El Proyecto 10100 de Google (http://www.project10tothe100.com/) es “un llamado” a todos aquellos que quieran “cambiar el mundo” con sus ideas. Su objetivo final es ayudar a “la mayor cantidad de gente posible”, ánimo que se refleja en el canal que fungió como difusor y recolector de propuestas –presentadas en 25 idiomas y provenientes de 172 países–, que fue internet. Hace poco más de un año se cerró el lapso de recepción con más de 150 mil ideas recibidas; entre el 24 de septiembre y el 8 de octubre de este año, los internautas votaron por sus favoritas, que se resumieron en un puñado de 16; y ahora, el comité designado por el portal elige a las 5 con mayor potencial, entre las cuales repartirá 10 millones de dólares que buscan multiplicarse, en términos de beneficio, muchas veces: de allí el título del programa, de sus bienintencionadas pretensiones exponenciadoras.
Así como el proyecto es admirable en su ambición y pensamiento estratégico (pues, por lo menos en teoría, busca conseguir un impacto mayúsculo utilizando tecnología inteligente y barata que pueda escalar a la par del desarrollo de cada idea, optimizando con ello los resultados de la inversión), es la voz de una parte significativa del mundo que bien vale la pena escuchar. Algunas de las ideas sobrevivientes son:
1. Proveer educación de calidad a estudiantes africanos.
2. Ayudar a los emprendedores sociales a generar cambios.
3. Trabajar en políticas fiscales enfocadas en lo social.
4. Promover el monitoreo de la salud y el análisis de la información.
5. Llevar la innovación al transporte público.
El proyecto es, desde muchos ángulos, encomiable –goza, por ejemplo, de un pensamiento de largo plazo sin el cual no puede construirse adecuadamente un país– pero hay que subrayar algunas cosas curiosas: por ejemplo, existen propuestas en favor de la promoción de la ingeniería y la ciencia, pero ninguna en pro de los estudios humanistas; el video promocional está diseñado con ese ánimo cool y superfluo que no aporta sustancia alguna; además, muchas de las ideas son claro reflejo de la incompetencia gubernamental, pues aspiran a satisfacer algunas de las funciones que los gobiernos actuales dicen resolver. De situarnos en una esfera de necesidad más alta, valdría la pena anteponer a estas propuestas la interrogante de si lo que necesitamos no es un cambio de modelo organizacional.
Mi idea favorita es la primera, “Hacer el gobierno más transparente”, precisamente porque se coloca sobre el resto y puede influir en todas las áreas. A diferencia de las demás, que atacan síntomas, en ella se adivina un grado mayor de abstracción, cierta reflexión sobre la estructura, pues busca sanear al encargado de resolver problemas, el gobierno, lo que también plantea las bases para solucionar el resto de los problemas. Así la reacción en cadena: si el gobierno es transparente, los gobernados sabrán exactamente qué ocurre; la opinión publica tendrá, entonces, toda posibilidad de calificar lo que las autoridades hacen; y si, además, los gobernados tienen forma de premiar o castigar según consideren pertinente, los gobernantes tendrán que atarse a la voluntad de los ciudadanos o a las consecuencias de su negativa: una verdadera democracia.
Mi inconformidad restante con el Proyecto 10100 es que no abandona ese tufo tan característico de lo publicitadamente filantrópico: muchas de las ideas presentada en él tienen como virtud primordial la misma que todo lo típicamente izquierdista, el énfasis en lo social, pero también comparten, casi siempre, la carencia que las aleja de la derecha, esa falta del realismo aguafiestas. Además, como otro justificante de mi sospecha, puede leerse en cierto punto del sitio oficial: “…la única cosa que incrementa la felicidad individual a lo largo del tiempo es ayudar a otras personas”.
– Jorge Degetau
http://www.youtube.com/watch?v=JUf1zxjR_Qw
es escritor. Colabora habitualmente en la revista Este País y en el diario El Nuevo Mexicano. Su cuento “Nombres propios” ganó el XV Concurso de Cuento de Humor Negro.