IlustraciĂłn: Arturo Ocampo

Saludos desde… Ciudad InĂștil

En esta serie, siguiendo los pasos de Italo Calvino, enviamos postales desde algunas ciudades imaginarias. 
AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Un turibĂșs pasea a los visitantes por los monumentos principales de la ciudad. El monumento al tiempo perdido en el centro, el monumento a lo inĂștil en una de las plazas, a la vuelta del hemiciclo a la espera. El guĂ­a de turistas da unos golpecitos al micrĂłfono, se asegura de que estĂ© encendido y dice: “De favor, metan las manos si van a fotografiar la escultura a la cadena de clips que tenemos a la derecha.”

Una ciudad mediana en la que nacen en promedio tres niños por hora. Tenemos el honor de informar, dijo el alcalde esta mañana, que hoy nació el primer niño llamado Google, rindiendo homenaje al tiempo que pasamos ahí.

Principalmente hay salas de espera. La gente pasa el tiempo en las salas de espera como en otros lugares pasan el tiempo trabajando. En esta ciudad se disfruta pasar el tiempo sin ninguna finalidad prĂĄctica. No hay consulta, cita o trĂĄmite a realizar. Hay sillas cĂłmodas, sillones acolchados, mesas dotadas con una gran variedad de revistas viejas y diversos temas de conversaciĂłn. Es comĂșn que la convivencia en las salas forme lazos, durante los primeros dĂ­as suelen formarse. Leer el horĂłscopo de hace dos años, a la persona que azarosamente se sentĂł al lado, puede ser el comienzo de una larga amistad.

Un dato curioso: la producciĂłn de plantas y flores de tela para decorar salas de espera es una de las principales exportaciones.

Una de sus peculiaridades es el tipo de prensa local. Los periĂłdicos dan preferencia a todo lo secundario. En las oficinas de redacciĂłn dominan los temas conocidos como poco importantes. No es extraño encontrar en la primera plana titulares como: “Adolescentes discutirĂĄn poesĂ­a esta noche”, “Aprueban paseos para mostrar especies de ĂĄrboles” o “Alcalde declara que lo despertĂł la tormenta”.

No hay revistas nuevas. Y como la producción estå principalmente destinada a las salas de espera, las oficinas de redacción trabajan con información vieja y las publicaciones estån fechadas con el año correspondiente. Los mås innovadores son los que llegan mås atrås en el tiempo. Recientemente, unos jóvenes universitarios sacaron una fascinante publicación con información del siglo XVIII.

De ahĂ­ el novedoso servicio que ofrece el envejecimiento de pelucas.

Como no existĂ­a el servicio ni el local para llevar una peluca a la que cada tanto, le ponen canas o le quitan pelo (dependiendo si el cliente prefiere la alopecia), parte del trabajo de los jĂłvenes consistiĂł en llevar el texto a la realidad. Como ellos, otros jĂłvenes llenan la colonia de moda con toda clase de servicios salidos de los libros. Entre mĂĄs absurdos, mĂĄs exitosos.

Procastinar es una palabra de uso comĂșn, es por eso que los relojes no tienen manecillas y los celulares no tienen reloj. AquĂ­, entre mĂĄs inĂștil algo, mayor valor tiene.

Platicar, escuchar la conversaciĂłn de las personas en la mesa de al lado, prestar atenciĂłn a las hojas cayendo de los ĂĄrboles, observar largamente una pecera en un restaurante japonĂ©s, ver videos en YouTube, escuchar mĂșsica, mandar ligas a blogs graciosos, mensajearse por celular con emoticones sinsentido, tener en Instagram el historial fotogrĂĄfico de todos los postres que ha comido un hombre y en Twitter leer en tiempo real la crĂłnica de una pelĂ­cula B, son actividades consideradas de provecho. No hay culto a la rapidez, la utilidad, a la productividad ni hay culto a la celebridad porque una jornada exitosa consiste en pasarla bien.

Como reventar burbujas de la envoltura de plĂĄstico.

El servicio telefĂłnico se distingue por ser el mĂĄs caro del continente y destaca porque nadie atiende nunca en sus oficinas. Es intencional, un circuito pensado para perder tiempo y dinero en un solo servicio. Las grabaciones son laberintos sin salidas. Corre la leyenda urbana de que una vez un hombre consiguiĂł ser atendido; iba a quejarse de los altos costos, pero al escuchar una voz otro lado de la lĂ­nea el cliente se emocionĂł tanto que optĂł por invitar al operador a tomar unos tragos.

La Mafia de las Aspiradoras ha cobrado fuerza en los Ășltimos años. Su lĂ­der, el conocido traficante de electrodomĂ©sticos, ha logrado expandir sus redes. No es raro que un adolescente ofrezca licuadoras o cronĂłmetros por bajas cantidades de dinero.

La moneda local es el Proust.

Este lugar proclamĂł su independencia a la realidad en 1911. Todo lo inĂștil, el tiempo perdido y la espera son el emblema. Se trata de una ciudad pensada para pasarla bien en el trayecto sin finalidad ni meta alguna.

+ posts


    × Â 

    Selecciona el paĂ­s o regiĂłn donde quieres recibir tu revista:

        Â