Las vísperas luego del epitafioEl domingo 2 de julio, a las once de la noche, el candidato del PRI Francisco Labastida Ochoa reconoce su derrota: "Los resultados electorales deben llevar al partido, a los cuadros y dirigentes, a una profunda reflexión: nuestro partido, en el que orgullosamente milito, le ha dado estabilidad y paz social al país y ha impulsado los grandes cambios, incluido por supuesto el de la democracia. Lo seguiremos haciendo desde cualquier posición".
Sin quererlo, el PRI impulsó también el cambio más drástico: su fracaso electoral. El 4 de julio el ex secretario de Gobernación Manuel Bartlett, refiriéndose al presidente Ernesto Zedillo, exige que deje de ser el líder moral del PRI: "¡No debe mandar ni un minuto más!" Y el 6 de julio Bartlett añade: "El PRI, sin brújula. El neoliberalismo hizo del partido un adminículo de esa moda".LAS CEREMONIAS DE LA CORTE I:
El dedazo: "Por las facultades que me fueron otorgadas"
Ya para 1958 el término Dedazo se acepta con tranquilidad. Alguien, el presidente de la República, nombra al sucesor y nadie, sensatamente, puede o debe discrepar. Esto es lo categórico: la sensatez de la República depende del monopolio de las decisiones. A lo largo de cada sexenio es primordial indagar en la psicología del Primer Mandatario, suma de caprichos, afectos, vulnerabilidad ante el halago, visiones incontrovertibles de lo que le conviene a México, éxtasis del poder, rabia ante tropiezos o resistencias. El presidente mira a su alrededor y calcula quién le será fiel o quién, en el caso de traicionarlo, le serámenos dañino. Y deposita la esencia de su mando en el control sobre doce años de la vida nacional, los seis que le tocan y los seis del sucesor, porque no serían concebibles sin la acción del Dedo, del genuino Dedo de Dios.
El Dedazo es la plataforma de convicción del presidencialismo. LOS RECURSOS A LA HORA FATAL
Antes de las elecciones de 2000, el PRI se encuentra en situación por así decirlo paradójica:
Un desprestigio histórico que en vano se combate con una autocrítica melosa y melodramática: "Hemos también sido ignorantes, ajenos al dolor de la gente" (líder del PRI en el D.F. Manuel Aguilera)./ "La nueva cultura de la competencia interna en el PRI exalta los valores de la lealtad política, de la consistencia ética, y constituye un serio rechazo al oportunismo" (líder del PRI Mariano Palacios Alcocer)./ "Entre los priístas hay un sentimiento de orfandad" (Manuel Bartlett).
Una notable incapacidad de renovación del PRI, cuyaconvocatoria nada más atrae a los jóvenes que son viejos desde antes. Los más aptos, the best and the brightest de cada generación, se van absteniendo del camino antes obligatorio. Al poder último se llega a través del sistema financiero y, ya en buena medida, desde la oposición, y una carrera administrativa exitosa no requiere a fuerzas del PRI, aunque sí ayuda no ser del PRD. Sin figuras nuevas, el PRI sufre de envejecimiento coral. No hay cambios sino, únicamente, pero eso sí con energía, la decisión de no abandonar su sitio: "Los obreros nunca vamos a aceptar a un candidato o presidente que no sea del PRI" (Alberto Juárez Blancas, líder de la CROC).
Fidel Velázquez célebremente dijo: "Llegamos con la fuerza de las armas, y no nos van a sacar con los votos". En 2000, con otras palabras, se proclama: "Seguimos por la inercia de los votos y no nos van a sacar mientras no se agencien líderes carismáticos, consigan más dinero para sus campañas, no eliminen sus divisiones internas y no destruyan la red de intereses creados que hacen la veces de la nación". Y Alfonso Martínez Domínguez, que ha ocupado tantos puestos como unageneración entera, el mismo al que se le atribuye la sentencia: "El PRI ha llegado a los lugares donde la mano de Dios no pone el pie", se pronuncia por el pasado: "El PRI debe regresar a los métodos de antes, donde elcandidato a la Grande era nominado por las cúpulas del país y el Ejecutivo federal, previa auscultación, en un método similar al del Vaticano para designar al Papa. Los métodos de selección del candidato del PRI son los probados, y a ellos debe acudir en lugar de los ensayos dizque democráticos como la comisióninterna, que muy caro han costado al partido" (Público, 6 de marzo de 1999).
