“Tanto estudio para terminar de tortero”
Octavio Eguiluz, publicista, locutor y especialista en comunicación persuasiva, se dio cuenta de que su trabajo ideal era el de tortero, y que le gustaba vivir en Madrid. Así que es tortero en Madrid. A los 45 años, está casado con Anna, una rumano-polaca-israelí de 30 años con quien acaba de tener una hija, Lía. Antes de ser tortero, Octavio fue sobrecargo de Aeroméxico, empresario de productos de belleza en Tijuana, publicista, locutor, guionista de telenovelas y traductor. Algunas de esos oficios siguen vigentes en su vida. Aunque comenzó carreras tan disímiles como Ingeniería o Comunicación, finalmente terminó licenciándose en Publicidad. En sus propias palabras: “Tanto estudiar para terminar de tortero”. Pero feliz, parece.
¿Cómo se te ocurrió ser tortero en Madrid, con tantas profesiones encima?
Siempre me ha gustado mucho la cocina, y una amiga que vive aquí en Madrid nos dijo que si queríamos probar el kebab viniéramos a este local, así que hace unos dos años y medio vine, y en cuanto entré, le dije a Anna: “¿Sabes que este lugar me gustaría como para poner una tortería?”. Sin tener ningún plan, ni nada en la cabeza, ni el dinero ni el conocimiento de cómo hacerlo. Era casi como un sueño. Pero el comentario lo recuerdo muy bien. Entonces me puse a investigar y de pronto a unos amigos de los papás de Anna les conté lo que quería hacer y nos dijeron que ellos nos podían prestar una parte del dinero. Los papás de Anna nos prestaron otra parte y montamos el negocio. El día que abrí dije: “Cuando venda una torta me voy a creer que tengo una tortería”. Hicimos la inauguración el fin de semana y a la semana siguiente nació mi hija, el 16 de junio.
¿Y antes de poner la tortería, qué hiciste?
Me vine hace unos tres años. Primero hice un master en Psicología de la Comunicación Persuasiva, que es un nombre muy rimbombante, pero quedé muy decepcionado del nivel académico, malísimo. Hice alguna traducción, sigo haciendo grabaciones… guiones todavía no.
¿Y qué acento pones en las grabaciones?
Aquí tienen caricaturizado el mexicano y el latinoamericano. Bueno, el sudamericano, porque para ellos desde México hasta Argentina somos sudamericanos [risas]… Está Estados Unidos y Sudamérica. La primera vez me pidieron, para una publicidad del Metro, que hablara como Cantinflas. Yo hablo como mexicano, pero para ellos no es suficientemente mexicano.
¿En publicidad trabajaste en España?
Sí, en una agencia pequeña, donde me pagaban muy poco. Laboraba como redactor, pero yo tengo cuarenta y cinco años y es muy difícil que reconozcan tu talento porque tus jefes son más jóvenes, tienen otras ideas y a veces no tienen tanta preparación o tanta experiencia como tú. Antes de trabajar ahí, lo mejor que hice fue trabajar en un Starbucks como barista, preparando y sirviendo café. Ahí aprendí muchas cosas para la tortería. Después tuve un trabajo con el cual pensaba juntar dinero y poner un negocio. Resulta que un palestino, que tiene una constructora en Israel y que construía un hospital en Guinea Ecuatorial, necesitaba alguien que hablara español e inglés y con experiencia en relaciones públicas. Estuve en Guinea Ecuatorial un mes y medio, y fue una experiencia increíble. Pero no junté mucho dinero, porque no me quería pagar lo pactado, y lo dejé. Entonces ya las circunstancias de no tener trabajo, y tener una idea, como que me hicieron avivarme un poco y decir: “Bueno, si quiero poner un negocio tengo que empezar a hacer algo, no sé de qué, no tengo la más remota idea, ni cómo funciona aquí, pero algo tengo que hacer”.
¿Funcionan bien las tortas en Madrid?
