Sed sencillos

En El comensal, la primera novela de Gabriela Ybarra, la autora vasca narra con frialdad y exactitud la muerte de su madre y el asesinato de su abuelo por ETA.
Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Hay una escena en El comensal (Caballo de Troya, 2015), el primer libro de Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983), que resume su vocaciรณn de registro. La madre de la autora se muere de cรกncer. En un hospital de Nueva York, rodeada de su familia, recuerda su vida. Su marido, periodista y excorresponsal, y su hija, ahora escritora, la escuchan y escriben. La autora lo hace en un recibo que encuentra en su cartera. En otras ocasiones, en su afรกn de exactitud, escribe en una libreta en el propio lugar de los hechos: el bosque donde ETA asesinรณ en 1977 a su abuelo, un gran polรญtico y empresario vizcaรญno del franquismo, la tumba de su madre. Describe lo que observa y se pregunta por los detalles mรกs insignificantes: si la tumba estaba a la izquierda o a la derecha del camino, al borde de este o no. Al describir la muerte de su abuelo, utiliza crรณnicas del ABC de la รฉpoca y es incluso forense: “entrada [de la bala] por posterior occipitotemporal izquierda, con salida en la regiรณn frontal derecha en direcciรณn oblicua de abajo arriba y de izquierda a derecha”.

La narraciรณn frรญa de la enfermedad, los hospitales de Nueva York, el interรฉs por los hechos recuerdan al esfuerzo periodรญstico, casi paranoico, de Joan Didion por comprender las muertes de su marido y su hija en El aรฑo del pensamiento mรกgico. Pero donde Didion intenta racionalizar lo ocurrido, busca en vano seรฑales del pasado que lo anticiparan y elabora un tratado รญntimo sobre el dolor y la pรฉrdida, Ybarra solo registra. Narra para comprender. El luto va por dentro. En la historia, solo llora de niรฑa o en sueรฑos.

Los asesinos de Javier Ybarra fueron tambiรฉn muy exactos. Las indicaciones que enviaron para encontrar el cuerpo tras asesinarlo en 1977 permiten a la autora volver 35 aรฑos despuรฉs. Llega al lugar del crimen, vuelve al coche y escribe. Su prosa es sencilla, sin excesos, a veces cortada con cuchillo. Crea escenas anticlimรกticas que mantienen la tensiรณn. Tras regresar de la colina donde encontraron el cadรกver de su abuelo escribe: “He vuelto al coche. Son las 16.04. Ya no hay ovejas. El prado vacรญo me inquieta. A la derecha estรก aparcado un SEAT blanco, pero no veo a nadie.” Su voz es seca y desapegada, y los destellos de calidez y ternura se vuelven amargos: la protagonista lleva un vestido de su madre y no lo lava durante meses porque huele a ella; a su funeral acude con รฉl: “Todo empezรณ a oler a ella. Mi madre y yo enterrando a mi madre.”

Las dos muertes se entrelazan constantemente. La de la madre rescata a la del abuelo: el padre de Ybarra, tras la muerte de su mujer, comenzรณ a recordar el secuestro de su padre. La hija amplรญa la historia desde ahรญ: la recreaciรณn del asesinato, el miedo a ETA y a los coches bomba, las amenazas, el silencio civil frente al terrorismo, el Paรญs Vasco opresivo de los setenta y ochenta. No va mรกs allรก (y quizรก se echa en falta: la historia del abuelo pide una larga narraciรณn). Aunque la autora habla de la liberaciรณn que supuso el cese de la violencia terrorista, El comensal no es exactamente una exploraciรณn de la memoria colectiva del terrorismo, sino algo mรกs รญntimo. Pero lo รญntimo se hace pรบblico. “Mi intimidad aรบn es polรญtica”, dice al reflexionar sobre su familia, sobre Vizcaya, sobre un texto del escritor falangista Sรกnchez Mazas en el que elogia la polรญtica de familias de Vizcaya frente a la polรญtica de los individuos. “El lenguaje, los silencios, las casas, la convivencia, los sentimientos… Todo es polรญtica”, continรบa Ybarra.  La intimidad de su familia es la polรญtica de Vizcaya y la memoria del terrorismo. El terrorismo hace pรบblicas las intimidades.

Ybarra deja que conversen las dos historias para no recurrir a grandes moralejas vitales. La introspecciรณn es mรญnima. No hay lecciones de vida, salvo un lacรณnico “sed sencillos” de la madre cuando ya es consciente de que va a morir y que la autora adopta como estilo de trabajo. El libro termina con ese sencillo consejo y la รบltima frase de su abuelo: “Lo mรกs que me pueden hacer es darme dos tiros.”

+ posts

Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: