En 1974, el economista Richard Easterlin mostrĆ³ que no existe una relaciĆ³n directa entre el aumento de riqueza y la felicidad. En los Ćŗltimos aƱos varios estudios han refutado la llamada paradoja de Easterlin. En On the psychology of poverty, Johannes Haushofer y Ernst Fehr, del mit y la Universidad de ZĆŗrich respectivamente, demuestran que un salario mĆ”s alto se asocia a una mayor felicidad y satisfacciĆ³n personal. El sociĆ³logo Pau MarĆ-Klose analizĆ³ la Encuesta Social Europea de 2012 y observĆ³ que el 89.8% de los encuestados de clase alta afirmĆ³ haber disfrutado de la vida durante la semana anterior. En las clases bajas, el porcentaje se reduce al 31.4%.
Es quizĆ” discutible que el dinero no da directamente la felicidad, pero no cabe duda de que la pobreza dificulta alcanzarla. SegĆŗn Haushofer y Fehr la pobreza “correlaciona con la infelicidad, la depresiĆ³n, la ansiedad y los niveles de cortisol”, un indicador del estrĆ©s que influye en las habilidades cognitivas y decisorias del cerebro. La pobreza es deprimente, y la depresiĆ³n empobrece.
Un estudio dividiĆ³ a dos grupos antes de ser presentados ante un dilema: recibir un poco de dinero inmediato o firmar para recibir mĆ”s dinero en un futuro cercano. Al primer grupo se le mostraron antes imĆ”genes tristes y situaciones deprimentes, mientras que al segundo no. Aquellos que vieron las imĆ”genes decidieron coger el dinero inmediato. La pobreza aumenta la “preferencia temporal” [time- discounting], esto es, la obsesiĆ³n con el presente frente a un futuro incierto y arriesgado. Por eso, segĆŗn el estudio, los pobres no ahorran. En su marco mental, el futuro no existe.
En Repensar la pobreza: un giro radical en la lucha contra la desigualdad global, los economistas Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo se enfrentan a la lĆ³gica conservadora que considera que la ayuda directa a los pobres los convierte en parĆ”sitos. Al contrario: esa seguridad les proporciona una autoestima que reduce el estrĆ©s y la depresiĆ³n y les permite tomar mejores decisiones. Lo que segĆŗn muchos convierte a los pobres en dependientes realmente los libera. No es posible acabar con la pobreza sin atacar la depresiĆ³n inherente a ella ni analizar los comportamientos econĆ³micos derivados de ese coctel terrible. Es cierto que la felicidad no es exclusiva de los ricos, pero la depresiĆ³n suele echar raĆces mĆ”s firmes en los pobres. ~
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciĆ³n de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemĆ”n' (Libros del Asteroide, 2023).