El concierto eterno
La tetralogía operística de Richard Wagner “El anillo del nibelungo”, con una duración de 14 horas, fue considerada durante dilatadas décadas la composición musical más larga de la historia, hasta que en 1997, durante el Simposio Anual de Organistas celebrado en Trossingen, Alemania, un desaforado grupo de músicos, filósofos y teólogos, confrontado con las insondables implicaciones de otra obra de Cage, titulada Organ2/ASLSP, la cual, tal y como consta en las crípticas siglas del título, debe ser tocada As Slowly and Softly as Possible, decidió llevar a cabo una interpretación absolutamente radical de esa pieza, y en vez de los 29 minutos que Gerd Zacher requiriera durante su estreno, en 1989, el grupo de Trossingen creyó entender que “tan lentamente como sea posible” sólo podía significar “hasta que el cuerpo aguante” —pero no se referían al cuerpo del intérprete, sino el cuerpo del instrumento musical señalado en el título, a saber, un órgano. Y he ahí que, siguiendo un cálculo menos basado en la física de materiales que en una cábala inefable, dataron el tiempo de ejecución total de Organ2/ASLSP en 639 años (descabelladamente razonaron que si el primer órgano moderno fue construido 639 años antes del inicio de ese arduo concierto, justo era tomar esa cifra como tiempo de vida del instrumento). Así, el 5 de septiembre de 2001, en la iglesia Buchardi, en la ciudad alemana de Halberstadt, justo donde fuera construido aquel primer órgano legendario, inició la ejecución de la obra. Pero dado que ésta inicia con un tacet, durante el primer año y medio no fue posible escuchar nada. No fue sino hasta el 5 de febrero de 2003 que sonaron las primeras tres notas verdaderas: un si menor enmarcado entre dos soles menores sostenidos, el último de los cuales continuó resonando durante 17 insomnes meses antes de que un mi menor viniera a relevarlo. Este año es, por cierto, uno de los más movidos, ya que se realizarán dos cambios de tono, en julio y en noviembre (piénsese, si no, en el mi menor que empezará a sonar el 5 de octubre de 2013 y concluirá 6 años y 11 meses después). Estoy plenamente convencido de que cuando concluya el concierto (el 5 de agosto de 2640), una futura estirpe melómana emprenderá una nueva interpretación de la pieza, pero tratando esta vez de ser más fiel a la indicación de Cage. “Tan despacio como sea posible” significará, entonces, que cada nota, empezando por el silencio inicial, deberá durar justamente una eternidad entera. Y así, cuando milenios después, algún niño avispado vuelva a preguntar a sus maestros que cuánto dura la eternidad, éstos, en vez de timarlo con añagazas tautológicas al estilo de “La eternidad es el tiempo que tarda medio vaivén de un péndulo infinito”, simplemente le dirán: “La eternidad es el tiempo exacto de ejecución de Organ2/ASLSP de John Cage”.
La sinfonía vertiginosa
En 1994, el profesor Günter Nimtz, de la Universidad de Colonia, llevó a cabo un experimento inusitado. Con ayuda de su asistente, Horst Aichmann, logró enviar la célebre sinfonía No. 40 en sol menor de Mozart en forma de microondas en frecuencia modulada a través de un túnel, en realidad demasiado estrecho para permitir ser traspasado por ellas. El resultado no pudo ser más escalofriante: A más de que las notas lograron ser transmitidas a través de la guía de onda, la velocidad con que lo hicieron superó en un 470 por ciento la velocidad de la luz, canónicamente admitida como el límite absoluto de todo movimiento en nuestro universo —la única diferencia entre la versión enviada y la versión recibida fue el tono: la melodía había dejado de estar en sol menor. Con ello se desató una controversia sobre de la validez de la teoría de Einstein que perdura hasta nuestros días. Acerca del resultado de su experimento, que parece abolir la dimensión del tiempo, Nimtz comentó: “La música genial de Mozart es intemporal, la Teoría de la Relatividad Especial de Einstein no”.
– Salomón Derreza
Escritor mexicano. Es traductor y docente universitario en Alemania. Acaba de publicar “Los fragmentos infinitos”, su primera novela.