Eco, Narciso y los procesos fronterizos

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El mito de Narciso y Eco cuenta en parte la historia de todos los que trabajamos, describimos, representamos, intervenimos, buscamos síntomas sobre Tijuana: habiendo aprendido la lección de Derrida sobre la metamorfosis del joven que contempla su imagen en el estanque, creo que de alguna forma hay siempre un narcisismo, una reflexión hacia y sobre nosotros mismos en el encuentro con el "otro". En la activación de cualquier diálogo-interacción artística con un objeto-sujeto, sea una persona, un grupo, una ciudad o una situación, siempre hay una vuelta hacia nuestro yo: cualquier otro es en parte una excusa para esa búsqueda sin paz que el hombre hace de y en sí mismo.

Quizás la parte más original del mito de Narciso es la respuesta de Eco, de su enigmático interlocutor: más que concentrarse en la historia de amor, hay que subrayar la importancia de la relación entre la imagen de Narciso y la voz de Eco. Es el momento en que la voz de la segunda se expresa en una repetición imposible en que Narciso pierde parte de su poder, porque Eco nunca repite lo mismo en realidad.

Lo que quiero decir es que el momento más interesante de la muestra binacional "InSite05" no está tanto en las obras mismas y su notable organización binacional, como en los rastros personales que deja tanto en las respuestas o no-respuestas de los asistentes como en lo que quedará en los artistas mismos después de esta experiencia en sus yos.

"InSite" tiene una historia ya larga de intervenciones del espacio fronterizo entre Tijuana y San Diego, que se inicia en la primera edición del proyecto en 1992. Los directores ejecutivos de este complejo programa son M. Krichman y C. Cuenca, y el director artístico es Osvaldo Sánchez. "InSite05" ha activado su diálogo con el territorio hace casi dos años gracias a una serie de residencias de artistas invitados, y ha abierto oficialmente sus prácticas en el dominio público este pasado 26 de agosto. El último evento se celebrará el 13 de noviembre. Los patrocinadores son varios, desde la Andy Warhol Foundation hasta organizaciones privadas, pasando por instituciones como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes o el Centro Cultural Tijuana. "InSite05" se centra en cuatro componentes: hay la parte de las Intervenciones, curada por Sánchez, en la cual veintidós proyectos de artistas locales y de fuera han iniciado el diálogo con este "Site/Sitio" creando experiencias de dominio público; hay la parte museográfica llamada Farsite/Sitios Distantes, curada por A. Pedrosa, que reúne en dos distintos lugares (Centro Cultural Tijuana y San Diego Museum of Art) la obra de 52 artistas que trabajan narrativas urbanas, y cinco curadores adjuntos que trabajan proyectos documentales sobre cinco megalópolis de las Américas; hay la parte de las conversaciones: una serie de diálogos, conferencias organizadas con invitados especiales llamados a discutir temáticas relacionadas con el evento; y, finalmente, hay la parte mas específicamente visual/informativa de "InSite05", llamada "Escenarios" y que incluye un "Archivo Fronterizo" curado por Ute Meta Bauer, el proyecto visual "Elipsis" y un proyecto en internet.

La parte a la cual me he sentido mayormente cercana, por ser quizás la más afín a cierto discurso social-antropológico, es la de las "Intervenciones", o sea la parte que —como Narciso— produce el diálogo más duro y abierto con Eco —el contexto—, enfocada primariamente en dos conceptos: el proceso y la interacción (esta palabra es siempre parte del vocabulario de InSite) con diferentes interlocutores locales.

Hay proyectos artísticos más articulados; otros más débiles, más refinados, más ambiciosos, más interesados en penetrar el territorio, más estéticos, algunos más sociales. La lista es larga y compleja, pero la premisa es que casi todos tienen el mérito de poner un marco magritiano a ciertas imágenes-situaciones locales, de resaltar ciertas resistencias cotidianas de esta frontera, empezando el juego de espejos que activa Narciso, estimulando el diálogo en algunos casos y su negación en otros. Hay fenómenos que existen desde siempre aquí y que nadie notaba en su singularidad, pero que —con una nueva mirada— toman forma en el sentido de que se hacen evidentes en su utilidad local, como es el caso de los maleteros que existen claramente antes de "InSite", pero que no habían sido formalmente reconocidos y que Mark Bradford detectó.

