Un tiempo llamado Octavio Paz

Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

El viernes 30 de septiembre, en la sede del Cรญrculo de Lectores de Madrid, se celebraron dos actos dedicados a Octavio Paz con motivo del cierre de sus Obras Completas en la editorial Galaxia Gutenberg. Pere Gimferrer, Juan Goytisolo, Sรกnchez Robayna, Gonzalo Rojas, Frederic Amat, Juan Antonio Masoliver, Fรฉlix de Azรบa, Juan Luis Panero, Jaime Siles, Tomรกs Segovia, Nicanor Vรฉlez, Josรฉ Miguel Ullรกn, Jenaro Talens, Ada Salas, Olvido Garcรญa, Aurelio Major, Cรฉsar Antonio Molina y quien esto escribe participaron en los actos de homenaje. La secciรณn de la tarde consistiรณ en la lectura de poemas de Paz, brevemente introducidos con una evocaciรณn del autor o aclaraciรณn crรญtica. Faltaron poetas que fueron amigos o han sido lectores de Paz, unos porque han fallecido (dato definitivo), otros porque sus ocupaciones se lo impedรญan. Varios, al no haber sido invitados, no aparecieron por la platea. No estaban todos y no todos eran, pero el homenaje tuvo una dimensiรณn coral notable y se pudo oรญr la poesรญa del poeta mexicano, en otras voces. Creo que el volumen VIII que cierra las obras completas de Paz abre un mundo realmente extraordinario. Hay que decirlo claro: la variedad, profundidad, belleza y unidad de la obra de Paz es รบnica en toda la literatura de lengua espaรฑola del siglo XX. Esto no lo hace mejor que Borges, Neruda, Lorca o Antonio Machado, porque a cierto nivel de creatividad hablar de medidas supone una actitud deportiva o cicatera que poco tiene que ver con la verdadera dimensiรณn de la imaginaciรณn. Paz no supera a los grandes poetas, es uno de ellos; pero su mundo intelectual y la capacidad de diรกlogo altamente inteligente relativo a aspectos culturales que abarcan la poesรญa occidental, la japonesa, la polรญtica del siglo XX, la estรฉtica y el mundo barrocos, cientos de asuntos importantes de la cultura mexicana, aspectos de la antropologรญa estructural, el budismo, la idea del amor, la pintura moderna… No un catรกlogo sino mundos que se imantan, que se reflejan, a veces para negarse, otras para afirmarse en la negaciรณn, mundos a la bรบsqueda de significado, o mejor dicho, de sentido: sea รฉste una fugacidad suficiente o la perfecciรณn de lo finito. ยกQuรฉ gran obra si hubiera lectores!

La recepciรณn en Espaรฑa de la obra de Paz ha sido desigual. Hay que destacar la labor crรญtica y editorial de Pere Gimferrer, algรบn artรญculo de รฉste o aquel y dos o tres libros de dudoso valor. Lo mismo cabe decir de su influencia en la poesรญa posterior a los aรฑos sesenta (salvo en Gimferrer o Robayna), aunque ha sido mรกs notable en el campo del pensamiento polรญtico-filosรณfico (Savater, entre otros). Resulta curioso, por ejemplo, que cuando se comienza a traducir poesรญa japonesa en Espaรฑa, es decir, tankas y haikus, no se tuvieran en cuenta โ€”aunque estaban al alcance de cualquieraโ€” sus รบtiles y sutiles enseรฑanzas. Algo que, sin embargo, sรญ asimilaron Aurelio Asiain y Orlando Gonzรกlez Esteva, un mexicano y un cubano, quizรกs dos de los mejores traductores de poesรญa japonesa en nuestra lengua. Algunos han interiorizado ese diรกlogo, como es el caso de Josรฉ-Miguel Ullรกn (en cierto sentido, y en otra direcciรณn, como hiciera Severo Sarduy), y, desde hace algรบn tiempo, en algunos jรณvenes comienza a hacerse evidente una lectura activa y productiva, como es el caso de Jordi Doce. Lamentablemente, y por razones largas de explicar, con el surgimiento de la polรฉmica suscitada entre las tendencias de la poesรญa de la experiencia y la del silencio (denominaciones ambas insuficientes cuando no errรณneas), tanto lo mucho aprovechable de Josรฉ รngel Valente, a pesar de sus extremos, como las enseรฑanzas de Paz, se perdieron en fobias y chulerรญas sin cuento. Algunos de nuestros poetas dieron lo peor de sรญ en esta polรฉmica y un realismo substancialista asomรณ su chato rostro en la poesรญa y la crรญtica. Varias taras morales y limitaciones de otro orden se disfrazaron con la mรกscara de la suficiencia.

