Tal como ha anunciado el fino pero exigente crítico Austin Fastruck-Mendieta en su esclarecedor resumen ensayístico recién publicado: De los happenings a los Andes (Editorial Modern Athenea, Paris-Chicago-Coyoacán, 1, 246 pp., ca. 2010), no es posible seguir engañándose acerca de la crisis que el arte del hapenning está sufriendo en estos difíciles aunque (admitámoslo) fascinantes tiempos en que tanto el postmarxistoleninistopolpotismo cursilizante como el ultraintelectualismo abstractizante cunden arrasando vastas regiones de la Cultura, mientras que los soidissants creadores se distancian cada vez más del compromiso del arte con la calle, que es la Realidad Quintaesencial de lo Cotidiano Sucesivo. El libro, trastocador del continuum academizante de las artes manifestacionales hoy prevalecientes, ha tenido ya consecuencias felices en la conciencia irreductible de algunos artistas, particularmente en el audaz creativo iztapalapeño Roberto Coridón García-Treviño, quien, ante un público no por vastamente popular menos selecto (es decir un verdadero e intransigente público callejero), rompió sin remordimiento con su happenismo conceptualista, y, aunque se molesten los intelectualoides descomprometidos, decidió emprender otra etapa de su aventura creacional saliendo a las calles a realizar obras ardientes de su reciente concepción del happening ígneo como la que muestra esta fotografía en que puede admirársele en el momento preciso en que de sus arriesgados pulmones expelió un dragonazo de robusta aunque exquisita factura en el cual la perspicacia de los observadores pudo constatar el ambivalente poder metaforizador del acto, pues algunos vieron en la expelida llamarada tanto una lechuga con aspiración a la artepurista Rosa rilkiana y otros contemplaron una horizontalización de la Nube Atómica que alzóse un día sobre Hiroshima, en el que se despliega ya un mensaje de compromiso político por el cual hay que felicitar al artista.
Proclámese, pues: Happening Art is alive!
*De una happening-conferencia
de Luis William Moreno del Val-Osborne.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.