El paraíso conspiratorio

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Internet es tierra fértil para las teorías de la conspiración. En los miles de páginas desperdigadas en la red es posible encontrar múltiples ideas y el mismo número de temas conspiratorios. La cosecha de confabulaciones es variada. Por ejemplo, ¿con quién hacen contacto los extraterrestres en la Tierra? Vaya a Conspiracy Net (http://www.conspiracy-net.freeserve.co.uk): ahí aprenderá que la CIA lleva una larga amistad con seres de otros mundos. ¿Cuáles son los verdaderos motivos detrás del affaire Clinton? No hay mucho misterio para los conspiracionistas, que tienen claro que la respuesta no está en el puritanismo norteamericano ni en la lucha por el 2000, sino en una alianza secreta entre Clinton y…¡los chinos!
     También hay lugar para los complots históricos. Los asesinatos de Gandhi, Kennedy y Rabin son eternos favoritos. ¿Qué propició la muerte del pacifista líder israelí? Fácil: no fue sólo Yigal Amir y sus amigos extremistas; el deceso de Rabin fue obra, en buena medida, del Shin Bet, la fuerza de seguridad de élite en Israel. O al menos eso es lo que piensan los editores de uno de los sitios más precisos de Internet sobre teorías de la conspiración: Conspire.com (http://www.conspire.com/index.html ). En cuanto al asesinato de Kennedy, las hipótesis son tan abundantes como disparatadas. A los ojos de los intrigantes ideáticos de Internet, los culpables de la muerte del presidente demócrata pueden ser los cubanos de Miami o los de Cuba (parece dar lo mismo), la CIA, la mafia, los republicanos y su militancia de extrema derecha; también Lyndon Johnson, los rusos, los chinos, e incluso, de alguna manera, México, que acogió a Lee Harvey Oswald apenas unos meses antes de que disparara contra el automóvil descubierto de Kennedy.
     En los últimos años México tampoco se salva de ser objeto del escalpelo de los teóricos de la conspiración. Escondida entre diversos capítulos de crímenes en Conspiracy Net está una desordenada pero bien documentada recapitulación de las muertes del Cardenal Posadas, Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, llamada Fiesta of assassins (http://www.conspire.com/mex.html). No hay quien se salve de la lupa: desde Mario Aburto hasta Juan García Ábrego, todos tienen un papel claramente establecido que requiere sólo de un par de cabos bien atados para armar por completo el rompecabezas sangriento de la historia moderna del país.
     También abundan las teorías del Big Brother en Internet. La inteligencia superior de estos constructores de intrigas dicta que la era de la información trae consigo, entre otras cosas, un control subliminal que poco a poco dará el poder absoluto a un grupo selecto, o, más macabro aún, a una sola persona: Bill Gates. Por supuesto, no podía faltar la referencia apocalíptica. En Internet, hay quien dice que Bill Gates es el anticristo. Y como prueba irrefutable se remiten al alegórico precio que el dueño de Microsoft dio a la original Apple I después de haber invertido en dicha compañía: $666.66. Si esa no es evidencia suficiente, nada puede serlo.
     El alcance de las teorías de la conspiración en Internet es tal, que el medio ya se ha convertido en fuente de polémica. El principal protagonista de esta nueva mezcla de periodismo y charlatanería en Internet es un curioso personaje llamado Matt Drudge. El misterioso Drudge fundó su sitio después de ser dependiente de una tienda de autoservicio. Prueba de otra ventaja del Internet: cualquiera puede, con una computadora y algo de know how (Drudge usa cuatro computadoras y dos líneas de teléfono), lanzar ideas en la red de redes. Drudge lo hace con el afán de sacar a la luz los más diversos chismes y noticias de los más variados círculos de la sociedad. A partir de ese loable objetivo nació Drudge Report (http://www.drudgereport.com). Después de haber sido vilipendiado como un tabloide cibernético, el sitio creado por Drudge se ha vuelto sitio de información importante para los entendidos. En el affaire Clinton, Drudge jugó un papel trascendental al sacar a la luz nada menos que la existencia de Mónica Lewinsky y su relación con el atribulado presidente norteamericano.
     Y, por supuesto, si el cibernauta está cansado de navegar por las incontables teorías de la conspiración que ofrece Internet, siempre puede recurrir a algún sitio que ofrezca la posibilidad de crear una hipótesis propia. Si se busca uno que provea rápido acceso y satisfacción conspiratoria, tal vez haya que ir al sitio que fomenta Turn Left (http://www.cjnetworks.com/~cubsfan/old-conspiracy.html). Con una interfaz de opción múltiple, el visitante puede, en cuestión de minutos, crear una disparatada teoría de por qué el mundo está controlado por “banqueros” que sólo pueden ser descubiertos si se observa detenidamente su secreto “saludo de manos”.
     Dice Matt Drudge que las grandes historias del periodismo empezaron siendo versiones particulares, chismes que sólo necesitaron un poco de difusión. Es posible que gracias a la era de la información por Internet, los teóricos de la conspiración se estén acercando al momento en que puedan decir esa frase que constituye su máximo sueño: “ves, tenía razón”. –

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(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.


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