La piedad del asesino

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El 28 de mayo de 1940, Vladimir Nabokov desembarcรณ en Nueva York en compaรฑรญa de su esposa Vera y su hijo Dimitri. En el muelle, descubriรณ que habรญa perdido las llaves de la maleta (mรกs tarde aparecerรญan en el abrigo de Vera, con el campanilleo de un milagro inรบtil). Los agentes aduanales decidieron llamar a un cerrajero.
Tal vez esperaban encontrar uno de esos libros de lomo verde y contenido erรณtico, publicados en inglรฉs por la editorial parisina Olympia, donde quince aรฑos mรกs tarde aparecerรญa Lolita. Sin embargo, cuando la cerradura cediรณ al fin, el equipaje de Nabokov revelรณ un atractivo muy distinto al de los objetos confiscables: unos guantes de box y una caja con mariposas disecadas.
ย ย ย ย ย A los 41 aรฑos, luego de una infancia opulenta en Rusia y un exilio acre y formativo en Berlรญn y Parรญs, el escritor llegรณ a Estados Unidos para su tercera encarnaciรณn, sin mรกs pertenencias que sus insectos y guantes favoritos.
ย ย ย ย ย Nabokov tenรญa 17 aรฑos cuando su tรญo Ruka le heredรณ dos millones de dรณlares y 19 cuando los perdiรณ para siempre. Al menos por escrito, aceptรณ con serena grandeza las dรฉcadas de escasez de las que sรณlo lo rescatarรญa la publicaciรณn de Lolita, en 1955. Habla, memoria, su autobiografรญa de infancia y adolescencia, es un altivo ejercicio que no admite quejas por los cambios de fortuna.
ย ย ย ย ย En un ambiente digno de los salones de Tolstoi, donde sรณlo se hablaba ruso por patriotismo, cuando Napoleรณn se hacรญa insoportable, el joven Volodia aprendiรณ a leer en inglรฉs y en francรฉs y aplicรณ su originalidad a tres pasiones duraderas: el deporte (futbol, tenis, ajedrez y box), la poesรญa (el amor no retribuido y la cambiante fรกbrica de la naturaleza le brindaron pretextos suficientes para producir un poema diario durante cerca de una dรฉcada) y la caza sutil de mariposas. El dandy de San Petersburgo encarรณ la vida como una lujosa oportunidad de tener hobbies hasta que llegรณ la revoluciรณn y con ella el รฉxodo a Berlรญn. Para distinguirse de su padre, adoptรณ el seudรณnimo literario de V. Sirin. Las penurias berlinesas hicieron que el flaneur en permanente asueto se transformara en el fumador compulsivo que redactaba textos a destajo y sรณlo requerรญa de una promesa de pago para tratar a las musas como su lรญder sindical. Este trรกnsito coincide con la transformaciรณn del poeta en narrador. Muchos aรฑos despuรฉs, le dirรญa a un alumno en Estados Unidos: “debes saturarte de poesรญa inglesa para escribir prosa inglesa”. Uno de sus proyectos inconclusos fue el ensayo La poesรญa de la prosa, destinado a demostrar que la gran narrativa es poesรญa inadvertida, donde el ritmo opera sin hacerse evidente y los detalles “riman” en una red de misteriosas concordancias.
ย ย ย ย ย De acuerdo con Nabokov, la palabra “realidad” sรณlo tiene sentido entre comillas. Percibirla equivale a tergiversarla. Por lo tanto, todo estilo literario debe reconocerse como un artificio, incluido, por supuesto, el que se pretende natural. Describir una escena significa, necesariamente, comentarla, extender un filtro irรณnico, distanciado, entre los sucesos “reales” y la mirada narrativa.
ย ย ย ย ย “La sรกtira es una lecciรณn; la parodia, un juego”, comentรณ el autor de Desesperaciรณn, La verdadera vida de Sebastian Knight, Pรกlido fuego y otras novelas de identidades trucadas. Una marca de agua nabokoviana consiste en hacer escarnio de sus criaturas y de su propio punto de vista literario; con frecuencia, las percepciones del narrador son miopes, fantasiosas, exaltadas. En un giro burlesco adicional, el lector es tratado como si dispusiera de una mente despejada y serena, una inteligencia mesurada que sabrรก ponderar y en cierta forma mitigar los arrebatos del monstruo sensible que cuenta la historia. Para el prestidigitador de San Petersburgo, la trama gana en fuerza y poder de convicciรณn si incluye los apasionantes enredos que se pasan para narrarla. Con evidente ironรญa, el acucioso Nabokov se refiere en Lolita a “las exasperantes vaguedades del autor”. Alรฉrgico a la lรญnea recta, dedica un cambiante acoso a sus temas, y aunque descarta esta tรฉcnica como los devaneos de un relator ansioso, nos somete a ellos para demostrar que, en contra de la opiniรณn del respetable seรฑor Nabokov, sus narradores sucumben a fascinantes distracciones.
