El retorno de los brujos

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Ambrose Bierce escribiรณ (poco antes de perderse para siempre en algรบn lugar) que el futuro es aquel perรญodo de tiempo โ€œen que nos van bien las cosas, nuestros amigos son sinceros y nuestra felicidad estรก aseguradaโ€, lo que tal vez explique por quรฉ nada nos importa mรกs que procurar que ese futuro llegue cuanto antes.

Algunos aรฑos atrรกs adquirรญ la costumbre (un poco inconfesable) de ver programas de televisiรณn esotรฉricos en la televisiรณn espaรฑola; mรกs especรญficamente, ese tipo de programas (hay decenas en la grilla televisiva) en el que alguien pretende estar en condiciones de anticipar el futuro de una persona. Quizรกs sea necesario aclarar una cosa antes de proseguir: no tengo ningรบn interรฉs en mi futuro. Al principio, veรญa lo que mi mujer y yo comenzamos a llamar de forma un poco irrespetuosa โ€œlas brujasโ€ atraรญdo principalmente por sus protagonistas, personas mรกs o menos estrambรณticas con nombres como โ€œSandro Reyโ€, la โ€œMaestra Chelaโ€, โ€œTrivia Runaโ€, el โ€œMaestro Joรขoโ€, โ€œConchita Hurtadoโ€, โ€œLa Cubanaโ€ o โ€œAรญdaโ€. Al igual que los mejores productos comerciales, todo lo que tenรญas que saber sobre ellos estaba en su nombre, o quedaba claro tan pronto los veรญas, en un platรณ de televisiรณn generalmente modesto, ante una mesa, manoseando cartas o sacando supuestas runas de una bolsa o (incluso) leyendo bolas de cristal. Al parecer, el atrezo era tan importante como la elecciรณn del nombre artรญstico y del tipo de adivinaciรณn que se iba a llevar a cabo: uno de los โ€œprofesionales del esoterismoโ€ (una denominaciรณn que estos prefieren por sobre cualquier otra) โ€œdialogabaโ€ con los espรญritus de los muertos mediante un espejo, otra con una bola de cristal, un tercero daba los nรบmeros ganadores de la loterรญa, otra solucionaba problemas amorosos arrancando pรฉtalos de una rosa.

Puesto que la condiciรณn ineludible para la producciรณn de la obra artรญstica es la maestrรญa de la tรฉcnica, era placentero ser testigo de esta maestrรญa en los โ€œadivinosโ€, pero tambiรฉn era interesante escuchar las demandas de sus clientes, ya que, del mismo modo que los adivinos fueron abandonando gradualmente los espacios marginales de la grilla televisiva para ocupar los centrales, tambiรฉn las inquietudes de su clientela cambiaron en estos dos รบltimos aรฑos.

Al comienzo de mi interรฉs por el esoterismo televisivo espaรฑol, las preguntas que el pรบblico dirigรญa a los adivinos estaban vinculadas principalmente con temas amorosos, a los que estos daban respuesta con facilidad. En ello habรญa algo tranquilizador: si los adivinos se equivocaban (y nada podรญa ser mรกs fรกcil), el perjuicio para sus clientes era mรญnimo: alguien rompรญa con su pareja, otro continuaba con ella. Nada que fuese a cambiar su vida (y, por supuesto, tampoco la mรญa). Sin embargo, con el transcurso del tiempo (y el incremento de la crisis econรณmica espaรฑola, que comenzรณ a abrirse bajo los pies de todos nosotros y especialmente de los mรกs desfavorecidos), las preguntas fueron desplazรกndose a รกmbitos mรกs y mรกs relevantes (ยฟdebo vender mi casa?, ยฟcuรกndo encontrarรฉ comprador?, ยฟla venderรฉ por lo que quiero venderla o tendrรฉ que bajar el precio todavรญa mรกs?, ยฟnos desalojarรกn?, ยฟconseguirรฉ trabajo?, ยฟcuรกnto tardarรฉ en encontrar empleo?, ยฟdรณnde?) y a adquirir un carรกcter mรกs dramรกtico.

Al tiempo que esto sucedรญa, mi pequeรฑa costumbre inconfesable de pasar las noches frente al televisor empezรณ a convertirse en algo mรกs serio: en la oportunidad de conocer de boca de sus protagonistas un aspecto de la realidad espaรฑola ignorado por el gobierno y silenciado por los medios de prensa, el de una crisis econรณmica que se ensaรฑaba con personas que carecรญan de forma de superar un presente de impotencia y desesperaciรณn, unas personas que ni siquiera podรญan ponerle nombre a su infortunio y que necesitaban aferrarse a la ilusiรณn de un futuro que ya no podรญan ofrecerles unos polรญticos dispuestos a despojarlos de todos sus derechos en nombre de la supuesta tiranรญa de los mercados.

Mientras las demandas de los clientes se volvรญan mรกs y mรกs dramรกticas (y los clientes parecรญan mรกs y mรกs desesperados: mujeres golpeadas por sus maridos desempleados, parejas a punto de ser desalojadas, madres que no sabรญan quรฉ darle de comer a sus hijos al dรญa siguiente), tambiรฉn los adivinos cambiaban sus mรฉtodos: de repente, prรกcticas anteriores a la modernidad resurgรญan en los platรณs televisivos como respuesta a una demanda cuya satisfacciรณn ya no parecรญa posible en el รกmbito de la racionalidad: un adivino โ€œcortabaโ€ el โ€œmal de ojoโ€ en un plato con agua bendita, sal y unas gotas de aceite, dibujando cruces en la losa mientras rezaba un padrenuestro, otra rompรญa hojas de romero para alejar los malos espรญritus, alguien mรกs apuntaba deseos en papelillos a los que prendรญa fuego, otro invertรญa una copa en un plato con agua para determinar si la persona estaba muy o poco โ€œojeadaโ€. Ante la incertidumbre, los ciudadanos espaรฑoles regresaban a creencias propias de un perรญodo presumiblemente rural en el que la soluciรณn de los problemas pasaba por un tipo de pensamiento mรกgico opuesto a la razรณn occidental: que esta รบltima comenzara de esa forma a ser vista por los desesperados de nuestro mundo como una herramienta deficiente para solucionar sus problemas es uno de los fracasos mรกs notables de los รบltimos gobiernos espaรฑoles.

Al darles la espalda a sus ciudadanos, estos parecen haber tenido que recurrir a cierto pensamiento mรกgico cuya expresiรณn en el รกmbito polรญtico son los populismos y su argumento habitual de que la causa de todos los problemas serรญa una sola, llรกmese los judรญos, los inmigrantes, los homosexuales o (mรกs habitualmente) los pobres. Quizรกs todo esto sea una anรฉcdota personal sin demasiada relevancia, pero tal vez tambiรฉn valga como manifestaciรณn de un fenรณmeno que alguien ha llamado ya โ€œel suicidio de Europaโ€. A falta de saber si es una cosa o la otra, yo sigo viendo a โ€œlas brujasโ€, pero mi sonrisa de los primeros tiempos se ha convertido ya (y definitivamente) en una mueca de espanto.~

ยฉ ร‘ (suplemento de Clarรญn)

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Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicรณ 'Maรฑana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.


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