Segรบn Edward Seidensticker, la forma japonesa llamada shosetsu engloba todo โrelato autobiogrรกfico o conjunto de memorias que, aunque adornado y exagerado, sea en esencia un texto de no ficciรณnโ. A tal gรฉnero pertenece la Autobiografรญa de Salvador Elizondo, que se publicรณ originalmente en 1966 y no se reeditรณ hasta treinta y cuatro aรฑos despuรฉs. En este libro bello e inquietante, primera parte de un dรญptico consagrado a la exploraciรณn de la historia personal y completado por Elsinore: un cuaderno โambos ejemplos de shosetsu arrancan con estampas de ensoรฑaciรณn, remembranza y olvido, temas que cruzan la obra elizondiana con la energรญa del relรกmpagoโ, hay cuatro alusiones al espejo, una figura clave para el autor. La primera tiene que ver con una toma de conciencia vital: โEstoy comprometido, mรกs comprometido, con la mirada que me mira en el espejo que con el esplendor del cielo.โ (No en balde la palabra espejo proviene de la voz latina speculum, de la que se deriva el verbo especular, que implicaba observar el cielo y los movimientos de las estrellas con ayuda del azogue.) La segunda menciรณn responde a un instante de crisis: โSilvia me dijo que estaba embarazada nuevamente. Mi รบnica reacciรณn fue mirarme en el espejo durante largo rato y meditar exhaustivamente acerca de mi condiciรณn de feliz condenado. Tuve tiempo de verme, como una apariciรณn espectral, rodeado de follajes que se mecรญan lentamente contra un cielo nublado.โ La tercera se vincula con una revelaciรณn funesta: โDesde entonces vivo consumido por ese miedo sรบbito que provocan las miradas azarosas y la confrontaciรณn amarga de los espejos ante los que nos detenemos para cerciorarnos de que aรบn estamos vivos.โ La cuarta y รบltima, aunque tangencial, es quizรก la mรกs significativa: โPienso en los Nenรบfares que son, para mรญ nada mรกs, los girasoles reflejados en la superficie del agua.โ Traduzcรกmoslo asรญ: gracias a la evocaciรณn, ese motor que anima tambiรฉn la fotografรญa โuna de sus disciplinas favoritasโ, Elizondo (1932-2006) convierte el estanque de Monet en un espejo que reproduce un episodio central de su niรฑez en Alemania, regido en efecto por la presencia de los girasoles. Dicho de otro modo, Elizondo especula โobserva el cielo y los movimientos de la memoria con ayuda del azogue escrituralโ, y en este acto de especulaciรณn se cifra una de las estrategias mรกs relevantes de la literatura mexicana contemporรกnea: โEl espejo [es] el รบnico sรญmbolo tangible, la รบnica invenciรณn pura, la รบnica mรกquina (aparte de la cรกmara fotogrรกfica) que es una mรกquina absolutamente pura y esencial.โ
Espejos y cristales, reflejos y refracciones, imรกgenes y contraimรกgenes, son moneda corriente en la obra elizondiana. Ahรญ estรก el pequeรฑo espejo que reluce en la penumbra y sintetiza el horror de la demencia al final de โLa puertaโ, cuento incluido en Narda o el verano en el que un dedo dibuja en el vaho de una ventana el monograma de Cristo, el supliciado cuyo trasunto idรณneo es el magnicida chino de Farabeuf o la crรณnica de un instante, sometido al tormento del leng-tchโรฉ y reducido a un signo trazado por otro dedo en el vaho de otra ventana. Ahรญ estรก el texto que bautiza El grafรณgrafo, verdadero mecanismo especular activado por los verbos escribir, imaginar, recordar y ver. Ahรญ estรก, para no ir mรกs lejos y regresar al que se antoja el origen de todo el corpus elizondiano, el espejo que domina la estancia de la casa ubicada en el nรบmero 3 de la rue de lโOdรฉon donde se lleva a cabo la ceremonia erรณtica, memorรญstica y sacrificial de Farabeuf. Este espejo โcon historiado marco dorado, [que] parecรญa lujoso y esplรฉndido pero que en realidad estaba minado y manchado por el tiempo y por todas las cosas que a lo largo de los aรฑos se habรญan reflejado en รฉlโ, se vuelve la metรกfora precisa de la escritura de Elizondo, empeรฑada en que el ejercicio literario sea una especulaciรณn sin fin, un salรณn de reflejos entrecruzados. En este espejo se desdobla no sรณlo la copia del cuadro de Tiziano que cuelga de una de las paredes de la estancia transformada en altar ritual โun cuadro que se titula, simbรณlicamente, Amor sagrado y amor profano, polos entre los que se debate la novelaโ, sino tambiรฉn la pareja innominada que podrรญa ser otra encarnaciรณn del doctor Farabeuf y su amante, Mรฉlanie Dessaignes alias la Enfermera. De pie frente al azogue elizondiano, el Farabeuf histรณrico ve que las iniciales de su nombre se invierten (H. L. en lugar de L. H.) para constatar su metamorfosis en criatura ficticia y por tanto sujeta a las especulaciones de su creador. Para nada gratuita, esta inversiรณn de iniciales se repite en la Autobiografรญa y en Apocalypse 1900, รบnica pelรญcula de Elizondo que utiliza algunos dibujos hechos por Farabeuf para su Manual de tรฉcnica quirรบrgica, lo que prueba hasta quรฉ punto el escritor habรญa asumido al cirujano y anatomista francรฉs como entidad literaria, pieza fundamental de โun texto que por estar reflejado en un espejo cobra un sentido totalmente diferente del que en realidad tieneโ.
A un aรฑo de su muerte, Salvador Elizondo continรบa viviendo dentro de la mรกquina pura y esencial que fabricรณ. Su extraรฑo experimento, para acudir al tรญtulo del documental televisivo de Gerardo Villegas, bien puede cifrarse en la pregunta que resuena en las profundidades de Farabeuf: โSi es que somos tan sรณlo la imagen en un espejo, ยฟcuรกl es la naturaleza exacta de los seres cuyo reflejo somos?โ ~
(Guadalajara, 1968) es narrador y ensayista.