Es el Deseo, La que en este
instante es el
Deseo.
Su Luna desterrada,
su diamante letal,
su luz de hielo y sus auroras
de fuego. Tiembla como la lluvia, como una crepitante
mar que llama.
Y ya es tuyo el Infierno.
Has sido el elegido
por ese fulgor y ese vacío, por esa
soledad de amianto.
Porque ella deja
caer el perfume de su cabellera
que te aísla del mundo. Y fuera
dicen que existe algo, misterios de ojos fijos,
límites de agua, desiertos de oro.
Todo lo que ha sido
exudado por ardientes insomnios,
abolidas cenizas de una niebla
donde moran las que ella ha asesinado.
Pero ella te mira.
Sus ojos como faros abandonados, la locura
de su carne, ese resplandor transparente.
Y sabes
que ya no tendrás paz sin los placeres
de ese cuerpo, ese ocio divino.
Porque ella te ha elegido,
te ha destinado al frío de esa niebla,
el fuego de alabastro de los labios de la Muerte.
Sí. Es el abismo. Pero
no deseas otra suerte. Sabes
que Dios hizo el mundo para ella.
Y como por Helena
entregarías Troya a esa alta llama fúnebre. ~
notas
Este poema pertenece al libro inédito Los obscuros leopardos de la luna.