ย ย ย ย ย Como naturalista, Nabokov fue un clasificador, no un teรณrico. Este fervor por ordenar el mundo de las especies menores explica en parte su estilo literario. Sus complejas estructuras, donde lo real es captado por diversas miradas, dependen de una prosa certera: a las atmรณsferas enrarecidas se accede por vรญa de la exactitud. Cuando una revista le pidiรณ que hablara de la inspiraciรณn literaria, Nabokov escogiรณ escenas de la narrativa norteamericana donde ciertos datos menores crean una irregateable ilusiรณn de verosimilitud. El autor tocado por la gracia no profiere visiones de chamรกn ni aspira a revelar Valores Eternos; es alguien que coloca en una repisa el objeto inolvidable. En Lolita las situaciones se vuelven creรญbles gracias a una significativa minucia: creemos en la expediciรณn al saber que zarpa con “gorros de papel para Navidad” y en la silla elรฉctrica al enterarnos de que “estรก pintada de amarillo”. Este sentido del detalle tambiรฉn se aplica a los gestos: ยฟhay mejor descripciรณn de un escape feliz que la de Humbert Humbert al volante, conduciendo el automรณvil “con un dedo”?
ย ย ย ย ย Para Nabokov la ficciรณn sรณlo acepta una idea de progreso: adquirir “capas de vida cada vez mรกs precisas”. Al respecto, le gustaba citar la escena del parto de Ana Karenina, impensable en un novelista del XVIII. Esta conquista de la imaginaciรณn por vรญa de la exactitud depende de un pacto peculiar con el lector. La singularidad exige una atenciรณn inรฉdita: “entre todos los personajes que crea un gran artista, los mejores son sus lectores” (Lecciones de literatura rusa).

“Hablo como un idiota”
En los aรฑos de Berlรญn y Parรญs, Nabokov-Sirin frecuentรณ poco a los aborรญgenes (esas “figuras de celofรกn” que pasaban junto a los emigrados rusos). De 1919 a 1940, su nombre adquiriรณ un prestigio cada vez mayor en un cรญrculo cada vez mรกs restringido. La emigraciรณn rusa dejรณ de pensar en un retorno; cansada de habitar un paรญs imaginario, se integrรณ a las ciudades de Europa, y la Segunda Guerra Mundial acabรณ de dispersarla. Algunas de las mayores novelas del siglo โ€”La dรกdiva, La defensa, Desesperaciรณnโ€” fueron escritas para un puรฑado de lectores. No es casual que Nabokov enfatizara “la notable facultad creativa de los rusos, tan bellamente revelada por la propia inspiraciรณn de Gogol, de trabajar en el vacรญo. La imaginaciรณn sรณlo es fรฉrtil cuando es fรบtil”.
ย ย ย ย ย A los saldos de una historia que ya incluรญa la guerra civil en Rusia, el exilio, el asesinato de su padre, la desintegraciรณn de su familia (su madre se quedarรญa en Praga), se agregรณ en 1940 el delirio nazi. Gracias a una organizaciรณn de apoyo a los perseguidos (Vera y Dimitri eran judรญos), los Nabokov se pudieron embarcar en el Chamberlain rumbo a Nueva York, en la mejor habitaciรณn que tuvieron en aรฑos.
ย ย ย ย ย En Estados Unidos, Nabokov perdiรณ los dientes, dejรณ de fumar sus cuarenta cigarros diarios, engordรณ hasta parecerse a un “doble de Hitchcock” y se sometiรณ a las rutinas del profesor universitario, primero en Wellesley College y luego en Cornell.
ย ย ย ย ย Sin duda, Nabokov se sirviรณ de su extranjerรญa para renovar el inglรฉs. A su intrincada pericia lingรผรญstica se sumรณ el tono del visitante insรณlito. Incapaz de sentirse en casa en su idioma de adopciรณn, redactรณ sus clases en detalle para superar las imprecisiones de la oralidad: “pienso como un genio, escribo como un autor distinguido y hablo como un idiota”, dirรญa en su libro de entrevistas Opiniones fuertes. Su pedagogรญa fue una brillante defensa de la arbitrariedad. En sus cursos, Dostoievski fracasaba en forma melodramรกtica y Mann apenas se distinguรญa de un autor de textos de autoayuda. Convencido de que la ridiculizaciรณn de los defectos es una รฉtica (combatir el mal significa demostrar que es digno de burla), sus clases no rehuyeron la parodia ni el disparate.
ย ย ย ย ย Nabokov detestaba al doctor Freud y a los buscadores de Grandes Ideas tanto como a los vecinos con bronquitis en un cuarto de hotel. En su cรณdigo personal, los lectores sagaces deben saber otras cosas: quรฉ distribuciรณn tiene el departamento de la familia Samsa, de quรฉ color son los ojos de Madame Bovary, cuรกnto cuesta el periรณdico en Mansfield Park. De tales minucias estรก hecha la ilusiรณn de vida que provoca la literatura. Si Henry James prefiere el estilo tentativo, que no impone su autoridad y se aproxima con discreta parsimonia a sus objetos de interรฉs (en una ocasiรณn, este enemigo de lo explรญcito se refiriรณ a un perro como “algo negro, algo canino…”), Nabokov considera que cada objeto esquivo amerita un alfiler que lo detenga. Para probar que don Quijote salรญa a mano en sus lances, analizรณ sus triunfos y descalabros como un partido de tenis en cuatro sets. El anรกlisis arrojรณ un marcador reรฑido: “6-3, 3-6, 6-4, 5-7”.
ย ย ย ย ย La Universidad de Cornell se fundรณ en un sitio de nombre propiciatorio, Ithaca. Allรญ, los Nabokov encontraron un refugio movedizo. Nunca tuvieron propiedades y aรฑo con aรฑo se mudaban a la casa de un profesor en sabรกtico. Para el novelista, vivir en un ambiente ajeno representaba una rica arqueologรญa, una oportunidad de descifrar conductas a partir de enseres y adornos. En esos sitios de alquiler, y en sus largos recorridos de verano en pos de mariposas, con escalas en moteles sin nรบmero, conociรณ el paรญs que retratarรญa en Lolita. Los discursos paranoicos o conspiratorios cautivaban la imaginaciรณn de Nabokov. En sus dรฉcadas norteamericanas procurรณ vivir como un desplazado perpetuo, que veรญa los sucesos desde una distancia inusual y los procesaba en favor de una sociedad secreta. Aunque colaboraba en el New Yorker y publicaba libros con regularidad, en Cornell muy pocos sabรญan que era novelista. Su obra circulaba con el silencio y el ocultamiento que favorecen los agentes dobles.
ย ย ย ย ย En 1948 empezรณ a escribir Lolita. Algunos meses mรกs tarde dudรณ de su material; tal vez inspirado por Gogol y su incertidumbre ante Las almas muertas, quiso quemar el manuscrito. Siempre atenta a sus textos, Vera impidiรณ el auto de fe. En 1953 puso punto final a la historia de amor de una ninfa de doce aรฑos con un hombre de 42, pero no hubo forma de publicarla en Estados Unidos. La primera intenciรณn de Nabokov fue firmar con un seudรณnimo, sin embargo el editor Roger Strauss lo convenciรณ de usar su nombre: si la novela era llevada a juicio, el nome de plume serรญa visto como un reconocimiento tรกcito de su indecencia; en cambio, ampararla con un apellido de profesor universitario ayudarรญa a demostrar que el autor buscaba superar con recursos artรญsticos un tema repugnante. Nabokov siguiรณ el consejo. En 1955 Lolita apareciรณ bajo su nombre en Parรญs, en la editorial Olympia, que habรญa publicado a Miller, Genet, Durrell y toneladas de basura porno.
ย ย ย ย ย Lolita llegรณ a la mayorรญa de los lectores precedida del escรกndalo. Graham Greene afirmรณ que si la novela era un delito, estaba dispuesto a ir a la cรกrcel por ella; el pueblo de Lolita, Texas, discutiรณ la posibilidad de cambiar de nombre a Jackson; Groucho Marx comentรณ que leerรญa el libro seis aรฑos despuรฉs, cuando Lolita cumpliera los permisivos 18.
ย ย ย ย ย Quienes llegaron a la novela estimulados por el morbo, se decepcionaron al no encontrar en ella alardes anatรณmicos. Para Nabokov, el Ulises, de Joyce, tenรญa la falla menor de ser demasiado grรกfico en sus asuntos de biologรญa. En Lolita buscรณ una alta temperatura erรณtica sin recurrir a las obvias y monรณtonas “palabras de cuatro letras”. El contacto fรญsico depende del quebrado รกnimo de los protagonistas y aun del paisaje, que simboliza, como en “La trama celeste” de Bioy Casares, una extensiรณn pรกnica del amor:

Vi su rostro contra el cielo, extraรฑamente nรญtido, como si emitiera una tenue irradiaciรณn. Sus piernas, sus adorables piernas vivientes, no estaban muy juntas y cuando localicรฉ lo que buscaba, sus rasgos infantiles adquirieron una expresiรณn soรฑadora y atemorizada.