Renovación de la jactancia. El presidente Adolfo LópezMateos se envaneció: "A mi izquierda y a mi derecha está el abismo". El presidente Zedillo insiste en la incondicionalidad de los 17 millones de votos a su favor en 1994, que lo siguen a todas partes. Al respecto, no importa si alguna vez dijo: "Mi elección fue inequitativa pero no ilegal".
Imposibilidad manifiesta de cobrarle al país deudas de gratitud. A nadie persuade en el discurso priísta la exhibición de facturas por la educación pública, la movilidad social de tantos años, el sistema de salud, la estabilidad y la paz. Ya nadie ledirá a un grupo de colonos la frase de Manuel Aguilera: "Recuerden ustedes que le deben gratitud eterna al presidenteCarlos Salinas". Los priístas están al tanto: si se presentan como acreedores, harán el ridículo ante los pavorosos índices de miseria, pobreza, insalubridad, hacinamiento, fracaso educativo, violencia, inseguridad, desempleo. Es mejor, o menos expuesto, afirmar sus anhelos de buena conducta, de arrepentimiento sincero que no pasa por las palabras.
En un momento dado, las municiones retóricas del priísmo consisten en lo básico en el ataque a las oposiciones y en la negación de su pasado.
No hay programa, no hay ideario, sólo desmentidos a granel. Por eso la declaración más frecuente es la más patética: "Fallan los hombres, no las instituciones". Si tantos hombres fallan, ¿no habrá algo perjudicial en instituciones que los producen a mares y a mansalva? ¿Y por qué nadie dice: "Fallan los hombres, aciertan las instituciones"? Ante cada ejemplo de corrupción, de crímenes o de ineficacia patética, seinsiste en lo inmaculado de la institución. Salvemos la forma y sacrifiquemos el contenido, sería el último y único mensaje.
Al PRI lo aturde o anega su historial. ¿Cómo sobrevivir aesta trayectoria de represiones, saqueos y catástrofes de la más pura incompetencia? ¿Cómo sostener lo que ha perdurado en función de la desmemoria nacional? El PRI esquivó su pasado mientras su control era absoluto, y el voto no era instrumento vindicativo o, mejor aún, instrumento de rectificación. Al irse evaporando el poder totalizador, se acaba el autoengaño y se ve al PRI sin contemplaciones. No se le cree sujeto de cambio porque, por demasiadas razones, no se le considerasusceptible de enmiendas democráticas.
El PRI pierde el eje de su coherencia: la lealtad a toda costa. Al debilitarse el presidencialismo, al no concentrarse elsentido de las acciones en la voluntad del presidente de la República, la complicidad persiste pero ya es nada más un pacto a corto plazo. En esto es fundamental la crítica. Antes el presidente de la República era intangible. Ya en 2000, es el más importante de los funcionarios y una figura aún impresionante por el alcance de sus decisiones, pero la crítica, al extenderse, dibuja otro retrato del poder. Y,también, sin la seguridad absoluta de ganar, el PRI es una institución distinta. Al multiplicarse los fracasos y los riesgos defracaso, el PRI traza su obituario. Sin certezas totales no se reconoce a sí mismo, y el miedo y las inseguridades se agregan radicalmente a un priísmo que nunca los había tomado en cuenta.
En su desesperación, los priístas desembocan en lo hasta hace poco inconcebible: el anuncio de su existencia comopartido real. En 1999 Bartlett se lanza: "Nosotros debemos reaccionar, porque no nos vamos a suicidar caminando hacia el cadalso como borregos, siguiendo puntualmente la disciplina del partido con el 'sí, díganos, ordénenos, oriéntenos'. La disciplina es el alma fundamental del partido, pero si no hay partido, la disciplina es nuestro veneno". Y Socorro Díaz le contesta: "El lenguaje de Bartlett no conviene a los priístas, porque se da la imagen de un partido dividido e incapaz de interpretar la nueva realidad política del país […] El fomento de la división con expresiones crispadas y ofuscadas no ayuda a la unidad del partido y a la eficacia electoral". El regaño es clarísimo: Bartlett introduce elementos de duda y lucha interna, y vuelve irreconocibles a los priístas, sólo facultados para hablar en el lenguaje único del triunfalismo. Y Zedillo colabora a la admonición:"Menos discusión, más trabajo; menos pleitos y más servicio al pueblo". Lo dicho: las palabras distintas matan, los bloquesverbales de hace diez o cuarenta años vivifican.
