Paul Theroux se cruza con la Bestia /2

Theroux viajรณ en tren desde Boston hasta la Patagonia recorriendo la misma ruta que siguen los migrantes centroamericanos. En esta, la segunda entrega, el viaje se centra en el centro de Mรฉxico y Veracruz.ย 
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El centro

Theroux se encuentra ahora en el centro de Mรฉxico. “Una neblina de calor se extendรญa sobre las planicies, verdes por los cultivos; hacรญa tanto calor que รฉramos lo รบnico que se movรญa. No habรญa nadie en los sembradรญos, y en los arroyos no habรญa mujeres lavando, aunque la espuma permanecรญa estancada cerca de la orilla. Pasamos por Querรฉtaro, donde Maximiliano fue fusilado, y aquรญ habรญa mexicanos de piel oscura y aspecto duro que permanecรญan sentados, mirando con ceรฑo fruncido desde los portales sombreados de sus casas. No se parecรญan a los bufones con dientes de oro que habรญa visto en Nuevo Laredo, y lucรญan siniestros e inconformes bajo las alas de sus sombreros”.

En el centro de Mรฉxico, los migrantes se preocupan menos por los secuestros que por los operativos policiales que buscan deportarlos.

“Alrededor de 39 inmigrantes centroamericanos fueron detenidos por la policรญa estatal [de Hidalgo] y elementos del Instituto Nacional de Migraciรณn (INM), en la comunidad de Irolo, en el municipio de Tepeapulco. Los indocumentados habรญan abordado tres trenes con direcciรณn a la frontera con Estados Unidos, cuando fueron interceptados […]De acuerdo con el reporte de la Coordinaciรณn de Seguridad Estatal, dependiente de la Secretarรญa de Seguridad Pรบblica de Hidalgo (SSPH), la noche del sรกbado y madrugada de ayer, implementaron el operativo conjunto Migrante, en la estaciรณn ferroviaria de El Irolo, donde abundan los indocumentados centroamericanos, debido a que el tren hace parada obligada en dicha regiรณn del Altiplano hidalguense”.

Theroux llega a la capital. “No tenรญa un fuerte deseo de volver a ver la Ciudad de Mรฉxico. Es, como ningรบn otro, un lugar para perderse, una metrรณpolis llena de smog y de proporciones monstruosas”. Toma el primer tren rumbo a Veracruz. “[…] Me pareciรณ mejor idea llegar a Veracruz al amanecer: el Jarocho era un tren cรณmodo, y habรญa escuchado que mi siguiente conexiรณn, hacia Tapachula y la frontera con Guatemala, se encontraba en un estado lamentable. Tomarรญa un dรญa extra en Veracruz para prepararme para eso. Y estarรญa preparado. El Jarocho era uno de esos trenes a los que te subรญas exhausto y te bajabas sintiรฉndote mejor que nunca”. A la maรฑana del dรญa siguiente, llega a Veracruz, que le parece “venido a menos”. En el fuerte de San Juan de Ulรบa, visita una exposiciรณn sobre las invasiones y las derrotas militares en la historia de Mรฉxico. “La prominencia de esa exhibiciรณn en Veracruz invitaba a los mexicanos a pasar la maรฑana lamiรฉndose las heridas, en el autodesprecio. Veracruz es conocida como “la ciudad heroica”. Es una descripciรณn conmovedora: en Mรฉxico un hรฉroe es casi siempre un cadรกver”.

Veracruz

Theroux aborda el tren la tarde del segundo dรญa en Veracruz, no sin antes aprovisionarse: “comprรฉ una canasta y la llenรฉ con pequeรฑas rebanadas de pan, una libra de queso, unas rebanadas de jamรณn y –dado que un tren sin vagรณn comedor es generalmente uno en el que es imposible conseguir bebidas– botellas de cerveza, jugo de toronja y agua mineral”.

La Bestia no pasa por el puerto de Veracruz, pero cuando llegan a la estaciรณn de Orizaba, los migrantes ya han sido asaltados y detenidos varias veces, y no tienen dinero para comprarle a los “vendedores de comida (era la hora del almuerzo) que gritaban el nombre de lo que vendรญan: hot cakes, frijoles, fritangas, elotes, panques, sรกndwiches de queso, pollo frito, plรกtanos, naranjas, piรฑas, melones” que Theroux habrรญa visto en Tierra Blanca, Veracruz. No obstante, hay quienes les ayudan:

“Todos los dรญas, desde hace 15 aรฑos, el grupo de Las Patronas baja a las vรญas del tren La Bestia en una pequeรฑa comunidad de Amatlรกn, Los Reyes, Veracruz, para darle a los migrantes ilegales, que tienen como rumbo los Estados Unidos, una bolsa con seis tacos de frijol, arroz y salsa de huevo”.

Mientras, tanto, Theroux: “Llevaba doce horas en el tren. Algo estaba mal con รฉl: todo un dรญa de viaje y sรณlo habรญamos recorrido unas cien millas, sobre todo a travรฉs de pantanos. El calor me daba nรกuseas, y el ruido de las puertas azotรกndose y los golpes de yunques de las uniones, me habรญan dado dolor  de cabeza. Ya era de noche; el ruido seguรญa, pero hacรญa mucho frรญo. […] Las araรฑas y hormigas que habรญa sentido durante el dรญa, entrando y saliendo del relleno de los asientos rotos, habรญan empezado a picarme. ¿O eran los mosquitos?”.

Desde su vagรณn desvencijado, Theroux afronta una versiรณn mรกs sutil de los rigores de la naturaleza circundante. Las temperaturas superiores a los 40º, el mal tiempo, el sol, tambiรฉn los insectos, son solo las condiciones en las que los migrantes deben vencer el cansancio, el sueรฑo y el hambre durante las largas jornadas entre una estaciรณn y otra.

Estoy pensando en no caerme de aquรญ, en agarrarme bien”, dice Roberto, un migrante hondureรฑo, en el documental El tren de la muerte. Solo hay que imaginarse resistir horas de ese vaivรฉn, del incesante golpeteo metรกlico, de la mezcla de la tensiรณn con el miedo, los mรบsculos entumecidos y el sopor. Quien se duerme puede resbalar del vagรณn en movimiento, y perder las piernas o la vida entre las ruedas del tren. La Bestia es en sรญ misma un peligro.

“No hay cifras oficiales sobre el nรบmero de personas que se caen del tren o que mueren o sufren amputaciones al caer bajo las ruedas de los vagones”.

A la altura del rรญo Papaloapan, el tren de Theroux se descompone y permanece varias horas detenido. “Nada parece mรกs largo que un retraso inesperado. Nada es mรกs difรญcil de describir o mรกs aburrido de leer. “Pasรณ una hora”, escribe uno, y en la frase no estรกn el tedio, ni el olor, el calor, el ruido, ni las moscas volando inquietas por la puerta del baรฑo que, torcida y sin manija, se negaba a cerrarse”.

Al cabo de unas horas, el tren de Theroux sigue su camino, internรกndose en el sur de Veracruz. Desde el tren ve “puertas que parpadeaban a la luz de las velas, chozas suyo interior era iluminado por linternas”. Y selva.

“Los defensores de los indocumentados sospechan que hay cementerios clandestinos en Tabasco y Veracruz, ideales para ocultar cuerpos en sus selvas densas”.

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es editor digital de Letras Libres.


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