En un artículo titulado “Octavio Paz y la izquierda”, publicado en La Jornada el 1º de julio, Arnaldo Córdova escribe lo siguiente: “Un amigo mío me dijo que José de la Colina, quien corrigió mi primer librito, La formación del poder político en México (1972), le llevó a Paz mi libro La ideología de la Revolución Mexicana (1973). El lo vio y, en medio de una sonora carcajada, dijo: ‘Pero qué idea tan peregrina: ‘ideología’, ja-ja-ja, ‘de la Revolución Mexicana’. Acto seguido se lo devolvió a De la Colina y le dijo que no tenía tiempo para leer tonterías. Confieso que no sé si será cierto, porque yo a José de la Colina nunca lo he tratado, excepto cuando me dio sus correcciones.”
Formidable historiador este señor Arnaldo Córdova. No cae en la vaguedad sinuosa del que susurra “se dice que…”, sino que bravíamente acude al testimonio de un amigo suyo… sin nombre ni apellido, y luego, qué coquetuelo, sale con la confesión de que no sabe si eso que me habría dicho Paz será cierto… Pero qué importa: de todas maneras él, Córdova, lo escribe.
Las circunstancias de que yo he sido un corrector profesional, de que tal vez, en efecto (aunque sería antes del 72, en que yo no hacía más esa clase de trabajo), haya tenido que corregir un libro de Córdova para una editorial de izquierda (la cual muy izquierdamente me explotaba), y de que por ello nos hubiéramos él y yo tratado durante algunos minutos, pueden ser ciertas, aunque yo no las recuerde tan precisamente como él (pues intentaba olvidar la atroz tarea al terminar mi cuota diaria de galeras o planas), pero yo no le llevé a Octavio ningún libro de Córdova, ni… En fin: acaso todo eso tenga el peso de una enorme cantidad de importancia nula.
Lo interesante es el cuentito que inventa Córdova, o su amigo sin nombre ni apellido, para demostrar que el “infatuado” Paz —Renato Leduc dixit— se negaba a discutir con la Izclesia. Es una gorda mentira: allí están los muchos ensayos de Octavio sobre la vida política de México. En cambio, los devotos de los rollos del Marx muerto eran quienes, en vez de discutir con él, preferían insultarlo y calumniarlo, y aun organizar una manifestación callejera de energúmenos en la cual, imitando ritos fascistas, quemaron libros y una torpe “imagen” del poeta.
… Por lo demás, pues sí. Acaso, si no digno de “ja ja ja”, por lo menos es sonreíble ese título de La ideología de la Revolución Mexicana. Córdova debe saber lo mal que Marx pensaba de la palabra ideología, ese fetiche de la “ciencia” marxista. Asistido de Engels escribió sobre el vocablo todo un libro (Die deutsche Ideologie. Kritik der neutendeutschen Philosophie in ihren Repräsentaten. Feuerbach, B. Bauer und Stirner, und des deutschen Sozialismus in seinen verschiedenen Propheten) en el cual hizo un rudo y filoso arreglo de cuentas con la filosofía posthegeliana de la que habían salido para renegar de ella.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.