“Tienes que aprender a calcular las notas con el arco” fue una de las primeras instrucciones que me dio mi maestra de violín. Aunque el brazo del violín parece muy largo a simple vista, cuando menos lo esperamos ya llegamos al final, al talón:. Sería un milagro si logramos realizar este recorrido sin que el arco se nos vaya chueco. Además a todo esto, mentalmente hay que partir el arco en dos, la parte superior y la parte inferior, ya que a veces solo podemos ejecutar las notas con una de estas divisiones. Funciona si uno practica delante de un espejo y es útil recordar que si desde la perspectiva del violinista el arco no se ve recto, entonces está bien posicionado: pensemos en una línea diagonal.
Menciono estos detalles porque creo que le dan una perspectiva adicional a la siguiente observación: Philippe Quint se mueve mucho. Con un aire de rockstar en pleno trance, mueve los pies y se inclina sobre el instrumento; suelta fuertes suspiros. Increíble, considerando la coordinación que debe tener el intérprete, además de ejecutar los desmangues para cambiar la mano de posición sobre el brazo del instrumento: en ese momento los aspectos sencillos y complejos de tocar el violín juegan y armonizan en el escenario, ofreciendo un acto de virtuosismo.
En marzo de este año, Quint se presentó en el anfiteatro del Antiguo Colegio de San Ildefonso como parte del Festival del Centro Histórico de la ciudad de México al lado del pianista israelí Alon Goldstein. No es la primera vez que el violinista se presenta en México; para sorpresa de muchos, Quint tiene una relación profunda de más de diez años con nuestro país. La historia va más o menos así: en 1998, Quint llegó a México como reemplazo. Estudiante de Julliard, el ofrecimiento de interpretar el concierto para violín de William Schumann con la Filarmónica de la ciudad de México le cayó como producto de una cancelación de otro intérprete. Aprendió la difícil pieza en tan solo cuatro semanas y el joven estadunidense de ascendencia rusa presentó el concierto bajo la batuta de Jorge Mester y, para agregar algo de dificultad al asunto, durante la segunda presentación, tanto el arco como una de las cuerdas del violín se rompieron. Tuvo que terminar con un instrumento prestado. Desde entonces, comenzó a colaborar frecuentemente con orquestas mexicanas. Grabó los conciertos de Bruch y Mendelssohn con la Sinfónica de Minería y se convirtió en uno de los fundadores y directores artísticos del Festival de Música de Cámara de Minería. También se ha presentado con las orquestas de Jalapa y Aguascalientes.
Tuve la oportunidad de platicar con él brevemente antes de su primer concierto en esta edición del Festival y le pregunté si después de haber interpretado a grandes compositores le quedaba algún reto por conquistar: “El reto siempre está presente, cada compositor se mantiene como un reto” respondió. Le señalé su condición de híbrido. Quint comenzó sus estudios bajo la tradicional escuela rusa de violín, posteriormente, obtuvo la enseñanza americana durante la adolescencia. “Así es, convergen en mí y obtengo lo mejor de estas dos corrientes” y agregó “si tuviera que señalar un compositor que representara el más grande reto para mí, sería Korngold”.
Durante el concierto interpretó la sonata para violín no. 1 de Beethoven, el eléctrico scherzo que un joven Brahms escribió para la Sonata F.A.E. en colaboración con Schumann y Albert Dietrich, así como también sonatas de Debussy y Franck. El encore estuvo increíble: la música del aria Mon cœur s'ouvre à ta voix de la ópera Sansón y Dalila de Saint-Saëns.
Scherzo para violín y piano en re menor de Johannes Brahms interpretado por Philippe Quint el 28 de Marzo de 2015.
Como muchos otros músicos de clásica, Quint ha buscado explorar otros géneros. La primera vez que escuchó un tango fue de manera accidental y se quedó obsesionado con “esa música”. Nació entonces el “Quint Quintet”, un ensamble dedicado a interpretar a Piazzola. El ensamble, que ya se ha presentado también en Minería, cuenta con la participación de Juan Pablo Jofre, Pedro Giraudo, Claudio Ragazzi y Octavio Brunetti, destacados músicos de procedencia argentina.
Quint Quintet interpreta a Piazzola
Hay otras incursiones en las que el violinista no ha sido tan afortunado. La película independiente Downtown Express (2011) contó con Philipp Quint como actor principal. La trama era sumamente sencilla: un joven inmigrante ruso, estudiante en Julliard se debate entre obedecer a su padre y seguir el camino trazado para convertirse en un concertista clásico o bien, seguir a una joven que participa de la escena musical underground de Nueva York. La película recibió malas críticas, aunque todas parecían coincidir en que lo que valía la pena era la música. A sabiendas de esto, tuve que preguntarle “¿Qué te llevó a filmar Downtown Express?” y con esa actitud enérgica, tan particular de él, dijo “Actuar es algo que siempre quise hacer. Cuando se presentó la oportunidad de protagonizar una película pensé: ¿por qué no?”
Maestra en filosofía, publicista y aficionada a la música clásica