La tele suele presentar las latitas de los jugos Jumex diciéndonos que, llenas, sirven para que los ancianos apaguen su sed, y, vacías, para que los niños jueguen futbol con ellas y las niñas las acerquen a la oreja, oigan el poético rumor del mar y, como es lógico y de esperarse, se conviertan un día en escritoras. Pero ninguno de los más ingeniosos “creativos” de la publicidad imaginó un “spot” tan sensacional como el que logró el iluminado boliviano José Mar Flores, pastor de Cristo y predicador y/o cumbiero, quien con unas latitas Jumex atadas y disfrazadas de bomba de tiempo secuestró todo un vuelo Cancún-Esmógico City (con 104 pasajeros) para anunciar que Dios, hablándole de persona a persona, le había revelado que estábamos en la fecha 9-9-9 (día, mes y año del siglo), la cual, leída con la cifra bocabajo: 6-6-6, era “la marca de la Bestia”, es decir del Demonio o el Malo, por lo cual era evidente que el susodicho preparaba una apocalíptica catástrofe para México. Por eso, él, Josmar (como le dicen los íntimos), quería comunicar el apocalíptico presagio al presidente Calderón. Y…
Y no nos extrañe que dentro de unos días la tele nos ofrezca un “spot” en que se vea a Josmar (o a un actor que lo represente) levantar en primer plano una latita de la susodicha marca y decirnos: “ Con una latita de jugos Jumex salvé al mundo, o por lo menos a México”…
(Pero, ay, no faltarán los descreídos y retardatarios que se empeñen en negarle trascendencia a la publicidad comercial.)
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.