“Era tan ingenuo como sรณlo puede serlo un pervertido”
Lolita es un thriller al revรฉs (desde el principio se conoce al asesino pero no a la vรญctima), un baedeker sentimental por los 48 estados unidos, una reflexiรณn en torno al poder confesional de la literatura (las emociones de un ser deleznable), un alegato sobre las posibilidades estรฉticas del crimen (“siempre se puede contar con un asesino para lograr una prosa atractiva”), una parodia sobre la parodia, pero sobre todo, Lolita representa la construcciรณn de un arquetipo. En su decimosegunda novela, Vladimir Nabokov trazรณ un personaje tan emblemรกtico como Werther, Don Juan, Hamlet, Fausto, Emma Bovary o Tirano Banderas. Ajeno a los temas ampulosos, creรณ un mito improbable: una niรฑa caprichosa, de calcetines sucios, con una inolvidable cicatriz en el tobillo, dejada por un patinador; una “consumidora ideal”, siempre dispuesta a mascar el chicle mejor publicitado, que al ver el zapato de una vรญctima en un accidente automovilรญstico comenta con frialdad mercantil: “รฉse era exactamente el mocasรญn que quise describirle al empleado de aquella tienda”; una mezcla de madurez a destiempo e inocencia vulnerada; una vampiresa accidental, a punto de regresar a su condiciรณn de niรฑa solitaria; una tenista veleidosa, que arriesga mรกs en su segundo saque; una experta en bailar con un aro en la cintura; una conocedora de todo lo que le gusta y le duele a los mayores; una tirana del deseo incapaz de beneficiarse de sus poderes; la mรกs irregular de las musas:

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entraรฑas[…] En las maรฑanas era Lo, sencillamente Lo. Un metro cuarenta y ocho de estatura, con pies descalzos. Loly con pantalones; Dolly en la escuela; Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos siempre fue Lolita.

La novela es la autobiografรญa que Humbert Humbert escribiรณ antes de morir para justificar (o al menos explicar) un crimen. El culpable busca un segundo juicio y se dirige a sus lectores como “damas y caballeros del jurado”. A los 42 aรฑos, Humbert es un neurรณtico de probada veteranรญa. En su relato, alterna la primera persona con la tercera y se convierte en personaje y aun en fantasma de sรญ mismo. La tercera persona le sirve como adecuada careta social (“Humbert hacรญa todo lo posible por ser bueno”) o como teatro de los puntos de vista (“Humbert el Terrible deliberรณ con Humbert el pequeรฑo”). El รบnico interรฉs continuo de este narrador escindido son las ilegales nรญnfulas, ciertas niรฑas de doce o trece aรฑos que enloquecen a los cazadores arriesgados y dรณciles.
ย ย ย ย ย George Steiner ha contado en numerosas ocasiones su perplejidad ante la contradicciรณn de que los torturadores nazis tuvieran un excelso gusto literario. Lolita es una poderosa demostraciรณn de que el arte puede pactar con la patologรญa. Para reconocer a una nรญnfula se requieren idรฉnticas dosis de sensibilidad y demencia. En el siglo de Auschwitz y el Gulag, Nabokov mostrรณ un rasgo apenas comprensible del espanto: el vigor estรฉtico de un arte motivado por la bajeza. Una voz de eficacia impar puede lograr que sintamos una enorme empatรญa por un personaje abiertamente repudiado por su creador. Desde el punto de vista jurรญdico, Lolita es un crimen; desde el punto de vista literario, una historia de amor; el mismo testigo que repudia al ciudadano Humbert, exonera al autobiรณgrafo. A contracorriente de Steiner, Nabokov revela la perturbadora falta de relaciรณn entre la moral y la capacidad de crear belleza. En su tirรกnica seducciรณn, la novela revela que la crueldad y lo sublime pueden ser tรฉrminos contiguos.
ย ย ย ย ย “Un paso en falso y habrรญa tenido que explicar toda una vida de crimen”, comenta el adorador de las nรญnfulas. Humbert se somete a un disciplinado escrutinio, estรก pendiente del menor detalle que pueda incriminarlo. Europeo de pedanterรญa cum laude, maltrata a sus testigos (“como ya habrรก adivinado el lector astuto”, dice ante situaciones indescifrables). Durante casi toda su vida, ha sido “un pusilรกnime respetuoso de la ley”; refrena su apetito inconveniente, se casa con una mujer comรบn, se resigna “a acariciar su carne rancia”, busca prostitutas adolescentes sin encontrar a una autรฉntica nรญnfula.

