Las enseñanzas del terror según el almirante Poindexter

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Un mercado de futuros es, básicamente, aquel en el que se hacen transacciones con contratos que cubren la compra y venta de instrumentos financieros o bienes físicos que han de rendirse en una fecha posterior. Una opción de venta o put option da a su poseedor (holder) el derecho de vender un número de acciones específicas de una empresa al vendedor (writer) de la opción a un precio predeterminado, antes o en la fecha en que expira la opción. Para tener este derecho, el poseedor paga al vendedor una prima, de manera en que, si el precio de la acción cae, el comprador gana y, si el precio aumenta o baja menos que la prima, entonces el vendedor gana. Para el poseedor, estas opciones equivalen a apostar a que una acción perderá valor.
     Pocas semanas antes del ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001, se realizaron un número sin precedente de put options de acciones de varias empresas que fueron afectadas directamente por los hechos de ese día, tanto de compañías situadas en el World Trade Center (Morgan & Stanley, Merrill Lynch, Re y AXA entre otras), como de las líneas aéreas American y United. Se estima que las ganancias generadas por estas transacciones se sitúan entre cien y quince mil millones de dólares.1 Por ejemplo, entre el 6 y 7 de septiembre, sin que hubiera noticia alguna que propiciara una crisis de confianza o temor, se hicieron 4,744 opciones de venta para acciones de la United Airlines, en contraste con tan sólo 396 call options (que son las opciones de compra que apuestan a que el precio de la acción aumente). El 10 de septiembre del 2001 se realizaron 4,516 puts y 748 calls de acciones de la American Airlines. Esto representaba un aumento de puts de casi 285 veces el volumen promedio. Las cifras son semejantes para algunas empresas que fueron víctimas de la destrucción de las Torres Gemelas.
     La CIA y otras agencias de inteligencia monitorean minuciosamente en tiempo real los movimientos de los mercados de valores (con programas como PROMIS), en busca de singularidades que puedan anunciar fraudes o amenazas a la seguridad nacional. Sin embargo, en este caso las increíbles irregularidades no hicieron sonar alarma alguna. Estas transacciones sospechosas fueron reportadas pocos días después del 11 de septiembre, en los medios masivos, como una posible pista que debía ser investigada. Sin embargo, no solamente nunca se descubrió a los inversionistas que habían obtenido grandes ganancias debido a los ataques, sino que además el asunto fue olvidado. Curiosamente, Alex Brown, Inc., la empresa a través de la que fueron compradas muchas de estas opciones, fue dirigida hasta 1998 por Buzzy Krongard, quien el 26 de marzo del 2001 fue nombrado director ejecutivo de la CIA.2
     Quizás inspirada por las ganancias, y por la sorprendente capacidad por parte de estos misteriosos inversionistas de “predecir” el devastador ataque terrorista, la Information Awareness Office (IAO) de la DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency, la célebre agencia del Pentágono que, entre otras cosas, creó los cimientos de internet) trató de lanzar, a fines de julio del 2003, el Policy Analysis Market, un mercado de futuros destinado a permitir a los inversionistas especular respecto de ataques terroristas, golpes de Estado, magnicidios y otras catástrofes de origen humano que pudieran tener efecto en la política de Estados Unidos. Allí se podría apostar a que una bomba bacteriológica estallara en Tel Aviv,
     a que Arafat fuera asesinado o a que fuera derrocado el emir de Qatar. De acuerdo con uno de los críticos de este programa —el senador de Oregón Ron Wyden—, un inversionista podría comprar opciones o “contratos de futuros”, a cinco centavos, en el sentido de que el político X sería asesinado. Entre más inversionistas compraran esa opción, su precio aumentaría, y si X fuera asesinado la paga por opción podría llegar a ser de un dólar. De acuerdo con los expertos de la DARPA, este tipo de mercados han resultado herramientas extremadamente eficientes para predecir las elecciones, así como los precios del petróleo, el oro y hasta de los boletos de ciertos espectáculos.
     La propuesta era tan descabellada que la principal preocupación del senador de Dakota del Norte, Byron Dorgan, al denunciarla, fue que el público pensara que se trataba de una broma de mal gusto. El programa, cuyo presupuesto era de ocho millones de dólares, había sido lanzado por el almirante retirado John Poindexter —ex asesor de seguridad nacional de Ronald Reagan—, quien fue encontrado culpable de mentir ante el Congreso, conspirar y defraudar al gobierno, así como de destruir pruebas en el caso Irán-Contras. En los años ochenta, el almirante estableció un fondo secreto para financiar la guerrilla nicaragüense con dinero proveniente de la venta de armas a Irán. Poindexter fue perdonado en 1990, dado que el Congreso le concedió la inmunidad a cambio de su testimonio… el mismo en el que mintió.
     La IAO fue instituida poco después del 11 de septiembre con la intención de recolectar información digital y vigilar las comunicaciones a través de teléfonos, faxes e internet. Poindexter fue nombrado director de esta agencia el 13 de febrero del 2002, y en poco tiempo desató una tremenda controversia al lanzar el programa Total Information Awareness, el cual consistía en un sistema centralizado de vigilancia de Estados Unidos, y eventualmente del planeta, que daría acceso al gobierno a bases de datos que consolidaran información médica, de seguridad social y financiera, antecedentes penales, suscripciones a revistas, renta de videos, compra de libros, hábitos de consumo, llamadas telefónicas y páginas visitadas en el www, entre otras cosas. Grupos de activistas y hackers (que pusieron, en cientos de websites, la dirección de Poindexter, fotos de satélite de su casa, su teléfono, sus declaraciones de impuestos y toda la información personal que pudieron recolectar sobre él)3 y también periodistas y varios legisladores lograron impedir la implementación del programa, pero éste, en vez de quedar eliminado, fue rebautizado como Terrorism Information Awareness, con lo que Poindexter esperaba hacerlo más aceptable para el público. Tras el fiasco y escándalo del mercado del terror, el almirante se vio obligado a anunciar su renuncia. Sus ideas resultaron demasiado provocadoras hasta para los extremistas del régimen del presidente Bush Jr., por lo que sus colegas y coconspiradores se vieron obligados a abandonarlo y a dejar que sea la primera víctima de su bazar macabro. ~

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(ciudad de México, 1963) es escritor. Su libro más reciente es Tecnocultura. El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets, 2008).


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