Durante largo tiempo, en los sitios donde se respetaba la limpieza electoral (los indispensables) el PRI recibe el voto de castigo que, por su misma naturaleza resentida, puede enmendarse. Desde el voto de autocastigo de 1994, cae en el descrédito este mecanismo de resarcimiento psicológico, y el voto de 1997 no es, en lo básico, un voto de castigo sino un voto por el cambio, no tan animado por el deseo de vengarse de Salinas y compañía, como el de darle oportunidad a otras alternativas.
¿Qué es en 2000 un priísta histórico? Aquel que en lascircunstancias actuales sólo puede ser priísta, encerrado en el gueto de su comportamiento dócil con los de arriba y levantisco con los de abajo, de habla monótona y cantinflesca, resentido con la jerarquía que no le ha dado las oportunidades debidas, o se las quitó antes de tiempo. En la campaña deLabastida es ya una especie en extinción esamilitancia cerrada, disciplinadísima, que sólo rezonga en privado.
El PRI ha dependido vigorosamente de la obediencia a su Última Palabra, el presidente de la República. Salinas, que tanto irritó y deslumbró a los priístas, era perfecto en este sentido. Abusó del poder a su antojo, modificó a placer la Constitución de la República, inventó las concertacesiones para negociar los fraudes electorales ("Te entrego como dádiva lo que te pertenecía pero no me podías arrebatar"), humilló a placer a los priístas. No importa. Le eran fieles porque era el Jefe. A su vez,Ernesto Zedillo es autoritario pero distraído, concentra elpoder pero no se hace cargo minuciosamente de las decisiones, practica el Dedazo pero se entusiasma con la idea de ser elprimer presidente que no lo hace. Y los priístas, ante tal indecisión, asumen el desamparo más triste de todos, el del quedebe valerse por sí mismo en la más tierna senectud.LAS CEREMONIAS DE LA CORTE II: El Tapado: La sombra del burócrata
A lo largo de cada sexenio el Tapado es el acertijo de cuya solución dependen fortunas y encubrimientos. Al principio, es un chiste al que le otorga forma y rentabilidad publicitaria elcaricaturista Abel Quezada. El anuncio "El Tapado fuma Elegantes" es la cima del sentido del humor usado por la sociedad para, de paso, celebrar su impotencia. El Tapado es el Sucesor, pero también el centro de las nuevas dádivas y confirmaciones, es decir, el Tapado es el fantasma de la presidencia por venir, el espectro que ha de materializarse en poder absoluto, y por eso los chistes sobre el Tapado festejan también la inexistencia de la ciudadanía.
Doble fila de la ironía: el Tapado es la adivinanza cuya solución correcta es promesa de ascenso, y el Tapado es el rostro espectral que el adivino fallido devela con terror.
El acto culminante del Tapado es el Destape, el Día D de las emociones y las depresiones. Cada seis años se exalta una persona y un grupo, y sus correspondientes entran en agonía. Carlos Salinas le confiesa a un grupo de reporteros: "Lehablé a mi padre y le dije: '¡Ya la hicimos, nos llevó 25 años pero ya la hicimos!'", y Alfredo del Mazo, víctima del falso Destape, ve pulverizadas sus esperanzas al infinito. Si se quiere unmomento simbólico, podría elegirse uno de octubre de 1976. Al saberse la noticia: el Elegido es el secretario de Hacienda José López Portillo, se presentan de inmediato en sus oficinas trescientos vendedores delotería encabezados por su lideresa Sarita Ornelas. Portanchamarras con una proclama en la espalda: "Los billeteros con López Portillo". ¿Cómo ocurre el milagro? Se filtra la revelación: la lideresa mandó hacer novecientas chamarras, con los nombres de Mario MoyaPalencia, secretario de Gobernación, Hugo Cervantes del Río, secretario de la presidencia, y las correspondientes a López Portillo.