En esta larga hibernaciรณn del deseo, es vรญctima de las rutinas matrimoniales, incluida la del adulterio. Su mujer lo deja por un taxista ruso. Afecto a las poses magnรกnimas, Humbert se niega a “golpearla como habrรญa hecho cualquier hombre honrado”. A partir de ese momento, el destino, “ese fantasma sincronizador”, empieza a fraguar otra historia. Humbert recibe una herencia que lo obliga a ir a Estados Unidos. Reserva un cuarto amueblado en el pueblo de Ramsdale, y cuando llega ahรญ, la casa se ha incendiado. Le sugieren que vaya con Charlotte Haze, una joven viuda que vive con su hija. Humbert se horroriza ante la decoraciรณn (souvenirs mexicanos por todas partes) y el desorden de la ropa interior en el baรฑo (su mirada hiperatenta detecta un cabello en forma de signo de interrogaciรณn). La seรฑora Haze parlotea sin freno, intercala palabras en un pรฉsimo francรฉs y “alza una ceja enigmรกtica”. Humbert piensa en huir. Entonces, Charlotte propone que salgan al jardรญn. Ahรญ estรก Lolita, recostada en el pasto, absorta ante un cรณmic, chupando una paleta. Humbert necesita descargar el entusiasmo que le produce la presencia de la ninfa; desvรญa la vista a las azucenas y exclama: “ยกson hermosas, hermosas, hermosas!”
ย ย ย ย ย En el paรญs del pay de manzana, el suizo Humbert se siente por encima de sus circunstancias, esos tristes escenarios donde las mujeres se peinan con canelones de plรกstico y las licuadoras se someten al ruidoso maelstrรถm de las leches malteadas. Con fastidioso narcisismo, describe su atractivo fรญsico; su intensa masculinidad โ€”velluda y simiescaโ€” cautiva a las mujeres. Nabokov tuvo la idea de escribir el libro al leer un reportaje sobre un mono que habรญa dibujado su celda. Humbert es un elocuente antropoide en cautiverio. Aunque podrรญa seducir a “esa cosa lamentable y chata que es una mujer atractiva”, ha seguido una vacilante estrella. En la infancia viviรณ un amor dolorosamente inconcluso: conociรณ a una niรฑa perfecta en la Riviera Francesa y estuvo a punto de penetrarla pero dos baรฑistas salieron del mar frente a ellos, como tritones policiacos. Ella muriรณ de tifo meses despuรฉs. Humbert busca mujeres que sustituyan a la niรฑa perdida. En homenaje a la Annabel Lee de Poe, aquella musa fugitiva se llama Annabel Leigh. No es esta la รบnica similitud con el autor de “La caรญda de la Casa Usher”. Como Poe, el perseguidor de nรญnfulas perdiรณ a su madre (“muy fotogรฉnica”) a los tres aรฑos. En Nabokov, el anhelo o el recuerdo siempre duran mรกs que los hechos. La madre de Humbert muere con implacable brevedad: “picnic, relรกmpago”. De acuerdo con Tom Stoppard, estamos ante la coma mรกs elocuente de la lengua inglesa (en la traducciรณn de Enrique Tejedor, esta compacta tragedia se diluye en “un rayo durante un picnic”).
ย ย ย ย ย Poe se casรณ con una niรฑa de trece aรฑos para estar cerca de su madre. En forma inversa, Humbert se casa con Charlotte Haze para estar cerca de su hija Dolores. Charlotte es una mujer cuyo mal gusto quizรก serรญa llevadero de no estar disfrazado de elegancia. En su libro sobre Gogol, Nabokov dedica un capรญtulo al poshlust, palabra que alude a la falsa importancia o el falso atractivo de las cosas, al kitsch que no se atreve a decir su nombre: “El poshlust, vale la pena repetirlo, es especialmente potente y maligno cuando la farsa no es obvia”. Charlotte posa como mujer de mundo, sonrรญe con aires de Hollywood y agita distraรญdamente su cigarro, pero la ceniza nunca da en el cenicero.
ย ย ย ย ย Humbert alquila el cuarto y mantiene su pasiรณn como un fuego secreto. Una vez mรกs la abusiva fatalidad se pone de su parte. Acepta los impositivos avances de Charlotte y se casa con ella para permanecer junto a la pequeรฑa Lo. La peligrosa ninfa compara a su padrastro con un guapo zombi del cine, le lleva el desayuno a la cama, se come su tocino y se chupa los dedos con insoportable delicia. Despuรฉs de la boda, Lolita es enviada a un campamento de verano y Charlotte empieza a buscar internados para que su hija no perturbe su nido de amor. El marido renegado cae en una severa depresiรณn. Sรณlo se casรณ con la imposible Charlotte para atesorar los arbitrarios cambios de รกnimo de la nรญnfula. Fantasea en ingresar a la aliviada legiรณn de los autoviudos, pero sabe que no estรก a la altura de semejante fechorรญa. De cualquier forma, el destino actรบa en su nombre: Charlotte descubre el diario en el que Humbert detalla su amor por Lolita y corre a la calle. Afuera llueve, un perro cruza frente a un coche, el conductor trata de esquivarlo, derrapa en el pavimento y atropella a la fugitiva Charlotte Haze. De no ser por esta elaborada cadena de casualidades, Humbert no podrรญa quedarse con su amada.
