Nicolas Edme Rétif (o Restif) de la Bretonne nació en Sacy el 23 de octubre de 1734, durante el Ancien Régime. Hijo de campesinos y educado por un pariente párroco, Retif, tipógrafo, creyente, padre de familia y autor moralizante o pornográfico, escribió componiendo directamente con tipos de imprenta sus 48 libros de diversos géneros y repartidos en 250 volúmenes y 61,000 páginas. Noctámbulo y burdelero, fue inscribiendo en árboles y paredes de París los 366 nombres de las mujeres por él amadas y quizá seducidas, y las fechas referentes. Aunque favorable a la monarquía, leyó a Voltaire, a Rousseau, a Diderot y Beaumarchais y se adaptó al zigzag de la Historia aceptando el gobierno revolucionario y luego en el nouveau régime fue ocasional informante de la policía. Entre sus muchas novelas y ensayos y dicursos, escribió una autobiografía novelada: Monsieur Nicolas, o El corazón humano develado, pero sus dos obras mayores son crónicas precursoras del género del reportaje: Las noches de París y, dentro de éstas, las actualmente llamadas Las noches revolucionarias. En sus últimos días, que pasó junto a su hija Marion (con quien se dice que tuvo relación incestuosa cuando era muchacha), aún escribía un libro más: Los póstumos.
Y falleció el 3 de febrero de 1806, a los dos años de haberse inaugurado el imperio napoleónico.
TODO LO DE LA NOCHE
Las Noches de Rétif forman un extenso reportaje testimonial cuya escritura, trufada con audaces neovocablos y anécdotas picarescas y pornográficas, fluye torrencial con vivaz estilo “incorrecto” . Aunque su nombre propio y de pluma significa reticente, Rétif no fue escritor de reticencias: él testimonió de lo que bullía en la ciudad, del denso enredijo de las grandes y anodinas vidas. Todo de negro vestido, con negro sombrero alón y negra capa, con un inquisitivo candil en la mano, se autonombró el Búho, y como un detective entre pícaro y vampiresco o como un miliunanochesco sultán paseante de incógnito en un París-Bagdad, o más bien como un reportero avant la lettre, visitaba los barrios de la alta y la baja burguesía, las callejas de la mendicidad y el crimen, las tabernas, las casas de putas y las guaridas del hampa.
A la entrada de su vasta y varia “nota roja”, Rétif, cronista de la ciudad pública y a la vez secreta, profiere este párrafo prerromántico y algo premaldororiano (como magníficamente recitado por Jean–Louis Barrault en La noche de Varennes, el gran film de Scola sobre la caíada de Louis XVI):
“¡Búho, tu grito fúnebre me ha estremecido en la noche! Triste y solitario como tú vagué en la tiniebla de la urbe monstruosa. El fulgor de los faroles acuchillaba las sombras. ¡Cuántas cosas quedan por ver cuando el sueño ha cerrado los ojos a todos! He velado por vosotros, durmientes ciudadanos; he explorado la ciudad pecadora y criminal, he robado sus secretos que os vendo ahora. ¡Me he convertido en el Búho! Ni la lluvia ni la fatiga ni la somnolencia me disuaden de querer ver todo. Pinten otros lo que han visto en el día; yo pinto lo que no vieron en la noche. ¡Lector, escribo para ser tu amigo! Verás en este libro pasar revista a los abusivos, a los viciosos, a los criminales, a los truhanes, a las víctimas de la mala suerte y de las pasiones ajenas, y también a los inocentes que son condenados por crímenes que no cometieron. Y, acompañando a todo lo que te contaré, irán páginas vigorosas en las que me anatomizaré yo mismo para exhibir el mecanismo del corazón humano.”
En la escritura rápida y desatada de Rétif, tan fresca hoy como entonces, el reportaje se contamina o sazona de novela erótica, de folletín frenético y de autobiografía. Los variados episodios de su crónica alguna vez rozan un realismo onírico casi maldororiano, aunque sin lirismo satánico, y cuando se inicia la Revolución en 1789 continúa entretejiendo la Historia social y la de la propia vida. Si esa vasta crónica resulta de un ímpetu grafómano que combate cuerpo a cuerpo con la Historia, ningún historiador más “serio” que el Búho Espectador habrá escrito páginas tan vivas sobre la caída del monarca y sobre el inicio de la Revolución Francesa.
Jean Dutourd consideró al inacadémico Rétif de la Bretonne el más grande escritor del siglo XVIII francés.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.