De todas las cosas que Saddam Hussein gritรณ mientras se vaciaba la sala del tribunal que le acababa de condenar a la horca por crรญmenes contra la humanidad โsiendo asรญ que Allahu akbar (Alรก es el mรกs grande) era la forma que tenรญa normalmente de blandir el Corรกnโ, sin duda la mejor de aquellas grandes exclamaciones seculares fue โยกLarga vida a los kurdos!โ Por lo que yo sรฉ, fue la primera vez que Saddam Hussein la pronunciaba. Pero la ironรญa, si la hay, es en realidad inversa. El presidente electo de Iraq, el lรญder kurdo Jalal Talabani, se opone por principios a la pena de muerte.
Antes de la llegada a Iraq de las fuerzas de la coaliciรณn, uno de los lรญderes mรกs respetados del Kurdistรกn, Barham Salih, fue objeto de un intento de asesinato por el grupo Ansar al-Islam. Sรณlo se salvรณ gracias al repentino impulso de volver a entrar por la puerta de su casa para recoger un telรฉfono mรณvil que habรญa olvidado, pero varios de sus acompaรฑantes resultaron muertos. Los asesinos fueron detenidos, juzgados y sentenciados a muerte. Salih es ahora Viceprimer Ministro, pero por aquel entonces era el hombre responsable de firmar las condenas a muerte en el norte de Iraq. Se negรณ a firmar las de los que habรญan asesinado a sus amigos y casi habรญan acabado con su vida. En ese momento, me dijo que esperaba que el nuevo Iraq aboliera la pena capital โaunque capturemos a Saddam Husseinโ. Como muchos lรญderes kurdos, le habรญan influido las conversaciones mantenidas con Danielle Mitterrand, viuda del que fuera presidente francรฉs Franรงois Mitterrand, gran amigo del Kurdistรกn y opositor acรฉrrimo de la pena capital. La idea era que el nuevo Iraq iniciara su andadura sin pena de muerte. He mantenido conversaciones con muchos disidentes iraquรญes que comparten el mismo punto de vista. Casi todos los cambios de rรฉgimen precedentes en el paรญs se caracterizaron por la ejecuciรณn de al menos algunos de los lรญderes anteriores. Quizรก fuera deseable romper con esa deprimente tradiciรณn. Ademรกs, ahora que incluso los turcos han abolido la pena capital como quien dice al lado mismo, ยฟpor quรฉ Iraq no deberรญa dejar constancia de su pertenencia a la comunidad de naciones civilizadas tomando la misma decisiรณn?
Estoy completamente de acuerdo con este punto de vista, y no me ha sido necesario buscar los restos de mis familiares en fosas encostradas para llegar a esa conclusiรณn. El mayor sรญmbolo de Iraq bajo el rรฉgimen de Saddam era el verdugo: todo el paรญs era un campo de concentraciรณn en la superficie y una tumba colectiva bajo tierra. El nombre de Abu Ghraib ha adquirido recientemente unas nuevas y repugnantes connotaciones. Sin embargo, nunca olvidarรฉ la visiรณn de esas vigas y esos ganchos suspendidos sobre agujeros de hormigรณn en los que miles de vรญctimas eran rutinariamente eliminados mediante una lenta estrangulaciรณn o algo peor. Poner un alto a todo ello es una gran cosa en sรญ misma.
El argumento para llevar a cabo la sentencia de muerte, o para no protestar si es llevada a cabo, es el siguiente: Saddam Hussein ha sido juzgado bajo la ley iraquรญ tal como era รฉsta siendo รฉl dictador y ha sido sentenciado de acuerdo con dicha ley. Nadie tiene derecho a decir a los tribunales y jueces iraquรญes quรฉ deben hacer ni a recomendarles cambios retrospectivos en el sistema. Saddam tuvo su oportunidad ante el tribunal, cosa que le fue negada a sus vรญctimas, y la sentencia deberรญa ser firme, incluso en caso de que el parlamento iraquรญ decidiera posteriormente abolir la pena capital. Todo esto podrรญa ser tรฉcnicamente correcto, pero del mismo modo lo era hasta hace poco la defensa basada en la โinmunidad soberanaโ, que decรญa que los que eran reconocidos como jefes de Estado no podรญan ser juzgados bajo las leyes comunes. Parcialmente derogada por la Cรกmara de los Lores britรกnica en el caso de Augusto Pinochet y en el juicio a Slodoban Milosevic, esta doctrina estรก cediendo ante la idea de โjurisdicciรณn universalโ, segรบn la cual crรญmenes como la tortura o el genocidio son equiparables a la piraterรญa y procesables y perseguibles en cualquier lugar en el que sea hallada la persona acusada. En caso de ser asรญ, los tribunales iraquรญes deberรญan actuar de acuerdo con un procedimiento tenido por universal. Dicho procedimiento no podrรญa incluir algunos elementos del juicio a Saddam, como la reciente y abrupta sustituciรณn del presidente del tribunal con el argumento de que se mostraba demasiado blando con el acusado.
Hay otro argumento que no tiene nada que ver con la ley, sino con la rara expresiรณn โhacer justiciaโ (closure). Mejor palabra serรญa โcatarsisโ. Despuรฉs de 1945, por ejemplo, habrรญa parecido grotesco que millones de judรญos, polacos, rusos y gitanos estuvieran muertos y sus asesinos siguieran vivos y pudieran conceder entrevistas y escribir memorias. La ejecuciรณn de los principales criminales nazis fue mรกs un acto de higiene que una actuaciรณn legal, asรญ como una rotunda confirmaciรณn a sus vรญctimas supervivientes (y a sus simpatizantes) de que no habrรญa un segundo acto. La humanidad de cada uno puede mostrarse en este caso, por una vez, parcialmente partidaria de la pena de muerte. Nuremberg le arrancรณ el รบltimo suspiro al cuerpo pรบtrido del fascismo, y permitiรณ al mismo tiempo que otros respiraran con mayor libertad. Iraq es un paรญs completamente febril a causa de los rumores y la paranoia: nunca deja de impresionarme el modo en que las expresiones de la gente siguen cambiando con un destello de miedo cuando se menciona, ni que sea de pasada, el nombre del que fuera su sรกdico lรญder. Millones de personas no empezarรกn siquiera a tranquilizarse hasta que estรฉn completamente seguras de que el gran hombre lobo no volverรก. (Este saludable efecto fue tambiรฉn palpable en Rumania una vez la gente tuvo la certeza de que las imรกgenes de la muerte de Nicolae Ceausescu no habรญan sido un montaje.) En este sentido, se podrรญa argumentar que colgar al carnicero y torturador en jefe serรญa un acto de emancipaciรณn masiva. Pero de todos modos me sigue pareciendo mรกs un exorcismo que una ejecuciรณn; una concesiรณn a la supersticiรณn y a la emociรณn primitiva. Y en el Iraq de hoy ya hemos tenido suficiente de ambas cosas.
Una importante objeciรณn a todas las ejecuciones es que conllevan la destrucciรณn de pruebas. Una vez el acusado ha sido eliminado del panorama, no puede arrojar mรกs luz sobre el crimen, cuya investigaciรณn tiene que ser reabierta con frecuencia. El juicio a Saddam Hussein, como los de Pinochet y Milosevic, deberรญa haber sido ocasiรณn de reunir un gran archivo de pruebas concluyentes que permanecerรญan en el tiempo como un monumento a la justicia y un seguro contra el โrevisionismoโ posterior.
Si se abre el cadalso bajo sus pies, nunca lograremos oรญr la respuesta de Saddam Hussein a dos importantes acontecimientos histรณricos: la campaรฑa Anfal para exterminar a los kurdos en los aรฑos ochenta y la sanguinaria manera en que recuperรณ el poder despuรฉs de la guerra de Kuwait. Y siempre habrรก sospechas de que podrรญa haber seรฑalado con el dedo la complicidad occidental en ambos episodios terrorรญficos. Deberรญa haber sido acusado por un tribunal internacional mucho antes de 2003, y la negativa de los gobiernos americano y britรกnico a actuar de acuerdo con esa posibilidad โapuntada, de manera especialmente relevante, por la parlamentaria britรกnica Ann Clwyd y su organizaciรณn, Indictโ siempre serรก un reproche que hacer a nuestros gobiernos. Siempre he considerado que el tรฉrmino โjusticia del vencedorโ es absurdo, pues los tribunales siempre son, invariablemente, nombrados por los poderes del momento, y ยฟquรฉ tal habrรญa parecido una โjusticia de los perdedoresโ en Nuremberg o La Haya? Pero es para los perdedores, o en otras palabras para las vรญctimas, para lo que ante todo deberรญa hacerse justicia. Es una vergรผenza que los kurdos no fueran el motivo central de este juicio, del mismo modo que resulta admirable que sus lรญderes sean los mรกs favorables a la magnanimidad. Y ellos, por cierto, son la gente a la que, segรบn todo liberal en el mundo, deberรญamos abandonar. ~
Traducciรณn de Ramรณn Gonzรกlez Fรฉrriz
ยฉ Slate
(Portsmouth, Reino Unido, 1949-Houston, Texas, 2011) fue escritor, periodista y uno de los intelectuales mรกs brillantes de su generaciรณn. Debate publicรณ en 2011 el volumen de memorias Hitch-22.