ย ย ย ย ย Cuando recoge a Lo en el campamento de verano, Humbert le dice que su madre estรก hospitalizada y propone hacer un viaje antes de regresar a Ramsdale. En el hotel Los Cazadores Encantados prepara el lance final: lleva cuarenta somnรญferos que contempla como si fuesen cuarenta glรณbulos de felicidad. Humbert anhela con tal intensidad su encuentro amoroso que el lector intuye un fracaso. Justo entonces, Lolita toma la iniciativa: cuenta que perdiรณ la virginidad en el campamento y propone “jugar” al sexo. En un giro insรณlito, el seductor es rebasado por su presa: Lolita cree que lo inicia en una perversiรณn infantil. Asรญ se cierra el cรญrculo de azares. La “realidad” ha favorecido las peores intenciones del protagonista. Es cierto que Humbert aporta sus quebrados sentimientos y que al conocer a Dolores Haze evita tomar el primer Greyhound que podrรญa devolverlo al mundo comรบn de las mujeres con vista cansada, pero influye poco en el curso de los hechos. Incluso despuรฉs de poseer a Lolita, el inerme Humbert ignora su situaciรณn legal. Siempre resuelta, ella lo saca de dudas: “la palabra es incesto”.
ย ย ย ย ย La obra entera de Nabokov es una reflexiรณn sobre la inapresable sustancia del tiempo. Mientras ocurren, las anรฉcdotas preservan su misterio; sรณlo a travรฉs de la memoria, cuando ya resulta imposible alterar sus รกcidos designios, podemos otorgarles coherencia imaginaria. De acuerdo con Claudio Magris, escribir significa transformar la vida en pasado, o sea envejecer. Nabokov se concentra en las consecuencias morales de esta condiciรณn inevitable de la literatura: el caos que vivimos como un presente indescifrable se ordena como un pasado agraviante; una vez transcurrida, la experiencia adquiere lรณgica y reclama cuentas. Narrarla implica concebir culpables.
ย ย ย ย ย En el prรณlogo a la novela, Nabokov hace que cierto Dr. John Day afirme: “Si nuestro ofuscado autobiรณgrafo hubiera consultado, en ese verano fatal de 1947, a un psicopatologista competente, no habrรญa ocurrido el desastre. Pero tampoco existirรญa este libro”. El crimen rinde en la literatura. Un poco mรกs adelante, Day se explaya: “ยกCon quรฉ magia su violรญn armonioso conjura en nosotros una ternura, una compasiรณn hacia Lolita que nos entrega a la fascinaciรณn del libro al tiempo que abominamos de su autor!” Nabokov recurre a uno de sus trucos favoritos: ridiculiza una idea que sin embargo desea transmitir. Enemigo de la novela de tesis, mitiga los efectos de su interpretaciรณn poniรฉndola en boca del absurdo Dr. Day, pero deja en claro que podemos sentir una profunda empatรญa con Humbert sin avalar sus actos o, para decirlo con Brian Boyd: “la elocuencia de Humbert Humbert supera a la evidencia de Nabokov”.
ย ย ย ย ย El juicio del protagonista sobre sรญ mismo es mรกs severo; a tal grado, que se incrimina en exceso y huye como si ya hubiera sido condenado. Su vida con Lolita se convierte en “un paraรญso lleno de ojos”. Un paranoico escapa en compaรฑรญa de una exhibicionista, ยฟpuede haber combinaciรณn mรกs tensa? Nunca Humbert es tan suizo ni tan discreto como cuando viaja con la ruidosa y entrometida Dolores.
ย ย ย ย ย En su ensayo sobre Kafka, Nabokov sostiene que toda exploraciรณn de la belleza involucra a la piedad. La hermosura cautiva no sรณlo por su perfecciรณn sino porque puede ser destruida. Tarde o temprano, el objeto del deseo desaparece. La pasiรณn por Lolita es vulnerable en un doble sentido: no hay un santuario legal para la adoraciรณn de las nรญnfulas y en dos aรฑos serรก una adolescente cualquiera.
