Casi todos los hombres de la cultura en Mรฉxico somos, de una u otra forma, hijos, nietos o bisnietos de la Espaรฑa cultural, la Espaรฑa del 98, la del 27, la Espaรฑa de la guerra y la Espaรฑa peregrina. Para mi gran fortuna, no fui la excepciรณn. Tuve el honor de ser el รบltimo discรญpulo del maestro Josรฉ Gaos en El Colegio de Mรฉxico. Leรญ con particular devociรณn los libros de Ortega y Gasset en la colecciรณn โEl Arqueroโ, los ensayos de Unamuno y la obra de Antonio Machado. Mis maestros me introdujeron a la obra de espaรฑoles trasterrados que me han acompaรฑado toda la vida, hombres injustamente olvidados no sรณlo en Amรฉrica sino en la propia Espaรฑa: Josรฉ Medina Echavarrรญa (el primer traductor de Max Weber), Ramรณn Iglesia (el biรณgrafo de conquistadores y cronistas), Josรฉ Miranda (eminente estudioso de las ideas e instituciones polรญticas de Nueva Espaรฑa) y Josรฉ Marรญa Gallegos Rocafull (sacerdote y filรณsofo que dejรณ libros extraordinarios sobre el pensamiento espaรฑol y novohispano en los siglos XVI y XVII). Contรฉ con la confianza del gran editor Joaquรญn Dรญez Canedo, que cuidรณ y publicรณ mis primeros libros. La larga convivencia con Octavio Paz me enseรฑรณ que la revista Vuelta era una rama de tronco antiguo en el cual eran visibles las huellas de revistas espaรฑolas como Revista de Occidente o revistas de antologรญa que el propio Paz hizo con sus amigos espaรฑoles: Taller, Laurel, El Hijo Prรณdigo. Ricardo Mestre me enseรฑรณ las claves del anarquismo tolstoiano. Por todo ello, en homenaje a los rostros de ese tiempo, como una mรญnima retribuciรณn, nos propusimos fundar, en Espaรฑa y para Espaรฑa, la revista Letras Libres, una ediciรณn espejo, no idรฉntica sino complementaria, de la ediciรณn mexicana.
Pero no sรณlo la gratitud hacia el tiempo pasado nos moviรณ. Tambiรฉn la preocupaciรณn sobre el tiempo presente โcomplejรญsimo, peligroso, inรฉdito e inciertoโ que nos ha tocado vivir. Hacia el aรฑo 2000, el panorama parecรญa muy distinto. El nuevo siglo presagiaba la realizaciรณn del sueรฑo kantiano de โla paz perpetuaโ. En esos dรญas, que ahora parecen tan remotos e ingenuos, nuestro proyecto era mรกs literario que combativo e intelectual. Pero meses antes de la apariciรณn de nuestra revista en Espaรฑa (el 1o de octubre de 2001), fraguamos nuestro primer nรบmero con un tema que nos pareciรณ prioritario. Lo titulamos โFanatismos de la identidadโ. En el proceso de producciรณn de ese nรบmero, el ataque a las Torres Gemelas cambiรณ la Historia y confirmรณ, desdichadamente, la profecรญa implรญcita en aquella portada inicial. Aquel nรบmero sellรณ nuestro destino editorial, nuestra misiรณn. Asรญ como la revista Vuelta fue, en lo intelectual, un baluarte de la libertad y la democracia frente a los autoritarismos y totalitarismos de todo signo ideolรณgico, asรญ Letras Libres ha querido ser una voz liberal y democrรกtica en un mundo plagado por fanatismos mucho mรกs insidiosos y letales que los ideolรณgicos: fanatismos de la raza, la religiรณn, la naciรณn, la clase.
He hablado del modo en que mi pequeรฑo tiempo personal y el dramรกtico tiempo global marcaron el nacimiento de Letras Libres. Pero entre ambos tiempos hay otros que quisimos poner en sincronรญa. Me refiero al tiempo espaรฑol, al iberoamericano y al mexicano. Las revistas literarias e intelectuales son, ante todo, vehรญculos de conversaciรณn, tertulias de papel, atalayas culturales para acercarse a la realidad, para interpretarla, explicarla, expresarla y criticarla. Al fundar Letras Libres Espaรฑa nos moviรณ la convicciรณn de que, en esta turbulenta y confusa aldea global en la que ahora se vive, quienes escribimos y leemos en espaรฑol debemos estar mรกs unidos en el conocimiento cabal de nuestras respectivas realidades y de las realidades que nos son comunes.
La ediciรณn espaรฑola de la revista ha querido ser un foro inteligente de nuestra lengua. Pero como โquien sรณlo conoce Espaรฑa no conoce Espaรฑaโ, apotegma que me predicรณ hace muchos aรฑos Hugh Thomas, tendimos un puente entre Espaรฑa y Amรฉrica Latina. Por ello, mes a mes, por sesenta meses, hemos publicado ensayos, poemas y cuentos de escritores de ambas orillas del Atlรกntico.
