Octavio Paz

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Estamos aquรญ para recordar a Octavio Paz en el primer aniversario de su muerte y en el primer aรฑo de una nueva vida que serรก inmensamente mรกs dilatada que la anterior. Vivirรก ya enredado para siempre con nuestro idioma, serรก un autor imprescindible y a la vez serรก algo mรกs, parte esencial de esa lengua anรณnima, de ese fondo desde el que se desprenden las cristalizaciones literarias, las obras singulares.
Serรก leรญdo en un libro, o en una pantalla, por lectores que sabrรกn quiรฉn fue Octavio Paz y habrรก sin duda eruditos que averiguarรกn, en bibliotecas cada vez mรกs parecidas a laboratorios, cuรกntas veces usรณ la palabra “petrificada”. Pero tambiรฉn estarรก al lado del muchacho solitario que todavรญa no ha oรญdo el nombre de Octavio Paz, el adolescente que de nuevo intenta la inexplicable aventura de escribir poesรญa. Si escribe en castellano, Octavio Paz estarรก con รฉl.
ย ย ย ย ย Un gran escritor es una figura desconcertante. No acepta las reglas implรญcitas o explรญcitas del juego, crea un gran desorden e introduce intranquilidad y alarma. La mayorรญa quiere seguridad, navegar en la piscina municipal y se conforma con inventar mรญnimas variantes de una tradiciรณn aceptada. El escritor fundamental no se entrega a una o varias tradiciones, no se reconoce plenamente en ninguna, mรกs bien las considera como incitaciones, estรญmulos y casi como un muestrario de tรฉcnicas, elementos, motivos. Se acerca a ellas a la manera del constructor que elige diversos materiales. De lo que se trata, en efecto, es de crear algo que sea una nueva gramรกtica artรญstica, un inรฉdito sistema de asociaciones, algo que no puede explicarse cabalmente a base de antecedentes. Un escritor asรญ es un saqueador de tumbas: encontraremos joyas de algรบn cรฉlebre rey, piezas memorables transformadas en otros objetos, adornos entonces secundarios elevados ahora a un nuevo rango. Es el escritor que pretende organizar una historia personal de gustos y preferencias y de este modo desbaratar las jerarquรญas y periodizaciones heredadas. Modifica nuestras interpretaciones y altera nuestra imagen del pasado. La tradiciรณn cambia de rostro. Son, claro estรก, personajes difรญciles, que suelen producir irritaciรณn en los amodorrados, que obligan a cambiar no sรณlo ideas sino โ€”mรกs complicado aรบnโ€” hรกbitos, las costumbres que nos protegen y nos definen. Son individuos incรณmodos, muy insistentes, que no nos dejan en paz, exigentes hasta la tortura: todo podrรญa siempre mejorarse.
ย ย ย ย ย Octavio Paz pertenece a esa estirpe necesaria. Con el agregado de que con la misma pluma es poeta, crรญtico de poesรญa, reconstructor de รฉpocas histรณricas, biรณgrafo, traductor, intรฉrprete de la cultura moderna y crรญtico de arte. Un escritor compuesto de mรบltiples escritores. Que puede explicar la palabra viva y el silencio de un poema y que, en el otro extremo de la prรกctica literaria, polemiza con el brรญo de un espadachรญn consumado. Un escritor que posee la noche suficiente para perderse en el verso y la claridad analรญtica para desmontar pieza a pieza un sistema polรญtico. Esto es verdad y, sin embargo, me doy cuenta de que no lo es del todo. Porque si en Octavio Paz hay el sonambulismo indispensable a la gran poesรญa, tambiรฉn brilla una inteligencia que para mรญ es uno de sus mรกximos mรฉritos poรฉticos. No es casual que admirara a Dante, el mayor ejemplo, segรบn รฉl, de genio poรฉtico y potencia reflexiva. No valen, pues, esas dicotomรญas tajantes entre lo nocturno y lo diurno. En sus prosas mรกs controladas y objetivas estalla la imagen y el lenguaje jamรกs se somete a didactismos monรณtonos. Hay una palabra que aรบn no he pronunciado y que es el santo y seรฑa para comprenderlo. Libertad es la palabra. Es la diosa que persiguiรณ con mรกs ahรญnco, a la que defendiรณ con mayor arrojo, como el gran caballero que fue. Luchรณ para que presidiese la vida amorosa de los cuerpos โ€” “Amar es desnudarse de los nombres”โ€”, y para que fuera el aire que respiran los ciudadanos: “brotan alas en las espaldas del esclavo”. Octavio Paz representa la libertad ilustrada y, al mismo tiempo, la libertad del romรกntico, la del sueรฑo y la autocreaciรณn, la que lo acercรณ al surrealismo.