Los fines de semana es un éxito, a la gente le gusta mucho, porque esto era totalmente desconocido aquí. Hubo un lugar que abrió y que decían que era tortería, pero era más tex-mex: lo que la gente entendía que era la comida mexicana.
¿Cómo reciben los españoles a las tortas?
Es algo diferente, porque la gente de aquí está acostumbrada al bocadillo con un pan que normalmente no va caliente y si es de jamón serrano, pues lleva una o dos rebanadas y ya. En México nos gusta ponerle cosas a la comida. Aquí le ponemos frijoles refritos, mayonesa, tomate, cebolla, aguacate, queso…
¿Sólo venden tortas, entonces?
No, estamos ampliando el menú. Ya tenemos tostadas mexicanas. Aquí le llaman tostadas al pan tostado. Nuestras tostadas son una tortilla de maíz frita y tostada crocante, le untamos frijoles refritos, le ponemos tinga de pollo, todo casero… Ahora vendemos también tamales, empanadas de mole y guacamole, nachos, raciones de frijoles, panqué de cajeta…
¿O sea que has agregado cosas tex-mex, como los nachos? ¿Te ha costado la decisión?
Sólo los nachos. La gente nos los pedía, así que lo que tratamos es hacerlos más tradicionales. Les explicamos que los nachos son este platillo hecho con totopos, queso, frijoles y jalapeños. Pero no queremos meter más cosas tex-mex.
Además decías que les explicas el origen de las tortas…
Le platicamos un poco de las tortas, del aguacate, del tomate. Quien tiene tiempo y ganas de escuchar, escucha el origen del chile, del guacamole, del mole. Yo les cuento la historia, les cuento que el tomate es mexicano, que el aguacate es mexicano, que la vainilla, que el chocolate, el chicle, incluso son palabras en náhuatl castellanizadas. A quien se deja le cuento.
¿Eso no te hace sentir una especie de embajador gastronómico mexicano?
La gente queda muy satisfecha porque saben que están en un lugar auténticamente mexicano. No es una puesta en escena, no tenemos decoración tan recargada y tan kitsch. Ahora está de moda el kitsch y poner máscaras de luchadores, cultura urbana mucho más reciente, que antes era muy mal vista en México, y que ahora resulta que es el mejor artículo de exportación. Me parece ridículo.
¿Cómo das a conocer la tortería?
La mayoría de la gente nueva que entra son recomendados de alguien que les dijo que venga a probar “los bocadillos estos”: las tortas. Eso me da gusto, yo siempre digo que será cosa de tiempo para que nos conozca suficiente gente, como para que esto esté lleno. Hay gente que viene porque sus amigos son fans en el Facebook. Pero creo que lo que más ayuda es el boca a boca.
¿No haces publicidad en ninguna radio latinoamericana?
No, cuando íbamos a inaugurar me habló una chica de una radio latinoamericana y me dijo: “¿Qué te parece si te hago una mención y a la gente que diga que va de parte de la radio le regalas una cañita [cerveza]?”. Lo probé… ¡y no llegó nadie a decir que venía de la radio, ni regalando una caña! Entonces me di cuenta de que esa estación no me funcionaba.
¿Es muy sacrificado tener una tortería en Madrid?
Sí, y de momento yo administro, compro, hago casi todo. Por hacer la administración no puedes estar aquí todo el tiempo, pero a mí me encanta estar y hablar con la gente. Acabo muerto: tengo que estar en las mañanas, en las tardes, en las noches. Pero es mi negocio, es mi sustento, el de mi esposa y el de mi hija, así que aquí haré lo que haga falta.
¿Cuantos empleados tienes? ¿Son todos mexicanos?
Tengo tres empleados, uno es mexicano, el otro es de Ecuador y tenemos una rumana. ¡Integración no nos falta! [risas]
– Feliciano Tisera
Periodista todoterreno, ha escrito de política, economía, deportes y más. Además de Letras Libres, publicó en Clarín, ABC, 20 Minutos, y Reuters, entre otros.