¡Ah, el Destape! Esa mañana (por lo común) o esa tarde, el presidente de la República llama a los sectores del PRI para felicitarlos por la decisión que no han tomado, y lo hace con solemnidad que deposita el cinismo en la actitud, no en las palabras: "Muy bien su elección y la delpartido, señores. El licenciado es el mejor hombre para estemomento tan difícil". Y todos sonríen, abrumados por el deber.
HACIA UNA DESCRIPCIONFUNERARIA DE LA ERA DEL PRI
1. La Era del PRI destruyó hasta donde pudo (y pudo en demasía) la competitividad que garantiza el desarrollo equilibrado de la política. En la esfera oficial sólo se admitían la obediencia, el apego a una ortodoxia no por mudable menos rígida, la cancelación de cualquier crítica y la adopción del silencio y su complemento, los murmullos, como técnicas promocionales. Un buen priísta ni en sueños se desviaba de la norma (porque la norma inducía los sueños), y, en la Época de Oro del PRI, hubiese entendido la consigna falsa y genuina: "La única línea es que no hay línea". Y en la apoteosis del cinismo como habla privada y vehículo de la crítica posible, el refrán de Fidel Velázquez hizo las veces de horca caudina: "El que se mueve no sale en la foto". Los priístas no fueron cínicos con tal de poseer el sentido del humor que los inoculara contra la solemnidad de pacotilla que adoptaban; fueron cínicos, e infectaron de su cinismo a la sociedadentera que lo adoptó como lengua de la sobrevivencia, paraseguir ejerciendo la sinceridad, así fuese de modo tan sesgado.
Véanse estas frases: "Hasta que le hizo justicia la Revolución (descripción admirativa del auge de un corrupto)./ Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error./ La caballada está flaca (juicio menospreciativo de los contendientes por el favor presidencial)./ La corrupción somos todos./ Honesto, honesto, honesto, no es; honesto, honesto, no es; honesto, creo que sí (método que nulifica cualquier pretensión de integridad a secas)./ La moral es un árbol que da moras o vale para una chingada./ El PRI es el Jalisco de la Revolución: nunca pierde y cuando pierde arrebata./ Yo lo admiraba a usted desde antes, Señor, pero como usted no tenía un puesto elevado no había tenido la oportunidad de decírselo". Y la gema de esta paremiología, o ciencia del refrán, la escuchó por vez primera Manuel Buendía en labios del profesor Carlos Hank González: "Un político pobre es un pobre político". Glorificado, el cinismo ha sido la "filosofía popular" que circunda al régimen. Por décadas, el presidencialismo, antes de asegurar: "El Estado soy yo", se cercioró de que los demás no eran la Revolución.
El esplendor del cinismo explicó hasta hace muy poco la penuria intelectual del priísmo y, en general, del análisis político con cierta resonancia en México. El sector dominante sólo generaba una demagogia cada vez más abstracta, y las oposiciones se afiliaron a una "teología de la resignación" expresada en larijosidad del mitin, o en el talmudismo interpretativo de los marxistas ("Defínase la naturaleza capitalista del Estado burgués") y la simplonería de los conservadores ("Hay que defender lafortaleza sitiada de la moral y las buenas costumbres"). Y aldevaluar las dinámicas de la modernidad a los nichos de la ideología pura, no hay sino un resultado: la mayoría de los políticos, del partido que sean, se atienen al pragmatismo que les dictavaguedades para no comprometerse con las palabras, y dejarle toda definición posible a las acciones. Sin desconocer la responsabilidad de los sectores y los actores políticos, es innegable la furia utilizada en la Era del PRI para negarle valor y utilidad a las ideas. Todo se centra en la obtención y la retención delpoder, o, en el caso de los opositores hasta 1988, en el hallazgo de una filosofía de la consolación o en la repartición de lasmigajas.
