Fui a ver a Bob Dylan en San Diego y sobra decir que fue todo un acontecimiento. El repertorio fluctuó entre temas recientes de discos como Modern Times y obviamente Tempest, así como temas clásicos como “Tangle up in blue”, “It ain’t me, babe”, “Visions of Johanna” y, para cerrar, “Blowin’ in the wind”. Por primera vez vi a un Dylan condescendiente con sus fans, con esporádicas sonrisas y extraños y hasta cierto punto enternecedores bailes sobre el escenario, pasando del piano a la armónica y la guitarra eléctrica. El público lo ovacionaba, pedía más pero no era suficiente. La gente aún quiere a Bob Dylan, aún lo estima. Ir a verlo a sus ya 71 años fue un recordatorio de que Dylan continúa reinventándose, sin dejar de ser él mismo. Nunca decepcionante, siempre magistral. Toda una experiencia. ~
Éxito, ejido y forajido
El siguiente ensayo indaga el cambio cultural que hizo posible que hoy se hable de éxito solo en un sentido positivo.
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Christian Marclay es para algunos un artista difícil de escuchar porque lo suyo no es la música; ni siquiera el sonido en un sentido pragmático, sino la zona en la que éste se rebela contra…
Un día en la Ida
No habré de agregar más a los comentarios sobre la poesía de Ida Vitale, una poesía tan de veras: el escrutinio del alma guiado por el lenguaje cuya “indescriptible exactitud nos borra”, como…
No todo se jodió
Qué país cuentas dice qué país habitas. Y buena parte de los medios y sus colaboradores han decidido que México se reduce a 20 municipios convulsionados y tres oficinas de gobierno.
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