Tal vez sea cierto que ya no es posible viajar sin hacer turismo. Desplazarse de un lugar a otro casi obliga a adoptar una serie de convenciones que a todos nos igualan: los lugares famosos, las fotos obligatorias, los restaurantes recomendados, las ropas cómodas. Probablemente eso no tenga nada de malo, pero sí parece despertar en quienes desean ser verdaderos viajeros el deseo de ir a lugares desconocidos o poco recomendables, o tal vez a lugares tan concurridos que, paradójicamente, permiten una mirada singular.
Eso es lo que presentamos aquí, ocho viajes –a un pueblo con gran porcentaje de albinos, a Marina d’Or, al cráter de un meteorito en Perú, al Irán de Ahmadineyad, a una franquicia de cafeterías, a Surinam, a Miami y de punta a punta de los Estados Unidos- que pretenden, y probablemente consigan, ser antiturísticos: individualistas, empecinados y con curiosidad sin clichés.
Pero esta colección de crónicas, además de una buena lectura veraniega y un poco a contracorriente, también quiere ser un pequeño homenaje a una revista hermana, Etiqueta Negra, en la que no sólo aparecieron por primera vez algunos de los textos aquí publicados, sino que, como quien dice, inventó este género de crónica antiturística tal y como lo conocemos hoy en lengua española. Nuestro agradecimiento a ellos. Y feliz agosto para todos. ~