Nuestra nรณmina โes una convicciรณnโ habla por sรญ misma de nuestra vocaciรณn de independencia y nuestra voluntad de equilibrio. A lo largo de estos cinco primeros aรฑos, la ediciรณn espaรฑola de Letras Libres ha publicado a mรกs de seiscientos autores y algo mรกs de tres mil textos. Un tercio aproximadamente de escritores espaรฑoles, un tercio de latinoamericanos y otro tercio de autores en lenguas distintas del espaรฑol.
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Cinco aรฑos son mucho tiempo y poco tiempo, pero de una cosa no hay duda: son el tiempo justo para festejar. Hace meses, con mis colaboradores nos preguntamos ยฟcรณmo celebrar nuestro primer lustro? No nos llevรณ mucho tiempo en decidir: nos darรญamos el gusto de reunir en un mismo nรบmero a un autรฉntico dream team o elenco soรฑado de historiadores, que han dedicado la vida a recobrar el tiempo pasado de nuestro orbe comรบn.
Hacia el siglo xvi, los ingleses difundieron por los siete mares la Leyenda Negra sobre Espaรฑa. Por eso no deja de ser un acto de justicia poรฉtica, histรณrica y hasta providencial que, siglos mรกs tarde, otros colegas britรกnicos dedicaran su vida a desterrar esa leyenda a fuerza de estudiar y comprender ejemplarmente la historia de Espaรฑa y de las diversas culturas que integran este paรญs. Entre ellos, uno de los mรกs ilustres es John H. Elliott. Ganador del Premio Prรญncipe de Asturias y dueรฑo de la mรกs alta trayectoria acadรฉmica, es autor de obras capitales como La Espaรฑa imperial, La rebeliรณn de los catalanes, El Viejo Mundo y el Nuevo, Un palacio para el rey o El conde-duque de Olivares. Recientemente, Elliott ha dado a luz Empires of the Atlantic World (Britain and Spain in America 1492-1830). Se trata, sin la menor duda, de una de las obras de historia comparativa mรกs ricas escritas jamรกs. Me explico: con todo lo atractivo que parece, el gรฉnero de la historia comparativa es particularmente difรญcil porque โparadรณjicamenteโ se presta a las fรกciles generalizaciones que solรญan trazar las teorรญas de la historia en el siglo XIX y XX (pienso, por ejemplo, en el Ariel de Rodรณ, de enorme influencia en nuestros paรญses, que postulรณ nuestra supuesta superioridad espiritual sobre el โgroseroโ materialismo sajรณn). Desde su juventud, Elliott se hizo la pregunta clave sobre las leyes misteriosas que determinaron el crepรบsculo del Imperio Britรกnico, y para contestarla se propuso estudiar un imperio precedente: el Espaรฑol. Hoy ha vuelto al origen y, tras largos aรฑos de trabajo, ha puesto en paralelo ambas experiencias histรณricas. ยฟPor quรฉ ascienden y decaen los imperios? Su respuesta no es unรญvoca sino dilatada, compleja y plural. La obra comprende los tres siglos y medio de la era imperial, cubre tres etapas claramente distinguibles (ocupaciรณn, consolidaciรณn y emancipaciรณn) y no se detiene en una variable explicativa sino en varias, distintas y conectadas. La obra de Elliott โadmirablemente desprovista de moralejas explรญcitasโ aparecerรก muy pronto en espaรฑol y serรก leรญda con provecho, no por las profecรญas que pudieran desprenderse de ella, sino por la riqueza de sus explicaciones concretas.
Otro historiador britรกnico que ha contribuido a rescatar a Espaรฑa de su propio olvido (que en un tiempo fue mรกs nocivo que la propia Leyenda Negra) ha sido Hugh Thomas. En el origen, como se sabe, fue autor de libros esenciales: La Guerra Civil Espaรฑola y Cuba: la lucha por la libertad. Despuรฉs de aquellos dos libros seminales, Thomas publicรณ otros mรกs, siempre voluminosos, admirablemente documentados y siempre apasionantes, como una vertiginosa novela de la historia, como una novela de la verdad: Historia del mundo, La paz armada y Madrid: una antologรญa para el viajero. Nos hicimos amigos hace casi tres dรฉcadas. Hemos coincidido en no pocas batallas intelectuales, pero mi recuerdo mรกs entraรฑable con Hugh โnarrado en Travesรญa liberalโ es el de un remoto domingo por la maรฑana cuando lo acompaรฑรฉ a Xochimilco, esa minรบscula Venecia ultramarina, ciudad sobre agua y flores, รบnico vestigio de la antigua Tenochtitlan. รl iba con su hija Isabella (presumiblemente llamada asรญ en recuerdo de la espaรฑola), y lo vi casi extasiado con la alegrรญa, la mรบsica, la comida y la vistosidad de las familias que circulaban sobre casitas flotantes, las trajineras. No mucho tiempo despuรฉs, Thomas emprendรญa el estudio de la Conquista. Quiero creer que fue entonces, navegando por los canales de Xochimilco, ensoรฑando con el tiempo de los mexicas, cuando concibiรณ la idea de esa obra capital, el libro de un nuevo Prescott del siglo XX: La Conquista de Mรฉxico. A partir de entonces, la cosecha continรบa: ha publicado, entre otras obras, un diccionario de conquistadores, el primer tomo de El imperio espaรฑol (centrado en el Descubrimiento y la Conquista) y una monumental historia del trรกfico de esclavos.
