En el portal de internet Pontifex.Roma, y según la agencia Efe, don Javier Lozano Barragán, cardenal mexicano y ministro vaticanense de Salud (¿física o espiritual, o las dos cosas de una vez?), además de condenar los efectos del condón y la “pastilla abortiva”, ha recordado a homosexuales y transexuales que no entrarán en el reino de los Cielos, pues “todo aquello que consiste en ir contra la naturaleza y contra la dignidad del cuerpo, ofende a Dios”.
Declaración nada sorpresiva: su sentido ya tiene no pocos siglos de venir doctrinándolo la iglesia católica, apostólica, romana y trasnacional a no pocas generaciones de seres bípedos y racionales.
A continuación el señor Lozano Barragán produjo el siguiente párrafo de sintaxis algo dificultosa (al menos según la versión de Efe, conste): “No se nace homosexual, sino que se vuelve la persona, por motivos de educación, por no haber desarrollado la propia identidad en la adolescencia.”
Bueno, quedamos una vez más enterados todos los individuos dotados de sexo, ya seamos de los unos y las unas o ya sean de los otros y las otras. Pero nos inquieta a todos una cuestión que también (hasta donde yo sé) viene de luengos tiempos:
La castidad, que en principio deben practicar todos los ministros del Reino de los Cielos, ¿no va contra la naturaleza y, en consecuencia, ofendería a Dios?
Porque si la perversa “pastilla abortiva” anula en los cuerpos indignos la oportunidad de dignificarse produciendo un ser humano más, he aquí que sin duda y a final de cuentas la castidad tiene el mismo efecto, aun si se da en cuerpos dignos.
(Aunque… se sabe que algunos grandes, medianos y pequeños ministros del Reino de los Cielos suelen de cuando en cuando pasar por el ojo de aguja de una autoconcedida permisividad para ejercer el sexo… e incluso sin los propósitos progenitivos que aligerarían el pecado.)
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.