Ante la evidencia de los bloqueos de autopistas y cierres de calles y tomas de edificios y escuelas que indican que se acerca la batalla final (por culpa, claro, si entiendo bien, de la regresión autoritaria del régimen y la cerrazón política de las autoridades), me he puesto a estudiar.
Si entiendo bien lo que dicen los especialistas en asuntos sociales y políticos esto que hacen los maestros de la CNTE, las policías comunitarias, los encapuchados clausuraescuelas, los movimientos estudiantiles, los normalistas y lo que se acumule esta semana; si entiendo bien, digo, todo esto es muy bueno y se llama participación ciudadana.
Esta participación ciudadana, una verdadera fuerza social, habrá de conducir al pueblo hacia la verdadera democracia.
Una verdadera democracia –como dice Pablo González Casanova–, es un sistema alternativo anticapitalista de los pueblos, con los pueblos y para los pueblos, que los pone en el centro de la toma de decisiones, respetando las diferentes posturas e ideologías, en una política cuyas contradicciones mismas enriquecen la libertad, pero sobre principios no negociables.
Si entiendo bien, por pueblo se debe entender pueblo (lo que antes se denominaba “la gente”). Porque no todo el pueblo es pueblo; sólo lo es el pueblo que no es parte de la burguesía como lo explica el Dr. Dussel, quien sostiene que pueblo, lo que es pueblo, sólo es el pueblo, mientras que “la burguesía es el antipueblo”.
Por verdadera democracia debe entenderse una democracia participativa popular, no la democracia formal, electoral y burguesa.
Por conducción debe entenderse que los participantes ciudadanos (o pueblo) deben tomar el control de los órganos decisorios que rigen sus respectivas actividades. Por ejemplo: los estudiantes deben cogobernar las universidades y los maestros deben hacer las leyes educativas y elegir a las autoridades del ramo.
El pueblo actor de la participación ciudadana debe participar directamente en la elaboración de las políticas públicas.
Una vez que tenga su parte de control de las políticas públicas, el pueblo pondrá en acción su participación ciudadana para crear el México de la resistencia.
Si entiendo bien, este México de la resistencia se compone de
a) Obreros críticos que no vendan su mano de obra al capital oligárquico nacional e internacional.
b) Estudiantes y maestros críticos que impidan la entrega del sistema educativo a las grandes corporaciones mercantiles nacionales e internacionales.
c) Ciudadanía crítica que pone un hasta aquí a los intereses del gobierno estadounidense y sus títeres la OCDE, el FMI y el resto del alfabeto.
d) Pueblos y comunidades que defienden sus territorios y sus usos y costumbres del asedio de los criminales y las grandes corporaciones.
e) Intelectuales en general, siempre y cuando sean críticos.
Si entiendo bien, se trata, en suma, de consolidar una fuerza social que transforme a la nación.
Si entiendo bien, sólo la implementación de estas acciones garantizará un desenlace positivo.
Bueno.
Una vez entendido (si entendí bien) lo que viene siendo la participación ciudadana y una vez ponderados y deseados los beneficios que derivan de ella, y una vez exaltado ante un escenario de tanta justicia nacional e internacional, me pregunto…
¿Quién va a estar a cargo de coordinar la participación ciudadana?
Porque ni modo que sea así nomás el pueblo en bola, o qué. Porque el pueblo es muchísimo pueblo y todo ese pueblo participando ciudadanamente así nomás, cuando y como se le pegue la gana, pues perdón, pero puede convertirse en cualquier desmadre.
Así las cosas, ¿habrá alguien que decida cuándo una participación es ciudadana o no? Y quien decida si una participación es o no es ciudadana ¿deberá haber probado que decide participativa y ciudadanamente? ¿O decide así nomás? ¿O habrá un participacionciudadanamómetro? Y –esto es muy importante– ¿quién le meterá los algoritmos?
¿O será un partido el que decidirá? ¿O un partido que ya existe? ¿ O uno que existirá? ¿O serán más bien así como comités? O, quizás, ¿será un como directorio de intelectuales probadamente participativos y críticos? ¿O será un “consejo”? Y en ese caso ¿quién los va a elegir? ¿O no será necesario elegirlos? O, quizás, ¿será una “asamblea” de líderes de participación ciudadana? Pero, si es una asamblea, ¿quién la convoca y organiza y le pone reglas? ¿O no habría reglas? Y ¿habría micrófono? Pero, ¿quién va a traer el micrófono? Y esas asambleas ¿serían legislativas o deliberativas o constituyentes? ¿O qué?
¿O habrá un consejo de jedis que reconocen una participación ciudadana sólo con verla? Y, si ven una ¿le dan un certificado? Pero, de ser así, ¿quiénes serían esos jedis? ¿Unos jedis que la participación ciudadana reconoce sólo con verlos? ¿Así como un desfile de jedis en el zócalo y la participación ciudadana va diciendo “jedi” o, en su defecto, “no jedi”?
O, ya más fácil y para ponerse prácticos ¿será un Líder? ¿un solo gran Líder, así, chingón él?
¿O qué?
Y, ya entrados en gastos, ¿cuáles son los principios no negociables?
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.