Miguel Leรณn-Portilla fue el primer gran maestro que tuvo mi generaciรณn en el Centro de Estudios Histรณricos de El Colegio de Mรฉxico, hacia 1970. Nos impartรญa la asignatura de historia del Mรฉxico prehispรกnico, en la que se ponรญa especial รฉnfasis en la literatura nรกhuatl. Leรณn-Portilla combinaba las mรกs diversas cualidades: la erudiciรณn mรกs vasta, la sutileza intelectual, un extraordinario sentido del humor โirรณnico, juguetรณnโ, una fina sensibilidad literaria y una intensa pasiรณn moral. Nos enseรฑaba mucho mรกs que la historia fรกctica del Mรฉxico prehispรกnico (sus batallas, gobernantes, costumbres): nos transmitรญa un amor cristiano โcompuesto de simpatรญa y piedadโ al legado indรญgena mexicano. Miguel Leรณn-Portilla no es un autor: es una instituciรณn. Maestro, investigador, acadรฉmico, conferenciante, ha merecido un gran reconocimiento dentro y fuera de su paรญs. Ha escrito varios libros clรกsicos, traducidos a otras lenguas (La filosofรญa nรกhuatl, Los antiguos mexicanos, Visiรณn de los vencidos, Literaturas indรญgenas de Mรฉxico, Toltecรกyotl, Aspectos de la cultura nรกhuatl, entre muchos otros). Ha compilado, prologado y editado la obra de cronistas e historiadores fundamentales de la Nueva Espaรฑa. Ha traducido textos indรญgenas invaluables. Se ha aventurado por territorios poco conocidos, como el estudio de la antigua California. Es, ademรกs, un espรญritu sensible a los problemas de la vida nacional. Es el heredero legรญtimo de los misioneros y humanistas espaรฑoles del siglo XVI, que recobraron la visiรณn y el universo de los vencidos.
Mi aprecio y agradecimiento a estos tres maestros de la historia no es nuevo, los tres forman parte de mi libro Travesรญa liberal. El caso de Antonio Elorza es distinto. Soy un lector suyo mรกs reciente pero no menos admirado por su talento y su obra. Catedrรกtico de ciencia polรญtica en la Universidad Complutense de Madrid, donde enseรฑa historia de la teorรญa polรญtica e historia del poder, Elorza ha sido profesor invitado en diversas universidades europeas y americanas. Su campo de investigaciรณn inicial comprendรญa la historia del pensamiento polรญtico y de los movimientos sociales en Espaรฑa y Cuba (le debemos obras clave en ese campo sensible de la relaciรณn atlรกntica), pero se ha desplazado progresivamente hacia el estudio de los nacionalismos y de los integrismos. Elorza es un agudo especialista en todo tipo de โpatologรญas polรญticasโ. Su interรฉs en descifrar los mecanismos ideolรณgicos de las sociedades totalitarias lo ha llevado a incursionar en los mรกs recientes y aterradores territorios de la intolerancia: los del fundamentalismo musulmรกn.
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Cuando fundamos Letras Libres en Espaรฑa, dijimos que en el universo literario no hay linajes ni dinastรญas. Por eso insistimos en que nuestra revista no era la heredera automรกtica de Vuelta. Con el paso del tiempo, porfiando en ofrecer un contenido mejor nรบmero tras nรบmero, con el apoyo de nuestros generosos patrocinadores, con el favor de nuestros lectores, con el aliento de nuestros autores (muy en particular de Mario Vargas Llosa y Gabriel Zaid), mis colaboradores y yo (me refiero ante todo a Leonor Ortiz Monasterio y Ricardo Cayuela, verdaderos artรญfices de la ediciรณn espaรฑola de la revista, ahora bajo la responsabilidad de Julio Trujillo) soรฑamos con conquistar aquel legado, con sentirnos dignos herederos de esa revista. Estamos aรบn lejos de lograrlo โsi alguna vez lo logramosโ, pero quiero creer que quizรก estamos en el buen camino. Sรณlo el tiempo y el pรบblico emitirรกn alguna vez su veredicto. Entre tanto, seguiremos esforzรกndonos mes con mes en llevar al kiosco y a la pantalla de internet textos plurales, pรกginas claras, palabras que reafirmen la vigencia permanente del pensamiento y la crรญtica en espaรฑol; en ser dignos, en suma, de la misiรณn inscrita en nuestro nombre, fincado en dos pilares: literatura y libertad. ~
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.