No importa el canal de televisión, allí está siempre Peña Nieto. En un anuncio, en una mención, en una noticia que se confunde con un anuncio. Todo gel y sonrisas, disciplinado ante las cámaras, su mejor perfil es el horario estelar. La pregunta de si es un producto de Televisa se queda corta: encarna la política desdey parala televisión, ese reino del montaje, el maquillaje y el publirreportaje, donde los argumentos y la historia ominosa del PRI pueden pasar a segundo plano a fuerza de ratingy fotogenia.
“El político más guapo del momento”, como lo calificó la revista Caras, es menos una cara bonita que el punto en que coinciden Berlusconi y Pedro Infante. Poco faltó para que Ana María Olabuenaga, su publicista estrella, lo lanzara con el eslogan “Soy totalmente televisivo”. No dar todavía con los tres libros que lo marcaron revela acaso la convicción de que un libro no puede marcar a nadie (o que en la Universidad Panamericana solo se manejan fotocopias). Nada que se compare, desde luego, con estar en boca de Lucerito y en brazos de la Gaviota.
Para una generación que creció pegada a la televisión, sus compromisos firmados recuerdan a los desafíos de detergente para ropa. En este sentido, Peña Nieto no representa un regreso a la dictadura perfecta, sino a la imposición de Siempre en lo mismo. En la era horizontal de internet, simboliza un regreso al modelo unidireccional de la tv, basado en la simulación y el teleprompter, en una idea de éxito tipo Pancho Pantera. Con una ciudadanía entendida como audiencia, la posibilidad de participación se reduce a practicar el zapping. Al fin y al cabo, no importa de qué canal se trate, allí estará siempre Peña Nieto. ~
(ciudad de México, 1971) es poeta, ensayista y editor.