Desde que se supo que Cuba sería el país invitado de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara en el 2002, se pudo anticipar que cualquier postura crítica al régimen de Fidel Castro, en ese contexto, no sería vista con buenos ojos por la delegación bien llamada oficial. También, era claro que la presencia única de dicha delegación, sin el contrapeso de la diáspora y la crítica, no redundaría en una Feria representativa de la actualidad cubana. Sin embargo, faltó trabajo para equilibrar las voces que se escucharían en una plataforma tan visible como una feria internacional: pesó el oficialismo, y el disenso y el contrapunto fueron reducidos a una mínima expresión que tendría que manifestarse, dado el notable desequilibrio, en un ambiente adverso.
La presentación del número de noviembre de Letras Libres, dedicado al análisis razonado y crítico de la dictadura castrista, y a la especulación sobre los futuros de la isla en tantos sentidos entrañable, se perfilaba como un suceso polémico que difícilmente pasaría inadvertido. La lógica y la logística (Silvio Rodríguez coincidiría con la mesa de Letras Libres a pocos metros de distancia) indicaban que había que tener, a lo menos, cuidado en el mantenimiento del orden en una coyuntura así.
El resto se sabe: Roger Bartra, Christopher Domínguez Michael, José Manuel Prieto y Rafael Rojas, al término de su exposición, soportaron un estridente embate verbal por parte de funcionarios cubanos y mexicanos y jóvenes entusiastas del régimen castrista en donde la injuria, la descalificación, la acusación en falso y la consigna suplieron a las ideas. Se pudo constatar, de manera muy plástica, cómo se articulan las diferentes posturas cuando se trata de hablar de Cuba. Lo que sucedió en ese auditorio fue un interesante reflejo del armado general de la feria: una minoría, que expresaba una opinión, en situación de total desequilibrio frente a una mayoría, que gritaba el nombre de Castro.
No sólo era imperativo denunciar el linchamiento verbal, sino pedir que no sucediera lo mismo en la presentación de la revista Encuentro de la Cultura Cubana, dirigida por Rafael Rojas y objeto de la acusación histérica de ser financiada por la CIA. Por eso se redactó una carta que firmaron Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Enrique Krauze, Roger Bartra, Carlos Monsiváis, Alejandro Rossi, Juan Villoro, Hermann Tertsch, Teodoro González de León, Julieta Campos, Christopher Domínguez, José de la Colina, Antonio Elorza, Hugo Hiriart, Héctor Manjarrez, Ignacio Martínez de Pisón, Juan Malpartida, Vicente Molina Foix, Mario Muchnik, Carlos Alberto Montaner, Rafael Pérez Gay, Elena Poniatowska, José Manuel Prieto, Rafael Rojas, Federico Reyes Heroles y Félix Romeo. Muchísima gente se adhirió al contenido de la carta, y Enrique Vila-Matas y Jorge Edwards pidieron, después, sumar sus nombres al documento. La presentación del número 25 de Encuentro, dedicado a su fallecido fundador, Jesús Díaz, transcurrió en calma.
La presentación de Letras Libres, la carta y un breve texto de Enrique Krauze fue la participación de la revista en un asunto de insospechada repercusión mediática, misma que debería tener, por poner un solo ejemplo, un escándalo como el de las muertas de Juárez.
Queremos agradecer las muestras de solidaridad que hemos recibido en estos días por parte de muchísima gente que cree, como nosotros, que el futuro de Cuba es la democracia y su presente la intolerancia. ~
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