2. La Era del PRI consagra su "religión civil", el presidencialismo, cuya piedra de toque es la incondicionalidad del Poder Legislativo (el mayoriteo, ese bosque de manos dóciles al votarse en el Congreso las iniciativas del Ejecutivo), y la sumisión delPoder Judicial (¡Ah, esas giras a Tlaxcala o a Chalco con el presidente de la Suprema Corte de Justicia corriendo detrás del Primer Magistrado de la nación! ¡Ah, esas condenas abyectas a los presos políticos de 1958-1959 o a los presos políticos de 1968! ¡Ah, esas afirmaciones del presidente: "En México no hay presos políticos, hay delincuentes!" ).
El presidencialismo ha sido la concentración de facultades en el presidente de la República, y la imposibilidad de usarlas de modo eficaz; el don autocrático de nombrar al próximo presidente y la fantasía de regir con detalle a una burocracia independizada por la ineptitud y la corrupción; la decisión unipersonal de endeudar a la nación o de "privatizarla" a fondo y el método "habilísimo" de soluciones siempre pospuestas en medio del sometimiento al orden financiero.
El presidencialismo es el resultado del arrasamiento sistemático de las alternativas y de cualquier posible instrumento de contención a las decisiones del Ejecutivo. Surge en respuesta a la fragmentación caudillista, se solidifica por la necesidad de imprimirle sentido único a la vida institucional, y alcanza su cúspide escénica en medio del sometimiento a quienes lo ejercen. "Señor Licenciado, si quiere contemplar al Salvador de laPatria, véase al espejo". Y si el poder omnímodo del presidencialismo es inventado, lo que sí le queda es extraordinario, si se piensa en función de un ser humano. Poder máximo al quenutre la sujeción psicológica de grandes sectores, el presidencialismo es el eje de la cultura política que da por "naturales" los atributos ilimitados de una persona, el presidente. ¿Cuántasveces se afirmó el peligro de tener un gobernante en la Ciudad de México, porque "dañaría al poder presidencial"? El presidencialismo elimina la voluntad colectiva a favor del monopolio del capricho, y ésta, su etapa cumbre, decide en su liquidación gradual. ¿Qué no parecían "naturales" en su momento las afirmaciones del presidente Carlos Salinas de Gortari: "A pesar de las presiones y de la inquietud en algunos sectores de la sociedad, la designación del abanderado priísta definitivamente no se efectuará en el presente mes, sino en diciembre o eneropróximos" (La Jornada, 12 de diciembre de 1993)?
3. Decidida a llevar al país a la modernidad en ese "fuero interno" que es determinación pública, la Era del PRI consideró rentable a la corrupción, a fin de cuentas "sólo otro método de acumulación". Si en la etapa revolucionaria la corrupción fue motivo de escándalo social y humorístico (el valor cómico del verbo "carrancear", robar), en el dilatado periodo que casi inaugura el alemanismo, la corrupción se vuelve la segunda épica capitalista. ¿Quién pierde el tiempo imaginando un imperio industrial a partir de una tienda modesta o un humilde bufete, si lo puede hacer en seis años desde el acceso incontrolado al presupuesto? ¿Y a quién le rinden cuentas los funcionarios? No a la opinión pública, ni al Congreso de la Unión, ni a la sociedad civil. Con desdén, se le entregan a la sociedad "disculpas" bajo la forma de encarcelamientos selectivos que más bien son ajustes de cuentas, y se admiten desahogos sociales al amparo del chovinismo: "México, el país más corrupto del mundo. Un récord para el Libro Guinness". Pero no hay dudas sobre lo substancial: el escudo mitológico (y no tanto) de la Era del PRI es el culto a la impunidad.
