La noche del 22 de febrero de 1913 Francisco Ignacio Madero y Josรฉ Marรญa Pino Suรกrez fueron asesinados a espaldas de la penitenciarรญa de Lecumberri. Sin duda, con este crimen se consumรณ la traiciรณn a la democracia mรกs emblemรกtica de Mรฉxico y se desatรณ una de las guerras civiles mรกs cruentas de nuestra historia. Vale la pena recordar algunos testimonios y cartas de aquellos aciagos dรญas.
– Manuel Guerra de Luna
Porque si un Gobierno como el mรญo, que ha cumplido honradamente con sus promesas, que ha hecho todo lo que su inteligencia le alcanza por el bien de la Repรบblica, que ha llegado al poder por el voto casi unรกnime de todos los mexicanos, como nunca habรญa sucedido; si un gobierno asรญ no pudiese subsistir en Mรฉxico, seรฑores, deberรญamos decir que el pueblo mexicano no estaba apto para la democracia; que necesitamos otro nuevo dictador, que viniese con su sable a callar todas las ambiciones, a sofocar todos los esfuerzos que hacen los que comprenden que la libertad รบnicamente puede ser fructuosa dentro de la ley.
Francisco I. Madero
(16 de septiembre de 1912)
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En la vรญspera de la Decena Trรกgica, el sรกbado –8 de febrero de 1913– en la tarde, acompaรฑรฉ al presidente Madero, en uniรณn de otras personas adictas a รฉl, a inspeccionar un terreno que habรญa adquirido en la Colonia del Valle, en el que habรญa unos รกrboles y proyectaba construir una residencia para vivir como ciudadano despuรฉs de su periodo presidencial. En ese terreno habรญa brotado el agua de un pozo artesano y este hecho motivaba la visita. El agua corrรญa por un pequeรฑo canal abierto a flor de tierra.
Ante el grupo de visitantes apareciรณ de pronto una culebra y a su vista no faltรณ quien diera la voz para matarla. El presidente se opuso y la culebra desapareciรณ entre el pasto y las sinuosidades del terreno. El comentario fue que asรญ como esa vรญbora escapaba, asรญ habรญan escapado otras vรญboras [como los complotistas Fรฉlix Dรญaz y Bernardo Reyes] que echarรญan por tierra al gobierno de Madero. El presidente, al oรญr el sรญmil, prorrumpiรณ con afabilidad y convicciรณn:
“La vรญbora que acaba de escapar y las vรญboras a que ustedes se refieren tienen derecho a la vida. Nosotros no debemos atentar contra esas vidas.”
Periรณdico sin nombre y fecha /
Archivo documental de la familia Madero
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Mas el primer aviso del ominoso drama que estaba por desatarse, se presentรณ ante la familia del presidente: cuando su hermana รngela, sentada en un cรณmodo asiento del Castillo de Chapultepec, escuchรณ un tronido en la ventana. Al levantarse, solo se pudo percatar que una bala habรญa atravesado el cristal, para incrustarse justamente en el asiento que se encontraba sentada, salvรกndole la vida. Un adversario polรญtico o un traidor militar decidiรณ disparar con un rifle, desde las faldas del castillo, en el Bosque de Chapultepec… ¡Con suerte y mataba a Madero!
Entrevista a nieta de รngela Madero (sin fecha) /
Archivo documental de la familia Madero
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Se hallaba Gustavo [Madero, hermano del presidente] en el nรบmero 14 de la calle de Londres. Un joven ejercรญa el encargo de hablar con los que venรญan a pedir audiencia. Tenรญa que ser firme, porque eran muchos los que se limitaban a quitar el tiempo o a pedir dinero prestado. Una tarde se presentรณ con la exigencia de ver a Gustavo un sujeto que se decรญa coronel. El hermano del presidente finalmente ordenรณ que lo dejaran pasar. Despuรฉs de una historia lamentable de fracasos y penas, el coronel pidiรณ cien pesos prestados. Gustavo, quien se habรญa interesado en el individuo, le dijo: “Cien pesos no le van a servir para nada” y, sacando dinero del bolso, “tome estos quinientos para que se rehaga”.