Las "Intervenciones" cubren varias temáticas: hay artistas que eligieron trabajar con niñas de la calle y personas con problemas de adicción, tratando de estimularlos a autorrepresentarse con una videocámara (Itzel Martínez del Canizo); hay quien trató el miedo, expresión emocional típica de esta frontera (Antoni Muntadas); hay quien interactuó con migrantes construyendo espacios para ellos (J.M. Martín) o zapatos especiales para brincar muros cada vez más difíciles de alcanzar (J. Werthein); hay quien construyó su discurso a través de la creación de talleres de ropa que refleja las preferencias en el vestuario local (BULBO); y quien se enfocó en la difusión de un rumor positivo que se debería desperdigar en la zona fronteriza de manera artificial, para ver sus efectos sociales y comunicativos (Mans Wrange); hay quien ha intentado hacer más visibles a los invisibles fronterizos que cruzamos como autómatas esta conflictiva frontera —con un botón asegurado a la ropa (R. Mano); y quien ha trabajado más a un nivel ecológico (SIMPARCH); o estético-urbano, como es el caso de los originales "Jardines de Playas de Tijuana / la Esquina", que hacen más vivible el espacio pegado a la barda fronteriza (Parral-Glassford); hay quien ha tomado el discurso del hospital psiquiátrico, del circo, hasta llegar a disparar un hombre-bala de un lado al otro de la frontera, como eje central de su proyecto (J. Téllez). Y mucho más se podría añadir a esta ya larga serie de proyectos.

Si el verdadero viaje está más en la mirada que en la geografía novedosa, "InSite" sin duda lleva nuevos ojos a esta zona, aun sea nada más provocando al contexto, a veces hasta llevarlo a iniciativas paralelas. Ése es el caso del Para-site de M. Ramírez Erre, en donde fueron invitados —en el mismo primer fin de semana de inauguración de "InSite05"— una serie de artistas alternativos al proyecto institucional; o el de la intervención critica en las señales del cruce fronterizo de H. Yépez y J. Otis.

Si el fin de toda la exhibición es un proceso real de interacción con varios fragmentos de la zona, aún no podemos saber cómo Eco reelaborará el mensaje de Narciso. Eco, por prohibición divina, no podía hablar por sí misma, pero dice Derrida que, en su enamorada e infinita inteligencia, encuentra la forma para, repitiendo las últimas sílabas de las palabras de Narciso, apropiarse de los términos para que conformen una respuesta. El asunto más importante aquí es, entonces, la obtención de un resultado que no sea solamente estético sino también ético-social. El arte contemporáneo parece de alguna forma ir en la misma dirección: hacia una poética de lo áspero que sea algo más que un simple acto instantáneo y que pueda perdurar en sus propios términos. El proceso de "InSite" se inicia con la aproximación de los artistas a la frontera y debería seguir después de ellos, en las futuras reacciones de ella a sus intervenciones para que ese proceso no sea de un solo sentido. ¿Cómo reinterpretarán su experiencia las niñas que trabajaron con Itzel? ¿La videocámara habrá llevado una esperanza a sus vidas o se frustrará más esa ilusión con la dureza de cierta realidad tijuanense? ¿Los pacientes del psiquiátrico se quedarán con una idea diferente de "nosotros" los que estamos afuera, y nosotros aprenderemos a no verlos en oposición a una supuesta identidad "sana", que se permite encerrarlos en nombre de esa suposición creando circos? ¿Los jardines se volverán un lugar de encuentro para la comunidad local? ¿El miedo que vivimos aquí todos los días alcanzará a llegar a Washington D.C. para que el cruce se haga más visible y más humano?

La otredad tiene miles de formas. Hay la étnica, la de género, la de clase, la experiencial, la psíquica y muchas más. El problema es reconocerla ahí donde es creada y donde contribuimos a crearla nosotros con nuestras representaciones-interacciones-intervenciones, y saber que asumimos una responsabilidad al llevarlas a cualquier marco.

El artista tiene un papel de crítico social, además del de creador estético. Osvaldo Sánchez habla del ser aliados en un acto de imaginación. El artista, activando o intentando activar algo en ciertos otros, no acaba su trabajo, porque su carga involucra ciertas responsabilidades futuras, incluyendo la de haber dado voz al otro a través de su presencia y de permitir que ese otro siga teniéndola. ¿Es éste un arte consciente de esta responsabilidad? Y, en fin, ¿estas otredades elegidas por el artista —los pacientes del psiquiátrico, las niñas, los migrantes— son más representativas socialmente porque llevan una carga de marginación más genuina, como dice H. Foster, o porque en parte reflejan nuestras propias experiencias de vida? ¿Eco no será siempre parte de la proyección de Narciso? ¿No son los mismos artistas en parte el producto de las experiencias migratorias, psiquiátricas, emocionales, políticas que sienten o detectan en los otros? Narciso y Eco son parte de la misma otredad, son el familiar-extraño, lo uncanny freudiano.~

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