LAS CEREMONIAS DE LA CORTE III:
El lenguaje oficial: "Oculté tan bien lo que pensaba que ya no recuerdo lo que era"
El discurso (el habla) del PRI se renueva con regularidad. Va del tono radical, incendiario de la etapa 1929-1940 ("Las revoluciones vienen/ las revoluciones van/ y los indios nunca tienen/ pan") a la mesura del humanismo profesional del periodo 1940-1958, conoce de alturas retóricas y de apresuramientos de lademagogia. Sólo algo tiene en común: la imposibilidad deponerse al día. El presidente Luis Echeverría quiere estar a la vanguardia y se petrifica en la idea borrosa y circular del Tercer Mundo; el presidente Carlos Salinas se propone adecuar el "lirismo" priísta con el vocabulario de doctorado en economía, y apenas consiguió interrumpir toda comunicación entre los funcionarios y quienes tuvieran el valor de leerlos, oírlos e interpretarlos. Los efectos de tal jeringonza oscurecen a quienes, ya sin los fervorines de la Revolución Mexicana, jamás domestican por así decirlo el nuevo idioma. Un ejemplo: el líder Mariano Palacios Alcocer se refiere a lo difícil que le resulta a los priístas ser oposición, y lo frasea de esta manera: "Hemos estado muy formados en la cultura de tener un vértice que nos posibilite el entendimiento, el ejercicio de una disciplina y la fluidez de la vida institucional, y ese código no escrito de alientos y desalientos que pueden darse en las instancias donde no hay un gobernador priísta". Y véase cómo este líder demanda que el pleito electoral sólo se libre entre dos partidos, el PRI y el PAN: "Serequiere polarizar a efecto de que se puedan medir con mayor eficacia las virtudes e insuficiencias que virtualmente pueden tener los actores políticos" (12 de febrero de 1998). Del discurso con el mensaje entre líneas al discurso en donde el propio mensaje no sabe en qué consiste.LA ERA DEL PRI II:LA TRADICION AL BORDE DEL ABISMO
1. El golpe de muerte a la tradición es la creencia cada vez más aguda en las encuestas.
Cada que un priísta se apoya en unaencuesta, se aleja peligrosa y confusamente del modelo original, y deposita en manos ajenas, por subvencionadas que estén, el futuro de un régimen que abomina de la democracia pero de golpe se sujeta a los levantamientos de opinión.
No hay secreto de la permanencia. De 1929 a 1999, los regímenes del PRN/PRM/PRI se especializan en eliminar brutal ocorruptamente las alternativas, asimilando a los oposicionistas, diezmándolos, cesándolos de sus empleos, alojándolos en la sordidez social, aplicando el fraude mayúsculo, fomentando susdivisiones internas, sometiéndolos a un minucioso linchamiento moral y cuando se puede físico, acosándolos con el río decalumnias. Y su lema es grito de batalla: "Somos los que le convienen al país, porque para empezar somos los únicos que,estrictamente hablando, competimos". Y el presagio del fin le llega al PRI al no extirpar o nulificar a la oposición. Si el PRI tuvo a los mejores (que al poco tiempo de estar allí dejaban de serlo), ya sólo dispone de los que hay (que al seguir allí, empeoran ante tanta desolación).
2. A su septuagésimo onomástico el PRI llega sin tradiciones ideológicas a cuestas, atenido a un dogma postrero: no podemos irnos porque los reemplazos caerían en la tentación de juzgarnos legalmente y además los oposicionistas no están maduros, no saben del arte de gobierno porque ni siquiera han aprendido a comprar el aplauso, el silencio y la crítica. ¿O no probó nada Fobaproa, y el resurgir como adalides de la moral de los acusados de fraudes y atracos al erario? A la cárcel y a la jubilación política sólo van los hundidos por falta de influencias. La moraleja nace redactada: "Los priístas perseveraremos en el poder, porque es un poder hecho a la medida. Y tan es así que el verdadero sinónimo de ingobernabilidad es alternancia".
La persuasión genuina del PRI se sustenta en la trabazón histórica de complicidades cuya legitimación proviene del control de la ley. Y todo ayuda a la hora de abandonar los reflejos condicionados que algunos llaman ideología. En su encarnación del PNR o en su karma del PRM, los priístas son nacionalistas revolucionarios, nacionalistas a ultranza, estatólatras, defensores de la soberanía, expropiadores, pero en estas transformaciones jamás se da un pensamiento orgánico. Y el resultado de esta ausencia es el pragmatismo, es decir, la noción de adaptabilidad perpetua, la mejor doctrina es la moldeable. Y si algo ejemplifica el fin de la Era del PRI es el penoso espectáculo de aquellos priístas que alaban la privatización de la energía eléctrica. Así por ejemplo, el secretario de Energía Luis Téllez, priísta distinguido que confunde el pasado con el presente con tal de expresarse: "La soberanía del país consiste precisamente en que los mexicanos tengan acceso a la energía eléctrica en sus hogares, que se generen empleos y crezca la industria, soberanía es que nuestro país tome decisiones soberanas para asegurar que hay electricidad" (La Jornada, 4 de febrero de 1999).