ย ย ย ย ย Octavio Paz ha sido traducido a decenas de lenguas. Para fortuna de las literaturas hispรกnicas no es el รบnico caso. Sin embargo es de los poquรญsimos, si los hay, que ha intervenido en forma continua en la gran conversaciรณn planetaria. Se entrecruzรณ con pintores, poetas, crรญticos, polรญticos, escritores, acadรฉmicos del mundo entero. Una convicciรณn central lo animรณ: “nuestro laberinto โ€”segรบn escribiรณ famosamenteโ€” es el de todos los hombres”. Compartimos, por consiguiente, una comunidad de problemas. ร‰ste es el nervio de tantas pรกginas suyas: la bรบsqueda, por ejemplo, de nuestro lugar en la tradiciรณn poรฉtica de Occidente y las meditaciones acerca de la historia de Mรฉxico. Nadie insistiรณ tanto en dar una versiรณn de nuestra cultura en tรฉrminos de una modernidad universal, la vรญa maestra para eliminar la insularidad, el aislamiento, la falsa complacencia que, en el fondo, encubre una terrible inseguridad frente al mundo. ยฟAcaso no pensaba Octavio Paz que la causa fundamental de la caรญda del imperio azteca fue la soledad histรณrica? Su vida es precisamente lo contrario: su signo es el “viaje”: “comencรฉ a viajar cuando aprendรญ a leer”. Viajar hacia otras lenguas, comparar civilizaciones, comprender otras mentalidades. Sabรญa que un hombre debe ser muchos hombres. No es raro, entonces, que le entusiasmara la traducciรณn. Entendรกmonos: en un sentido amplio la vida intelectual es una suerte de traducciรณn permanente y en su acepciรณn estricta verter John Donne, Pessoa o Mallarmรฉ era a la vez que un difรญcil y gozoso acto creativo, una ceremonia de higiene cultural. Goethe acuรฑรณ la expresiรณn Weltliteratur, literatura universal o mundial. Creo que Octavio Paz es un habitante de ese mundo en que los escritores intercambian seรฑales y se mueven, por asรญ decirlo, en un pie de igualdad. Lo que no supone, naturalmente, igualdad temรกtica o uniformidad estilรญstica. Nada tiene que ver con un pretendido International Style. Es, mรกs bien, el momento augural en el que se rompe la burbuja narcisa y se admite, con sencillez, que estamos en compaรฑรญa. Es cuando puede darse lo que Paz llamรณ “Hibridaciรณn Universal”.
ย ย ย ย ย Me asombra la vida de Octavio Paz. Quiero decir que me asombra el ritmo y la plenitud de su desarrollo. Como si contemplรกramos un proceso en el cual las diferentes etapas se han cumplido sin desperdicios de facultades y talentos. El suyo no es el caso de una juventud gloriosa, de una temprana iluminaciรณn y luego una lentรญsima decadencia, o el de una madurez inspirada y una vejez insรญpida y distraรญda. Me parece, al revรฉs, que cada tramo de su vida llega a su cumplimiento, aprovechando las oportunidades creativas que cada edad ofrece. Lo que menos desearรญa es que esta visiรณn dejara la impresiรณn de una vida fรกcil, concedida, como si se tratara de un ciclo natural ya predestinado, la del mimado hijo de los dioses. No, no fue asรญ. Si algo distingue su vida es el esfuerzo, la incesante tensiรณn, la inquebrantable voluntad de escribir sean cuales fuesen las circunstancias, la celosรญsima defensa de su vocaciรณn y tambiรฉn la sabidurรญa para estimularla y acelerarla en el tiempo justo. Desde joven intuyรณ que poseรญa las virtualidades para construir una gran obra y cuidรณ esos talentos con una maravillosa habilidad. Hay aquรญ una profunda lecciรณn para todos nosotros, pueblos enamorados del fracaso, dispuestos a admirar la flecha que da en el blanco a condiciรณn de que sea la รบnica. Es la idea de que el acierto artรญstico serรญa un irrepetible acto de acrobacia, una mezcla de tragedia y de dandismo. Octavio Paz pensaba que la literatura no es un gesto aislado, por sublime que sea: รฉl aspiraba, ni mรกs ni menos, a la creaciรณn de un รกmbito espiritual. Que quede claro: admiro esa energรญa que tuvo para inventarse un destino, para armar una vida cuyos pasos no estaban previstos y que, por el contrario, dadas nuestras marginalidades, era casi imposible de adivinar.
