La obra de Alan Sillitoe (Nottingham, 1928-Londres, 2010) es extensa. En narrativa llegรณ a publicar casi cincuenta libros entre novelas y cuentos, pero apenas se han traducido una docena de ellos al espaรฑol y solo dos, los que marcaron su nombre en la memoria de los lectores, han sido reeditados. A estos, La soledad del corredor de fondo y Sรกbado por la noche y domingo por la maรฑana, se suma desde hace unos meses su autobiografรญa, La vida sin armadura (publicada, como las otras dos obras, por Impedimenta), que viene a confirmar cรณmo los traumas de la infancia, mรกs que configurar un pozo que se traga a su vรญctima, pueden sentar las bases de una literatura que arranca la piel a la ficciรณn, demostrando que siempre hay una realidad que corre por las alcantarillas de nuestra historia.
Sillitoe realiza un inventario preciso de sus primeros dรญas y no escatima al contar su origen violento. Lo hace desde el inicio, dejando en claro la relaciรณn entre sus padres: “Pegaba con frecuencia a mi madre y un recuerdo temprano es el de verla inclinarse sobre el cubo para que la sangre de su cabeza abierta no corriera por la alfombra.” Y por si quedara alguna duda, en la siguiente pรกgina sentencia: “Mi padre ejercรญa la autoridad suprema del puรฑo y la patada.” Aquel hombre solรญa estar desempleado y la familia malvivรญa gracias (sรญ, en este caso de miseria habรญa que agradecer) a un subsidio que los obligaba a refugiarse en chabolas o a compartir casa con una plaga de chinches. Pero ese subsidio era mรญnimo y Sillitoe fue a parar a un orfanato y luego a una escuela para niรฑos con retraso mental pese a que no sufrรญa ninguna discapacidad. Su madre lo enviรณ allรญ para que pudiera comer bien. El engaรฑo a las autoridades durรณ solo unos meses.
Sillitoe condensa toda la brutalidad de su aprendizaje temprano en apenas cincuenta pรกginas, lo que me lleva a pensar si lo mejor de su obra no son tambiรฉn sus dos primeros libros, en especial La soledad del corredor de fondo, historias de contenido social donde laten los conflictos familiares y la amargura es una constante. ¿Se podรญa esperar algo distinto de un autor que ya en la madurez, distanciado del resentimiento infantil pero apegado a la memoria, mantiene una idea lamentable sobre sus padres?: “Su mutuo antagonismo, su incompetencia conjunta, la mala leche que destilaban y la angustia demasiado tangible que emanaba de ambos me involucraban en su existencia, pero, al final, todo ello me impidiรณ no solo quererlos, sino que casi me llevรณ a considerarlos mis peores enemigos.”
La consecuencia es un encuentro feliz con Los miserables y El conde de Montecristo, una historia de justicia la primera y de venganza la segunda, como bien seรฑala Sillitoe. El encuentro, aclaro, no es una consecuencia de su vida perra. Sรญ lo es que fuera feliz y que permitiera que su “corazรณn sobreviviera”, algo que solo podรญa pasarle a un niรฑo con una madre que se prostituรญa para completar el subsidio que recibรญan. El รบnico respiro para el pequeรฑo Alan tenรญa lugar en la casa de su abuela materna, la persona que lo apoyรณ en sus estudios, porque a partir de los catorce aรฑos sus opciones de futuro dependรญan de aprobar un examen. Si lo conseguรญa podรญa seguir estudiando. En caso contrario debรญa empezar a trabajar.
Sillitoe suspendiรณ el examen dos veces. El nazismo habรญa llegado al poder. Lo siguiente serรญa la Segunda Guerra Mundial, que lo encontrarรญa alistado en el ejรฉrcito. Entonces ya habรญa empezado a anotar las experiencias de sus familiares que consideraba รบtiles como material literario. En esta parte su biografรญa es una hoja de servicios laborales y una exhibiciรณn de su destreza manual como operario en una fรกbrica de bicicletas y luego al servicio de las Fuerzas Aรฉreas. Resalta su habilidad como cartรณgrafo, que habรญa entrenado desde pequeรฑo, cuando soรฑaba con viajar por el mundo. Solo un fanรกtico de su obra serรก capaz de leer estas pรกginas y se verรก recompensado con el relato de sus primeros pasos en la escritura, porque las biografรญas de escritores tienen que ser eso: la prueba de su perseverancia.
Durante esta parte de la lectura uno pierde la cuenta de la cantidad de rechazos que debe afrontar su obra. Sillitoe envรญa sus relatos a todas las revistas que puede. Varios de estos se convertirรกn mรกs tarde en capรญtulos de su primera novela. Mientras, viaja a Mallorca y conoce a Robert Graves. No puede decirse que asuma a Graves como su maestro y tampoco que su relato sobre su etapa de formaciรณn como escritor abunde en reflexiones profundas. “Sin embargo, tambiรฉn habรญa muchos aspectos descuidados y chapuceros en mis novelas, y el รบnico remedio era aplicarse hielo de forma constante.” La fuerza narrativa de Sillitoe nace de su pasado. En su estilo, trabajado a golpes, no hay castillos de pirotecnia verbal. Sรญ, en cambio, somos invitados a visitar una fรกbrica llena de mugre y pobreza. Sirva entonces esta biografรญa como un ejemplo de entrega a la literatura, y no como un manual para escribir, porque manuales abundan y lo otro suele ser escaso. ~