El coronel se puso de pie y casi mudo de gratitud se despidiรณ de Gustavo, pero al salir a la calle no se marchรณ, sino que se quedรณ parado cerca de la casa. Al poco rato saliรณ Gustavo para tomar su automรณvil, pero el oficial a quien acababa de socorrer se le acercรณ y le pidiรณ cinco minutos de conversaciรณn privada. Por fin, lo tomรณ del brazo y se encerrรณ con รฉl en su oficina.
La entrevista fue larga y el coronel saliรณ hacia la calle. Por fin apareciรณ Gustavo. Habรญa perdido el color y daba todas las muestras de agitaciรณn de la usual compostura de un caballero. Subiรณ al automรณvil y le ordenรณ a su chofer de confianza que se dirigiera de prisa hacia el Castillo de Chapultepec. Gustavo sacรณ de su mano izquierda un papel. “Son veintidรณs”, dijo Gustavo, “menos uno que es el coronel que acaba de estar conmigo, casi todos con altos puestos en el Ejรฉrcito.”
Si todos esos militares forman parte de la conjura. La situaciรณn era desesperada…
Josรฉ Vasconcelos /
Don Evaristo Madero. Biografรญa de un Patricio
(editada por la familia Madero en 1958)
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Mi papรก y mi tรญo Pancho tuvieron un altercado: “Pancho, con esa actitud que tรบ tienes nos van a matar.” A lo cual le respondiรณ el presidente: “Ya lo sรฉ que nos van a matar.” Gustavo le increpรณ: “¿Pues a ti no te importa, verdad?” Y le respondiรณ el presidente: “Pues no.” “Pero a mรญ sรญ”, dijo Gustavo, “porque tengo a mis hijos y a mi mujer y no quiero que me maten.” El presidente finalmente le aconsejรณ: “Pues vete de Mรฉxico, vete de embajador a Japรณn para que no te maten.”
Entrevista a Carolina Madero Villarreal,
hija de Gustavo Madero
(editada por la familia Madero en 1958) /
Archivo documental de la familia Madero
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No me habรญa comunicado contigo porque estaba hablando con el presidente y el general Huerta. Confirmo lo que dije: estamos seguros del triunfo y probablemente en fecha no muy lejana. Tan luego termine esto y se arreglen las comunicaciones, irรฉ a pasar unos dรญas contigo… estรฉn pues tranquilos. El viaje al Japรณn lo he diferido un mes mรกs. Muchos recuerdos para todos, y que nuestros hijos reciban mi corazรณn…
Telegrama de Gustavo Madero a su esposa,
Carolina Villarreal (sin fecha) /
Archivo documental de la familia Madero
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Voy a relatar a usted cรณmo se llevรณ a cabo la aprehensiรณn de Francisco I. Madero:
Estaban reunidos Madero y sus ministros en el salรณn pequeรฑo de los ayudantes donde desemboca el elevador [a un lado del salรณn Presidencial de Consejos] cuando sin esperarlos, por los salones contiguos a este, entraron el teniente coronel Teodoro Jimรฉnez Riveroll, el mayor Rafael Izquierdo y Enrique Gonzรกlez, de igual grado, acompaรฑados de veinte hombres del 29o Batallรณn. Al momento intentรณ un ayudante de Madero, de apellido Garmendia [Gustavo], impedir a los reciรฉn entrados el paso, pero al manifestar Riveroll llevar una comisiรณn del propio primer magistrado, ya no se les opuso resistencia, penetrando hasta el salรณn de la junta los tres jefes mencionados.
Madero, tan pronto como los vio, les dijo estas palabras: “Quรฉ vienen ustedes a buscar aquรญ.” Riveroll le respondiรณ que era preciso que lo acompaรฑara. “Adรณnde”, volviรณ a decir Madero.
Y sin mediar ya ningรบn intervalo de tiempo, Riveroll, con energรญa, le contestรณ: “Es usted preso y, por lo mismo, es fuerza que renuncie cuanto antes.” “¿Quiรฉn pide que renuncie?”, dijo Madero; a lo cual respondiรณ Riveroll: “¡El Ejรฉrcito!”