ย ย ย ย ย En su fuga contra el espacio y el tiempo, Humbert no puede librarse de su ubicua nรฉmesis, el dramaturgo Claire Quilty. No es la primera ocasiรณn en que Nabokov explora el tema del falso doble; su novela Desesperaciรณn trata de un hombre que cree encontrar una rรฉplica de sรญ mismo y lentamente accede al espanto superior de descubrir que tiene un doble “psicolรณgico”, producto de sus febriles maquinaciones. De modo similar, el narrador de Lolita imagina que “otro Humbert” lo sigue con avidez hasta que el perseguidor adquiere personalidad propia y se transforma en un “Proteo del camino” que puede estar al volante de cualquier Chevrolet. El doble se disipa en vigilantes anรณnimos.

La sombra de Quilty atraviesa la novela: es mencionado de paso en un catรกlogo de autores teatrales, Humbert consulta a un dentista que es tรญo del dramaturgo, conversa con รฉl en el porche del hotel Los Cazadores Encantados, en vรญsperas de su primera noche con Lolita. Ademรกs, la ninfa representa una de sus obras en la secundaria. No es extraรฑo que el rival sea un autor dramรกtico: Humbert sucumbe a los episodios de la vida y Quilty los inventa (esta supremacรญa lo lleva a Lolita). De modo emblemรกtico, ella abandona a su padrastro el Dรญa de la Independencia. Entonces Nabokov escribe una frase de una lรญnea: Waterproof. Mรกs de doscientas pรกginas antes, Humbert estuvo a punto de enterarse de que Quilty era un libertino, pero otro personaje empezรณ a hablar de su reloj a prueba de agua (waterproof). Aunque la mayorรญa de los lectores disfruta la novela sin reparar en esta clave, conviene detenerse en ella; se trata de algo mรกs que una oportunidad de que el crรญtico se gane su cena. Para Nabokov, el destino transcurre como una materia que creemos dominar y cruzamos a tientas; en su abundancia de sucesos, desorienta a sus usuarios. Al saber quiรฉn destronรณ a Humbert, el novelista recurre al truco maestro de hacernos sentir que, como el amante superado, debimos advertir la presencia de Quilty desde antes: lo “intrascendente” (una sencilla palabra de moda: waterproof) es lo significativo. La verdad estaba ante nuestros ojos y no la vimos. Volver atrรกs significa reconocer nuestra torpeza ante la evidencia. La relectura se convierte en un desafรญo similar al de la composiciรณn literaria. En su tardรญa lucidez, Humbert comenta:

[…] para รฉl [el lector] y para mรญ es fรกcil descifrar ahora un destino pasado, pero un destino que se estรก construyendo no es, crรฉanme, una de esas honestas historias de misterio donde lo รบnico que hay que hacer es prestar atenciรณn a las claves. En una ocasiรณn leรญ un cuento de detectives francรฉs donde las claves incluso estaban en cursivas.

La literatura es una fรกbrica de pasado, que sรณlo admite una coherencia posterior. Mientras sucede, la trama conserva un trasfondo inescrutable. Esto incluso se aplica a una novela consciente de estar siendo escrita. En Lolita, Humbert padece una ansiedad literal, literaria y aun tipogrรกfica; se dirige al lector con apremio (“no puedo existir si no me imaginas”), traduce sus emociones en caracteres de imprenta (“mis pensamientos parecรญan inclinados en tipografรญa”), hace de la lectura un acto mortal (Charlotte es atropellada por leer su diario, obliga a Quilty a recitar en verso su sentencia de muerte), escucha con azoro de bibliรณfilo cรณmo Lolita disuelve sus estratagemas: “hablas como un libro, papรก”.
ย ย ย ย ย Despuรฉs de sus noches de sexo y champรกn con Claire Quilty, la ex nรญnfula se casa con un hombre de desoladora normalidad: pobre, imbรฉcil, cariรฑoso, sin otra seรฑa de carรกcter que sus defectos fรญsicos. Lolita queda embarazada y decide recurrir a su padrastro. Humbert la visita y le ofrece huir, pero ella se niega; los cubiles en los que vive son preferibles al desorbitado amor de Humbert. Entre lรกgrimas, รฉl le firma un cheque excesivo. Al estilo de las divas que idolatra en la pantalla, Dolores se refiere a Quilty con un doloroso oneliner: “ร‰l me destrozo el corazรณn, tรบ sรณlo me destruiste la vida”.
