Paisaje antes de la batalla (electoral)

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Incluso en tiempos de renovado interés ciudadano, contar la política requiere protagonistas e historias. Pero, sin ánimo de añadir una plúmbea nota al pie del viejo debate entre “agentes” y “estructuras”, la comprensión de la realidad a menudo se enriquece si profundizamos un poco más allá de relatos y personalidades. Por ello, echemos un vistazo a la batalla electoral de este año partiendo de la demanda (electoral) hacia la oferta (partidista).

Durante los últimos tres decenios, solo dos partidos han conseguido ocupar espacios electorales amplios, desde el centro hasta los extremos, que les permitieran formar coaliciones electorales sobre las que auparse al gobierno: el psoe y el Partido Popular. La maquinaria creada por Aznar y los suyos consiguió desde mediados de los noventa aunar un amplísimo espectro a la derecha que amenazaba con la hegemonía cuando los socialistas no eran capaces de oponerle un bloque similar a la izquierda. Sí lo hicieron en 2004 y 2008, pero coyunturas peores o candidaturas menos afortunadas han significado batacazos para el psoe y las opciones de gobierno de izquierdas.

El panorama que permiten vislumbrar las (alocadas) encuestas cuando arranca el año electoral es inédito en esas tres décadas, por cuanto ambos bloques aparecen fragmentados no solo en opciones menores, como tradicionalmente iu o incluso upyd, sino por fuerzas que amenazan el “bipartidismo imperfecto” español y anuncian un posible futuro tri o cuatripartito.

Además de las opciones históricas de psoe e iu, el votante de izquierdas cuenta con una fuerza consolidada al calor de las favorables elecciones europeas: Podemos. Mucho se ha escrito sobre su carácter de izquierdas (o no), y su estrategia discursiva ha optado siempre por rebajar ese eje, evitando lo que no fueran “marcos ganadores” o lo que se alejase de un sentido común que tiene mucho que ver con la demoscopia, con la que tanta familiaridad tienen los promotores del partido. Lo cierto es que, a la vista de sus votantes y simpatizantes, el electorado sí reconoce a Podemos como una fuerza de izquierda; pero una que consigue extenderse hacia el centro como nunca ha podido iu, amenazando con ello al psoe. Frente al irreductible votante “anclado” del psoe (típicamente de clase trabajadora, edad madura y nivel inferior de estudios), Podemos crece sobre un electorado más joven, más titulado y de renta más alta, quizás no solo urbano. Queda Izquierda Unida, convidado de piedra en el sector izquierdo de la batalla, incapaz de renovarse de manera creíble y lastrada por sus aires de vieja política y su escasa ductilidad.

El votante de centro contempla hoy, a un año de la desaparición de Suárez, un paisaje desacostumbrado desde la caída del cds, con dos opciones netamente centristas en disposición de entrar en el Congreso. No obstante, una de ellas parece acaparar el protagonismo en las últimas semanas: Ciudadanos, que ha dado con fuerza el salto a la política nacional después de un periodo oscuro. upyd y Ciudadanos responden a una realidad electoral prácticamente idéntica y, por tanto, su enfrentamiento parece, una vez frustrados los poco creíbles intentos de acuerdo entre ellos, condenado a la suma cero. A partir de un liderazgo y unas formas más acordes a esa vaga “nueva política” a caballo entre la hiperdemocracia y el marketing, el partido de Albert Rivera parece haber tomado la delantera concitando apoyos entre sectores mediáticos y empresariales, y aprovechando la vía de agua en el centro del electorado popular como nunca consiguió su rival. Es ya una pregunta habitual si c’s conseguirá convertirse en un “Podemos de la derecha”. No obstante, conviene recordar que su crecimiento e implantación local han sido irregulares y accidentados y que, como veremos, el grueso de voto agregado en las encuestas nacionales a veces tiene una traducción problemática en la realidad local, donde upyd tiene también mucho que decir.

El votante de derechas tiene quizás un panorama menos vertiginoso ante sí. Vox no parece en disposición de sorprender: ni las encuestas lo sugieren ni la lógica de un pp cuya sangría aparece en el centro y no en la derecha deja espacio para ello. La duda fundamental es quizás qué dosis de voto oculto al Partido Popular volverá al redil acostumbrado a lo largo del año y ante la amenaza de la fragmentación o de posibles coaliciones de izquierdas tras las generales. El relato de la recuperación al que el “arriolismo” popular confiaba la victoria parece quebrado por una crisis que ya es política y no solo económica, y con la presencia en el horizonte de un Rivera que intenta crecer desde el centro y parece bien visto por élites y sectores tradicionalmente afines a Génova.

Por último, el grano fino: traducir a escaños las estimaciones nacionales es engañoso, debido al sistema electoral y las circunscripciones. La batalla real se librará en muchas provincias poco proporcionales, y quienes tengan mano ganadora en este recuento de circunscripciones pequeñas y medianas serán quienes emerjan de la batalla como vencedores. Por el contrario, la guerra de guerrillas territorial puede arruinar las aspiraciones de las fuerzas que queden en tercer y cuarto puestos. También en otro sentido: el año electoral empieza en Andalucía y sigue en las autonómicas y locales. De los resultados de estas primeras refriegas puede depender la credibilidad futura de opciones que hoy se agigantan pero que aún son en buena medida estados de ánimo. ~

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Jorge San Miguel (Madrid, 1977) es politólogo y asesor político.


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