Es una pena que Gustavo García, uno de los pocos críticos mexicanos de cine que escribía con inteligencia y objetividad, falle rotundamente en su crítica a Amores perros, la mejor película mexicana en muchas décadas, y pretenda hacernos creer que se disfraza de "grito y estallido" al carecer de toda coherencia narrativa y actoral, a excepción de Emilio Echevarría. Según él es un conjunto de historias no redondeadas que dan la impresión de sí estarlo para un público mexicano a quien, sin decirlo, considera retrasado mental e incapaz de entender que algo está bien narrado.
Parece ser que Gustavo García vio otra película, pues considera que el maestro obvio de González Iñárritu es Arturo Ripstein, el maestro de plano secuencia y uno de los cineastas de ritmo más lento en el mundo. González Iñárritu narra montando escenas ágiles en distintas angulaciones, Ripstein no. En cuanto a lo miserabilista, pueden parecerse, porque se parecen a la realidad. ¿Desde cuándo los hijos de las clasestrabajadores mexicanas deben ser redimidos por la cinematografía, cuando han tenido ellos mismos la oportunidad de redimirse? Después de todo, el cine, como toda obra de la imaginación, es una ventana a la realidad, lo que notiene nada que ver con las palabras "verosímil" o "inverosímil" a las que García es tan afecto. El connotado guionista y realizador Paul Shrader pasa cincopáginas de una entrevista tratando de demostrar por qué "inverosímil" es una palabra que no debe usarse nunca cuando se habla de cinematografía, ya que deja de lado a figuras como King Kong, Alien y hasta Marylin Monroe y citizen Kane. El cine puede ser "plausible" o "implausible", pero jamás "verosímil" e "inverosímil", porque la verdad es siempre relativa. La razón por la que nollaman a un experto en instalación de duelas para sacar al perrito Richi es porque existe algo llamado convención cinematográfica, un trato tácito entre el autor y el espectador en el que se propone aceptar o no premisas tan "inverosímiles"como que un gorila sea gigante y asole Nueva York, o que una ballena blanca sea invencible a todo intento humano por matarla. Creo que, a diferencia de usted, habemos muchos entre el público mexicano que consideramos a Amores perros la película mexicana de calidad que habíamos estado esperando ver, algo casi tan inusitado como tener un presidente de la república que no es del PRI.-