El fin de la Era del PRI se vincula a la recepción inesperada de sus actos. Durante el auge del PRI nadie, casi literalmentenadie, registra lo que dicen los políticos porque da igual, la impunidad es también verbal. Pero al existir el oído público lamanipulación nace muerta, y por lo demás el señor Téllez no ayuda a su causa. Al preguntársele sobre los cambios del artículo 27 constitucional, responde: "Voy a parafrasear, cosa que para un mexicano siempre es complicada porque nos gusta leer exactamente lo que dice la Constitución". A eso reduce latecnocracia el habla priísta, a regañar al torpe mexicano. Sepasa del desprecio a reaccionarios y subversivos al menosprecio a los nacionales olvidándose que ya tienen voz y voto.
3. Si algo describe el acabóse de la Era del PRI es Chiapas. Desde 1994 son numerosas las consecuencias funerarias para el PRI del levantamiento del EZLN y del discurso de Marcos. Sederrumba como un montón de piedras la petulancia primermundista del salinismo; se hace trizas la confiabilidad de Pronasol; se pulveriza la demagogia que impedía aquilatar el racismo mexicano; caen gobernadores y un secretario de Gobernación; seprotege con la aureola de la impunidad a los responsables de la matanza de Acteal; se identifica probatoriamente a los priístas con los organizadores y participantes de grupos paramilitares; se destruye toda posibilidad de que en Chiapas se dé el Estado de derecho. Ante el panorama el PRI nada más ofrece un programa atenido a la distribución ocasional de despensas y a la derrama monetaria en beneficio a fin de cuentas de los caciques.
Chiapas es la piedra de toque del fin de la Era del PRI en tanto grupo gubernamental dotado de respuestas así seanrepresivas a las grandes crisis. El gobierno priísta en el sexenio de Zedillo no examina con seriedad siquiera una sola vez el problema indígena, limitándose a fustigar a los radicales que manejan "inditos"; no dispone de un político inteligente y flexible para gobernar el feudo o la posencomienda, y sí en cambio aprovecha a los Roberto Albores de las inmediaciones; no desiste de su plan demilitarización regional, pese a los costos de todo tipo; norenuncia a su plan de difamar al obispo Samuel Ruiz, desgastando la intermediación y fortaleciendo o queriendo fortalecer a la extrema derecha clerical.
En síntesis, en Chiapas se escenifica la inhabilidad y eldescontrol tan contrarios a las astucias de la Era del PRI. LAS CEREMONIAS DE LA CORTE IV:
El abrazo incestuoso y la solemnidad de presidium: el cachondeo de la respetabilidad
El político se encuentra al político y se abrazan con efusividad que excluye lo íntimo o, más bien, que hace de la amistad entre priístas un capítulo de la complicidad sensual.
El Abrazo esceñido, intenso, de fusión corporal, de renuncia a cualquier propósito de traición o discordia, el Abrazo es el certificado de que, pase lo que pase, la amistad es eterna, aunque los involucrados negocien a diario el significado de eternidad. Y el rostro poblado por la tensión patriótica, el rostro que se tiñe de la Solemnidad de Presidium, es el tránsito de la vida cínica a la ofrenda en el Altar de la Patria. No en balde el presidente Adolfo RuizCortines cada que emitía un "vocablo malnacido", como chingada por ejemplo, añadía redentoramente: "Perdón Investidura". Sin el Rostro de Presidium, los priístas hubiesen sido comparsas del carnaval; sin el Abrazo Incestuoso no se hubiese sellado el pacto darwiniano de la sobrevivencia de los menos aptos.DE LA UNANIMIDAD A LA DIVERSIDAD (UN TANTO A FUERZAS)
A la Era del PRI la caracteriza la unanimidad. Esto no los exime de pleitos feroces, conspiraciones, intrigas, pero sí exige en los días de gran beligerancia (la campaña henriquista, el auge de la insurgencia sindical en 1958, el 68, las elecciones del 88) la disciplina cerrada. En 1968 un diputado priísta defiende con timidez al rector Javier Barros Sierra y al día siguiente se retracta en tribuna. En las votaciones más ásperas en la Cámara de Diputados, lo más que hace un priísta amenazado por su conciencia es abstenerse o enfermarse por un día o ausentarse durante la votación ("La conciencia fue al baño"). Apenas se dispone de documentos autocríticos o de simples recuentos (una excepción: las memorias de Gonzalo N. Santos, documento señero de la cultura de la impunidad). Y algo muy llamativo: a la crueldad del Sistema (así a secas) se responde por lo común desde el mutismo rencoroso. La sensación de ya no ser, luego de saberse y creerse el Influyente, se atenúa con la jubilación o con puestos menores "pero significativos". Al ampliarse el mercado político renacen las esperanzas de los políticos "jubilados" o seconsidera inútil disimular el resentimiento.