No bien terminaba el mencionado Riveroll de hablar, cuando con prontitud y violencia Garmendia sacรณ de uno de sus bolsillos una pistola y disparรณ incontinenti sobre Riveroll. Este recibiรณ el balazo en la parte baja de la barba, cayendo muerto en el acto, al mismo tiempo que Federico Montes, que desempeรฑaba ya funciones de inspector de policรญa, disparaba sobre el mayor Izquierdo, siendo igualmente muerto al instante. La herida de este fue en un ojo.
Carta anรณnima (25 de febrero de 1913) /
Archivo documental de la familia Madero
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Hoy nos llegaron varias cartas de Monterrey, entre ellas venรญa una tuya para mรญ, la cual leรญ llorando. Ay, hermanita querida, cรณmo pienso en ti y tu bienamado esposo [Gustavo Madero]. Me dices en tu carta que te pesa no haberte ido a Mรฉxico, es cierto que te habrรญas pasado unas semanas mรกs con รฉl, pero, por lo demรกs, te habrรญan hecho lo que a la pobre de Sara [esposa del presidente Madero], que a pesar de rogar que la dejaran ver a Pancho un momento nomรกs, no la dejaron y, desde el 9 [de febrero] que comenzaron los terribles sucesos, no lo volviรณ a ver sino en el cajรณn de muerto, amortajado, ya listo para su รบltima morada.
El dรญa que fuimos a enterrar a Pancho, cuando salรญamos del panteรณn, se me acercรณ una mujer y me dijo que el dรญa anterior habรญa visto en el panteรณn de Dolores a soldados que habรญan ido a enterrar varios cadรกveres, todos juntos menos uno y, por lo que oyรณ o supo, era el de mi hermanito Gustavo, y en efecto, resultรณ ser verdad. Dos dรญas despuรฉs lo llevaron a enterrar al lado de Pancho, en la fosa que mamรก dejรณ separada para cuando lo enterraran; nadie tenรญa esperanza de que asรญ fuera por lo que sus verdugos decรญan que no lo entregarรญan nunca, pero la Providencia nos permitiรณ siquiera poderlo recoger; si vieras que me quitaba el sueรฑo ese solo pensamiento. Imaginarme que estarรญa ahรญ nomรกs, en la misma Ciudadela, profanados por losas pisadas de tanto infame. Afortunadamente estรกn ya en nuestro poder y su alma purificada, asรญ como la del pobrecito de Pancho: estarรกn en la mansiรณn de los justos gozando de Dios.
Sarita no se resuelve a escribirte, nomรกs empieza y llora. Pobre, cรณmo ha sufrido. Ya me muero por verlas, ¿cuรกndo serรก? De pensar que no podemos volver a nuestra tierra para estar con ustedes y ver a nuestros muertos me da no se quรฉ. La seรฑora de Pino Suรกrez estรก ya en Yucatรกn, afectada de un oรญdo desde el dรญa que supo de la muerte de su marido. A estas pobres gentes no les dejรณ Pino casi nada para vivir. Cuando papรก arregle sus asuntos queremos nosotros ayudarla, lo merece.
Dice Mamรก que cuando ella vio a Pancho le dijo que Pino Suรกrez era el mรกs leal y fiel amigo. Y decรญa que รฉl lo arrastrรณ a esta situaciรณn. Fue leal hasta la muerte. รl fue el que le dio la noticia de la muerte de Gustavo al tercer dรญa. Le afectรณ tanto a Pancho que estaba como un niรฑo, llore y llore. A mamรก se le hincรณ muchas veces pidiรฉndole perdรณn, porque decรญa que รฉl era el causante de la muerte de Gustavo, y que รฉl y nosotras veรญamos claro, que solo รฉl tenรญa una venda en los ojos que lo hizo cometer errores; cรณmo sufriรณ el pobrecito con estos pensamientos, y solo, sin ver a ninguno de los suyos, mรกs que una hora a mamรก y a Meche [Mercedes, tambiรฉn hermana del presidente]. Mamรก lo bendijo y decรญa Pancho que sentรญa un inmenso consuelo, que le quitaba un peso enorme. Al dรญa siguiente era asesinado. Cometiรณ errores de buena intenciรณn, tal vez serรญan esos los designios de Dios. Ya veremos quรฉ fruto nos manda por la sangre de esos mรกrtires. ~
Carta de รngela Madero a Carolina Villarreal
(28 de mayo de 1913) /
Archivo documental de la familia Madero