ย ย ย ย ย El temple de Octavio Paz no era el de la mansedumbre o el de la sabidurรญa callada, actitudes respetables pero ajenas a รฉl. Lo suyo era el continuo enfrentamiento con la realidad. La realidad no llegaba cargada de prestigios previos, tenรญa que justificarse y demostrar su valor. Ninguna melancolรญa resignada ante ella, no a la pasividad disfrazada de elegante tristeza histรณrica. La realidad no es de los otros, yo soy ella y es entusiasmante transformarla. Quien asรญ es no se somete a poderes ajenos, ni polรญticos, ni religiosos, ni econรณmicos. Octavio Paz cuidรณ su independencia como la niรฑa de sus ojos y defendiรณ con valentรญa a personas e ideas. Lo hizo en su patria y tambiรฉn fuera de ella, porque la justicia no se fragmenta y porque todos tenemos la obligaciรณn y el derecho de levantar la voz ante un atropello cualquiera sea el sitio donde se cometa. Hizo la crรญtica del autoritarismo en Mรฉxico y en el mundo. Fue, en un siglo de traiciones, un hombre de honor.
ย ย ย ย ย Tampoco se sometiรณ a fatalidades mรกs abstractas, histรณricas o religiosas: escribiรณ con abundancia en contra de los determinismos que el marxismo querรญa imponer y tampoco aceptรณ la existencia de algรบn plan divino. Lo cual de ninguna manera lo dejaba con las manos vacรญas: sabรญa perfectamente que habรญa formas de vida polรญticas mejores que otras. Pero sabรญa que eran invenciones humanas, no garantizadas por ningรบn poder trascendental, precarias, sรณlo defendidas por la voluntad moral de los hombres. Una visiรณn a la vez laica y contingente de la condiciรณn humana. La polรญtica no fue para Octavio Paz el sustituto de una vocaciรณn religiosa, mรกs interesada en la pureza personal que en la efectividad y justicia de la acciรณn. No celebrรณ a los dioses, aunque sรญ al amor, la confraternidad y los misterios elusivos del mundo.
ย ย ย ย ย Hace mรกs de quince aรฑos estรกbamos Octavio y yo apoyados sobre el barandal de una terraza alta que mira al Zรณcalo. Serรญan las once de la noche y habรญa llovido. Estรกbamos tranquilos, sin hablar demasiado, quizรก tocados por el vacรญo y el silencio de ese espacio histรณrico. Oรญ de pronto que me decรญa โ€”o se decรญa a sรญ mismoโ€” “Sabes, estoy contento de haber nacido aquรญ”. Es verdad, se pasรณ la vida dรกndole vueltas a los problemas y a los enigmas de Mรฉxico. Escribiรณ: “Mรฉxico es mi idea fija”. Me transmitiรณ como nadie una imagen del paรญs que es como un aire de finura, de creatividad, de hallazgos y de resistencia ante una historia muchas veces desolada e implacable. Era muy consciente de ser un mexicano cruzado, quiero decir de no ser precolombino o, en su caso, espaรฑol. Le fascinaba lo diverso, lo vario, pero su horizonte nacional era el republicano.
ย ย ย ย ย Fuimos amigos. La amistad excepcional es aquella que nos da la seguridad de que el otro lo entiende todo. Hablamos muchas horas, de mil temas, de ratones y de leones. Rara vez con calma, casi siempre con una vivacidad exaltante, en el acuerdo o en la polรฉmica. El agua mรกs fresca que yo he bebido. Hace algรบn tiempo, en un momento de angustia y de peligro, mi mujer y yo llegamos a un hotel cercano a su hospital. Me esperaba allรญ una carta de Octavio en la que me instruรญa, con numerada minuciosidad, acerca de las diversas llaves y aparatos del cuarto y tambiรฉn me informaba de los horarios y del sitio de salida de los transportes para ir al hospital. Quedรฉ estupefacto. Como si viera, de repente, los movimientos mรกs รญntimos de su alma: la valentรญa, la cortesรญa รบtil, la serenidad, la precisiรณn.
ย ย ย ย ย Algo sucediรณ en Mรฉxico, algo grave y definitivo sucediรณ cuando Octavio Paz comenzรณ a escribir. “Lo que pasa en un poema, sea la caรญda de Troya o el abrazo precario de los amantes, estรก pasando siempre”. Tiene razรณn: nuestro serรก ese detenido presente, suya serรก la gloria. –Texto leรญdo el 19 de abril de 1999 en el Palacio de Bellas Artes con motivo del Homenaje Nacional a Octavio Paz.

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(Florencia, 1932-ciudad de Mรฉxico, 2009) fue filรณsofo y uno de los escritores e intelectuales mรกs relevantes del siglo XX mexicano.


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