A la Corriente Democrática que encabezan Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo se le acorrala y difama en 1987, forzando su salida. Y las disidencias siguientes son personales aunque constantes y casi siempre condicionadas por la frustración. Y seproduce un signo de las postrimerías de la Era del PRI: si antes los desertores eran una rareza poco apreciable, de pronto son bienvenidos a la credibilidad o el beneficio de la duda. Y mientras más se acerca el año 2000 más se anuncia la sensación: "Si estreno independencia, me salvo". El Grupo Galileo, la Corriente Renovadora (que se opone razonadamente a la privatización de la energía eléctrica), el precandidato Manuel Bartlett y las fracciones sucesivas no concretan la división tan temida, pero sí el remate a precios de temporada de la mentalidadúnica. Y un PRI diverso es inconcebible.
De partido nacional a errátil coalición de caciques y líderes de sí mismos y sus beneficiarios. Al cabo de 71 años la agonía del PRI va detrás, pacientemente, del cadáver del partido que caracterizó a México durante la mayor parte del siglo XX. LAS CEREMONIAS DE LA CORTE V:
La cargada: "Lo felicito, señor, sin segundas intenciones"
En el sexenio de Miguel Alemán, el ingenio periodístico inventa el FUL (Frente Único de Lambiscones). Esto parece entonces el colmo del ingenio porque es el colmo del cinismo, y el cinismo es, por definición, el lenguaje que al burlarse de su razón de ser se burla ampliamente delobjeto de su adhesión pública. El FUL es objeto de caricaturas, artículos, versos satíricos, y al lado del FUL seaparece, término de 1946 o 1952, la Cargada, "el galope triunfal de los berrendos", el ritmo agobiado, apretujado, feliz, con que las adhesiones se dejan ver. "¡Aquí estoy, Licenciado! ¡No le podía faltar! ¡Aquí estamos sus incondicionales!" La Cargada es memorable, es la conquista a mano desarmada de los espacios de la adulación. Y la Cargada genera subcategorías triunfales: el Codo Beligerante, la Sonrisa Tapete, la Mirada Servicial, el Cuerpo que desafía las leyes de la Naturaleza y se incrusta en los demás cuerpos, los traspasa y llega frente al presidium… Todo lo que constituye el espíritu de la entrega alborozada.
La Cargada tiene un lema: "Señor, con usted hasta la ignominia, y de allí en adelante"; y es también la fiebre del oportunismo y de su expresión escrita, los Manifiestos de Adhesión de plana entera. La Liga de Economistas Revolucionarios, la Plataforma de Profesionales, la Liga de Arquitectos Institucionales, la Asociación de Ex Alumnos de todas las Instituciones Educativas, la SociedadFemenina de Feministas Revolucionarias, el Bloque deIntegración Patriótica, el Membrete Comprometido… Son expresiones del deseo de no apartarse del buen sendero. Las siglas se despeñan en su afán de hacerse presentes, y los oportunistas se regocijan por su malicia. La joya es la esquela que Paco Martínez de la Vega recordaba con deleite: "La niña Marina Aurora voló al cielo a la temprana edad de cuatro años. Sus atribulados padres lo comunican con aflicción y aprovechan la oportunidad para expresar su apoyo a la candidatura del licenciado Miguel Alemán Valdés a la Presidencia de la República".
Hoy la Cargada cambia de signo ideológico. –