ย ย ย ย ย Humbert mata a Quilty en una escena fรกrsica: el asesino termina en la cama, sentado sobre su pistola, baรฑado en sangre, con una pantufla de su vรญctima en la mano. En el guiรณn que escribiรณ para Stanley Kubrick, Nabokov situรณ el asesinato al comienzo de la historia: la pelรญcula indaga por quรฉ matรณ a Quilty. En cambio, en la novela se ignora quiรฉn es la vรญctima y durante mรกs de doscientas pรกginas el lector puede suponer que Humbert asesinรณ a Lolita para eternizar a la nรญnfula amenazada de crecimiento.
ย ย ย ย ย Al final del libro, Lolita muere en el parto y Humbert de un paro cardiaco. Lo รบnico que queda es la confesiรณn de un amante desaforado, un asesino amateur, un artista perfecto.
ย ย ย ย ย “Una espiral es un cรญrculo espiritualizado”, afirma Nabokov en Habla, memoria para explicar el sinuoso asedio a sus recuerdos. La confesiรณn de Humbert Humbert sigue un centro inamovible: Lolita. Cuando la novela era ante todo un caso de escรกndalo, Lionel Trilling escribiรณ en favor de su condiciรณn romรกntica: “en la ficciรณn reciente ningรบn amante ha pensado de su amada con tanta ternura ni ninguna mujer ha sido evocada con tanto cariรฑo, tanta gracia y delicadeza como Lolita”. Conviene agregar que el romanticismo de Humbert Humbert no es el de los melodramas que cautivaban a la pequeรฑa Dolores Haze, sino el de Hรถlderlin y Von Kleist, el del cazador que busca la evanescente belleza de la flor azul y al conseguirla estรก dispuesto a beber arsรฉnico antes de que mengรผe la intensidad de su hallazgo.
ย ย ย ย ย Si Lolita comienza como el manual de un egoรญsta que encara los problemas ajenos con “la higiene mental de la no interferencia”, de un maniรกtico que todo lo sobreinterpreta y nunca es tan irรณnico como cuando dice “exagero un poco”, con la muerte de su amada, el narrador entiende al fin que la desgracia no es sรณlo suya. La ausencia de Lolita empobrece el entorno de modo absoluto, irreversible. En la penรบltima pรกgina de su relato, Humbert sube a una colina y oye unas voces infantiles:

Me quedรฉ escuchando esa vibraciรณn musical desde mi suave pendiente, esos estallidos de gritos aislados, con una especie de tรญmido murmullo al fondo. Y entonces supe que lo mรกs punzante no era la ausencia de Lolita a mi lado, sino la ausencia de su voz en ese concierto.

ยฟCรณmo reparar esa pรฉrdida? El pรกrrafo final de la novela es la carta de creencia de Nabokov: “Pienso en bisontes y รกngeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos profรฉticos, en el refugio del arte. Y รฉsta es la รบnica inmortalidad que tรบ y yo podemos compartir, Lolita”. Mรกs allรก de la “cortina de cipreses” de los cementerios, la literatura preserva a la ninfa de 1.48 de estatura, que mastica chicle bomba.
ย ย ย ย ย Los genรฉticos de la literatura le atribuyen hermanas previas, como la protagonista de El hechicero, la novela corta que Nabokov escribiรณ en la segunda mitad de los aรฑos treinta y sรณlo se publicรณ despuรฉs de su muerte. Tambiรฉn en La dรกdiva aparece un esbozo de la pequeรฑa Circe pero es descartado como “dostoievskiano”, y en Invitaciรณn a una decapitaciรณn, Emma, una niรฑa tierna y temible, parece disponer de una llave para liberar al prisionero Van Veen y de otra para infligirle un encierro mรกs severo. En un sentido mรกs amplio, el tema recorre casi todos los libros de Nabokov. De Mashenka (1926) a Ada (1969), un arco continuo indaga las consecuencias indelebles del primer amor. Lolita condensa y lleva a su mรกs arriesgado lรญmite la relaciรณn con la inocencia cautivadora y mancillada.
ย ย ย ย ย Los mitos tienen un comienzo nebuloso y no es casual que la historia de Lolita empezara junto a un oleaje que ella no conocerรญa. La extrovertida Charlotte informa que su hija fue concebida en Veracruz (de ahรญ que la casa estรฉ llena de baratijas mexicanas y de ahรญ el nombre de la niรฑa). En su febril errancia por Estados Unidos, Humbert se acerca a la frontera sur pero no se atreve a cruzar: Mรฉxico es una orilla pobre, ardiente y desconocida. De ahรญ surgiรณ Lolita. Por lo demรกs, como comentรณ Humbert en su inรบtil expediciรณn al รrtico, “las nรญnfulas no suceden en las regiones polares”. –

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es narrador, ensayista y dramaturgo. Su libro mรกs reciente es El vรฉrtigo horizontal. Una ciudad llamada Mรฉxico (Almadรญa/El Colegio Nacional, 2018).


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