La primera noticia que tuve de la obra de Paz debiรณ ser en el aรฑo setenta y cuatro. Yo vivรญa en un pueblo del sur de Espaรฑa y desde hacรญa algรบn tiempo compraba los volรบmenes de poesรญa de la Colecciรณn Ocnos: Lezama, Borges, Gil-Albert, Roberto Juarroz, Alejandra Pizarnik, Enrique Molina…. Esos libros, asรญ como la lectura previa, adolescente, de los poetas de la Generaciรณn del 27 y de Pablo Neruda, me ayudaron a entrar, con relativa facilidad (y felicidad), en la obra de Paz a travรฉs de una antologรญa de sus poemas, tambiรฉn publicada en Barcelona, La centena (Barral, 1969). En esa รฉpoca, mi fascinaciรณn mayor fue con “Piedra de sol”, pero unos meses despuรฉs, en Parรญs, tropecรฉ con la primera ediciรณn en espaรฑol, acordeonada, de “Blanco”: de la linealidad circular (valga la paradoja) de “Piedra de sol”, de su diรกlogo con el mundo mexicano y la poesรญa francesa, a la transfiguraciรณn iniciรกtica, de inspiraciรณn tรกntrica, de su experiencia oriental. Inmediatamente vinieron sus ensayos, primero El arco y la lira, seguido por El laberinto de la soledad. No necesitaba mรกs para saber que nada me iba a desengaรฑar: Paz me habรญa hechizado. Pasaron los aรฑos y con ellos mi vida dio varias vueltas, y un dรญa de 1986 me encontrรฉ hablando con el poeta mexicano. Desde entonces y hasta unos meses antes de su muerte, en 1998, seguimos conversando en Madrid o en Mรฉxico, por carta o por telรฉfono. A pesar de la diferencia de edad y de todo lo demรกs, fuimos amigos. Me fascinaba dialogar con รฉl y a veces lo temรญa (un temor que me hacรญa hablar mรกs…). Su cultura era tan vasta como su inteligencia, y ambas estaban regidas no por la erudiciรณn pedante sino por una bรบsqueda apasionada y autรฉntica. Desde hace siete aรฑos no sรณlo lo echo de menos a รฉl y su analรณgica conversaciรณn โ€”porque Paz era un analogista: un vรฉrtigo del saber alimentado por una fuerte imaginaciรณn que imantaba mundosโ€” sino a lo especรญfico de la verdadera aventura que significaba para mรญ cada uno de nuestros encuentros. Conversar con Octavio Paz suponรญa, o podรญa suponer, ser exigente con uno mismo. Hombre serio que no entendรญa de chistes, poseรญa en cambio un gran humor y una enorme simpatรญa (en los dos niveles de significado del tรฉrmino). Su interรฉs por los sรญmbolos y las abstracciones no era superior al que tenรญa por las personas. El otro, para Paz, existรญa de verdad. Si “conversar es humano”, Paz lo fue profundamente. No he conocido a ningรบn poeta tan fascinado por la poesรญa. La poesรญa, es decir (es un decir) la imaginaciรณn afirmativa que pone en contacto el lado oscuro y el lado visible de la realidad. Al oรญr el otro dรญa a mis compaรฑeros de homenaje leer los poemas que habรญan elegido de Paz, pensรฉ que todos formรกbamos una suerte de renga, precisamente porque Octavio Paz ya habรญa disuelto y resuelto la autorรญa en el poema. Octavio Paz, un poeta que no estorba al poema, que lo deja hablar (una pasividad que requiere actividad previa: una moral ante las palabras y la afinaciรณn de los sentidos). Al fin y al cabo, un poeta es sรณlo un momento de la lengua poรฉtica. El momento que hablรณ en Octavio Paz durarรก siempre. –

+ posts

(Marbella, 1956) es poeta, crรญtico literario y director de Cuadernos hispanoamericanos. Su libro mรกs reciente es Octavio Paz. Un camino de convergencias (Fรณrcola, 2020)


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: