Una versión abreviada de este texto se publicó en nuestro número de octubre.
“No consumir. No trabajar. No estudiar”, de eso se trata, principalmente, el paro nacional convocado para el día 14 de octubre por el periodista Rafael Loret de Mola, como forma de manifestar “rechazo popular al gobierno impertinente, asesino y ladrón”, que, a su consideración, encabeza Enrique Peña Nieto, pues –según considera– “no está gobernando”, “carece de legitimidad” y “no es capaz ni siquiera de cuidar los protocolos respecto a cómo acomodarse con su mujer en los eventos públicos”. Loret llama a la sociedad para “quedarse en su casa o caminar” durante ese día, y manifestar así el rechazo “a un gobierno impertinente, asesino y ladrón”.
El video data del 17 de julio y casi de inmediato tuvo eco entre usuarios de Twitter y medios comprometidos con las mejores causas, como Notigodínez y Revolución 3.0.
Poco después, alguien del grupo de hackers que se presenta Anonymous publicó también en YouTube un mensaje en respaldo a esta convocatoria, aunque sin mencionar a don Rafael. El afamado enmascarado define paro nacional como “una disputa que se da entre quienes quieren parar para visibilizar su problemática y señalar a sus enemigos, y quienes pretenden mantener la dinámica de funcionamiento de manera normal, para invisibilizar a las y los inconformes y criminalizarlos en los medios señalándolos como violentos y desestabilizadores para el país”. Las demandas son, entre otras, la renuncia del presidente y su gobierno, que se presenten con vida a los 43 estudiantes desaparecidos y que no se privatice el sistema de salud de los mexicanos.
A riesgo de incurrir en falacia ad hominem, la convocatoria me simpatizaría un poco más si su pionero no fuese Rafael Loret de Mola, pues en sus libros, que pasan por periodísticos, se asegura reiteradamente la presencia de una “cofradía de la mano caída” –una especie red o logia de homosexuales ramificada en el poder– como una vía para el ingreso y ascenso en la élite política hasta llegar a las gubernaturas y la presidencia. Loret de Mola da cuenta detallada de supuestos sucesos y conversaciones privadas entre ellos a nivel de alcoba que ni siquiera Assange ha logrado obtener y filtrar. De modo que me cnstaría mucho trabajo sumarme a cualquier iniciativa promovida por este respetable señor sin sentirme partícipe de un contingente sinarquista o un propagador de discursos de tufo ultraderechista por la salvación de la patria, el despertar del pueblo y la lucha contra poderosos inmorales que conspiran en las sombras.
Comprendo que el movimiento que lo secunda enarbola causas muy justas y, en buena medida respetables e inclusive plausibles; que se trata de una “no acción” que corresponde –paradójicamente– a esa necesidad recurrente de “hacer algo” para que cambien las cosas, dado que hay problemas urgentes en el país, y los poderes republicanos no están haciendo lo suficiente –o lo mínimo necesario– para resolverlos (y, al contrario, los están agravando).
No obstante mis prejuicios, le deseo éxito a la convocatoria. Al menos, que les vaya muy bien en esta no actividad a quienes se adhieran a ella y logren superar algunas dificultades en el performance de la protesta. Por ejemplo, ¿de qué manera los becados pueden participar en el paro nacional? ¿Ese día se deben levantar a las 2:00 de la tarde en vez de las 11:00? ¿O van a chelear desde más temprano? ¿O cómo?
Podemos, sí, confiar en que el gremio de los críticos literarios –culto y antipeñanietista por definición– también se sume al paro, pero es poco probable que a lo largo del día la mayoría de sus afiliados no vayan a hablar mal de alguien. Aún peor, ¿cómo van a participar los escritores en el paro? ¿Quécosas van a dejar de hacer ese día? A propósito, ¿cuáles serán las consecuencias en el sistema económico y de distribución del poder si ese día no escriben o no hay lecturas de poesía? Calculo que el Producto Nacional Intelectual puede sufrir pérdidas y eso afecte un poco al sistema cultural del país. El Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, por ejemplo, podría colapsarse ese día, como un black wednesday. Pero no creo que eso conmueva tanto al presidente como para hacerlo renunciar. Pero lo que más me intriga es qué van a hacer o dejar de hacer ese día los miembros de la CNTE. ¿El 14 de octubre sívan a dar clases? ¿O cuál sería la gracia si siempre están en paro?
Mientras tanto, la señora de las tortas de tamal me asegura que ella no participará en el paro. Eso me recuerda que el sesenta por ciento de la población económicamente activa labora en la economía informal. No veo ahí la menor intención de hacerle caso a don Loret. El sistema resiste. ~
Politólogo y comunicólogo. Se dedica a la consultoría, la docencia en educación superior y el periodismo.