Octogenarios estallantes

Una polรฉmica sobre el arte conceptual.ย 
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El arte conceptual es un ring lleno de izquierdazos y ganchos al hรญgado (para algo tenรญa que servir). Suscita insultos, tuits encarnizados, escupitajos de enjundia casi polรญtica (obviamente hay poder de por medio) sobre todo contra Avelina Lesper, crรญtica que desdeรฑa ese arte. Que un nรบmero reciente de Letras Libres le haya publicado un artรญculo ha servido para agregar inquisiciรณn contra la revista. A mรญ ese arte no me interesa ya ni como humor involuntario. Hace aรฑos redactรฉ mi fastidio –“Mantequilla prisionera” y “Residencia en la caries”– ante ese hacer que se autoinmola en el altar del rollo. Es una fe con su anexa catequesis. Me aburren sus berrinches suntuarios, su endiosamiento de la ocurrencia, su terror a la mano y al ojo. ¿Le gusta Matisse? Pues con la novedad –lo siento– de que es usted “retinal”, como “auricular” si le gusta Stravinski y “papilar” si los ostiones. El “arte contemporรกneo” sirve para trapear el suelo por donde desfila la sociologรญa, esa fashionista llena de mohines. Me aburre su gravedad catedralicia, sus popes con sus tiaras teรณricas, sus psicopompos espectorantes y sus acรณlitos que lanzan, como si tuvieran hipo, apellidos eslovenos.

Si el arte contemporรกno es anticuado, las polรฉmicas que genera estรกn mรกs disecadas y chiclosas que una plastinaciรณn de Von Hagens. Acabo de leer “¿Quiรฉn le teme al arte contemporรกneo?”, ensayo que mi amigo Rafael Lemus recirculรณ a raรญz de esas querellas. Narra cรณmo, en una visita a un museo de arte conceptual, camina detrรกs de una octogenaria escuchรกndola decir “no me gusta, no entiendo, es feo”. La seรฑora finalmente “estalla” ante una obra que consiste en cobijas que “cubrieron los cadรกveres de unos encajuelados”.

Habrรญa que instalarlo en el MUAC: “La octogenaria estallante”.

No me intriga tanto por quรฉ seguรญa Rafael a esa octogenaria que no logrรณ ser happening, sino que la convierta en emblema: “Hablo de una anciana, pero podrรญa hablar de decenas y decenas de intelectuales mexicanos: una y otros se comportan del mismo modo, manifiestan el mismo horror, ante ese conjunto de prรกcticas y discursos que se ha terminado por llamar arte contemporรกneo.” Mรกs allรก de que pensar en decenas y decenas de intelectuales mexicanos ya es de suyo deprimente, la imagen convoca a otro proyecto: “Decenas de intelectuales mexicanos horrorizados”. Suena bastante desapropiante.

Evoca Rafael un escรกndalo de 1987 ante una obra de arte titulada “Cristo pipรญ”. La obra consiste en un crucifijo metido en un recipiente que el “artista” llenรณ de su propio pipรญ. (Enfatizar que el pipรญ es autรณctono le agregarรก concepto.) Este“Cristo pipรญ” entusiasmรณ a algunos que peregrinaron hacia รฉl en pos de un milagro. Y ocurriรณ: naciรณ la escuela pipicentista y, con ella, la pipipolรฉmica. 

Lo sorprende a Lemus que “el grueso de nuestros escritores” estรก del lado de los “enemigos” del “arte contemporรกneo”, a pesar de que “lleve ya mucho tiempo, de que sean legiรณn sus artistas, de que haya bibliotecas y departamentos universitarios dedicados a la disciplina”. Esa sรญ que serรญa la instalaciรณn terminal: “Decenas de intelectuales horrorizados contra la legiรณn de artistas y profesores universitarios disciplinados”.

El pipรญ, se entiende, serรญa optativo. 

Juzga Lemus que la “intransigencia” de los escritores hacia los legionarios y los profesores se debe a que son incapaces de entender que “la literatura y el arte hechos hoy son, al fin y al cabo, una misma cosa: creaciรณn contemporรกnea”. Porque “lamentan que cierta obra, firmada por un artista pueda ser creada por cualquiera”. Por su “torpe celo gremial” que desea preservar su “pretendida primacรญa”. Porque “se sienten amenazados”; porque esperan del arte, en suma, “lo mismo que sus abuelos”.

Y sรญ: es creaciรณn contemporรกnea. Y sรญ: la crea cualquiera. Lo de los celos y la primacรญa (confieso) sรญ se me escapa. Y lo de los abuelos me parece un halago: yo, por ejemplo, escojo a Yves Bonnefoy. Por su parte, Lemus escoge a la octogenaria que, obviamente, le parece mรกs interesante que las obras que la escandalizan.

Dixi.

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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