Vasta y hueca
la noche del otoño.
De pronto rompe el alba.
— Kinko
No apremia
su condena
a la flor del cerezo.
— Kin'u
Los poemas de muerte
son engaño:
sólo es muerte la muerte.
— Toko
Ayer se abrían las flores.
El viento sopla ahora:
todo fue como un sueño.
— Soshun
Nevó toda la noche:
en el campo desierto
aroma de ciruelos.
— Kanehide
Bajo el viento otoñal
recuerda el sauce
su gloria ya perdida.
— Talukuri
El blanco crisantemo:
como él
nos marchitamos.
— Otsuchi
Me voy,
como las gotas de rocío
en una hoja de loto.
— Senryu
¿Soy yo
a quien llama el cuervo
desde el mundo de sombras?
— Shukabo
Cae una hoja.
Enseguida
al viento otra se arroja.
— Ransetu
El Día de los Muertos:
ayer fui el anfitrión,
ahora soy huésped.
— Sufu
Cerezos en Yosino:
florecen, luego mueren:
da lo mismo.
— Rekisen
Otra vez todo helado:
susurra una plegaria
el viento entre los pinos.
— Riei
Dichosas en la hierba
las gotas de rocío:
serán vapor de nuevo.
— Koraku
Hielo en el mundo ardiente:
mi vida
que se funde.
— Nakamichi
Las nubes se apartaron
y sobre el loto brilla
una luna perfecta.
— Seishu
Dueño de los cerezos:
te conviertes
en abono de árboles.
— Utsu
En este nuevo invierno
el sauce se habrá helado:
ahora para siempre.
— Sohoku
[Sobre su incineración]
Cuando veas el humo
no supongas
que están quemando hierba.
— Baiku
Caen y caen
las hojas del ciruelo:
su aroma es su recuerdo.
— Mintiseigan
No hay palabra de adiós:
no huele a nada
la nieve que se funde.
— Bokusiu
Crucé
de un año a otro:
Hoy es el límite.
— Bunzon
Me despido.
Pasé pues todo pasa:
rocío en la hierba.
— Banzon
Desde el lecho de muerte
veo las flores:
allí está el paraíso.
— Yaitsu –