra de sus mujeres, al menos como imagen para el público, fue otra cantante de voz excepcional, Barbara, cinco años mayor que él.
Su carrera parece haberle ocurrido a pesar suyo: a los 18 años lo apadrinó Georges Brassens (1921-1981), el gran cantautor francés, anarquista de pueblo, trovador medieval. Moustaki en su honor adoptó el nombre de Georges. Él mismo declaró en unos recuerdos escritos al final de su vida (Petit abécédaire d’un amoureux de la chanson française): “Fue demasiado bello. Fue demasiado pronto. Fue demasiado.” Escribió en esos primeros años buenas canciones para varios cantantes de primera línea: Piaf, Yves Montand, Tino Rossi, Serge Reggiani, entre otros. Fueron grandes éxitos, en particular la famosísima “Milord” que cantaba Piaf. Ya entonces había hecho suficiente dinero para dedicarse a lo que siempre había predicado y terminó haciendo siempre: soñar, viajar, amar, componer y tocar libremente, abanderar modestamente causas democráticas de la época.
Cuando se le acabó el dinero comenzó a cantar por su cuenta, canciones que compuso para sí mismo, en la escena musical parisiense y tuvo mucho éxito, en particular con la que fue la presentación pública de su persona, “Le métèque” (algo así como “El extranjero”):
Con mi carota de meteco
judío errante, pastor griego,
y el cabello a los cuatro vientos,
llegaré, mi dulce cautiva,
alma gemela, fuente viva,
a beber de tus veinte años
y te seré como un hermano
o soñador o adolescente,
lo que te parezca mejor,
y así de cada día haremos
toda una eternidad de amor
y de vivirlo moriremos.
El imberbe Jo Moustaki de Piaf era ya el joven-viejo Georges Moustaki. Sus canciones más amadas son unas treinta, todas de esa nueva etapa, cuando Moustaki se reinventó en esa estampa de greñudo canoso, de viejo desmentido por la juventud de su cuerpo esbelto, por la seducción de sus “ojos deslavados”, como él mismo los describió, y de sus finos rasgos, ocultos por barbas y bigote desde temprana edad y hasta el final. Un náufrago mediterráneo. El siguiente Moustaki, en rápido tránsito de joven-viejo a viejo-viejo (aun prematuramente), que vivía en gran medida de su pasado –a pesar de su ampliación territorial hacia Brasil sobre todo y de varios discos más, poco notables–, interesa más a su círculo personal.
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(ciudad de México, 1956) es historiadora.