Organizados para no leer

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La esencia de la vida literaria estรก en leer, que es una actividad mental y solitaria, aunque puede vivirse como un diรกlogo, hasta con cierta animaciรณn corporal. Por esto, como seรฑalรณ Vasconcelos, hay libros que se leen de pie; libros que nos mueven a hacer cosas, tomar notas, consultar un diccionario, ver el jardรญn con otros ojos.
Por esto, tambiรฉn, una extensiรณn normal de la vida literaria es compartir esa animaciรณn hablando de la experiencia de leer, de lo que dice el libro y cรณmo lo dice, de lo que gusta o decepciona. Ese diรกlogo estimulante puede extenderse a la actividad de escribir, tambiรฉn mental y solitaria, dialogal, animada, ambulatoria.
ย ย ย ย ย Hay muchas extensiones de la vida literaria. Algunas tan indirectas que no requieren la lectura. Algunas tan ajetreadas que no dan tiempo de leer. Paradรณjicamente, las actividades que pueden prosperar sin necesidad de leer han llegado a ser vistas como “la vida literaria”.
ย ย ย ย ย 1. Conocer nombres de autores y de libros en cรกpsulas informativas y valorativas de enciclopedias, solapas de libros, cubiertas de discos, letreros de museos, programas de espectรกculos, anuncios, noticias, entrevistas, frases o juicios escuchados. Informaciรณn valiosa para alternar en la conversaciรณn, orientarse y elegir, porque no hay tiempo de leer todo, y las noticias pueden funcionar como lectura previa, en muchos casos mรกs que suficiente.
ย ย ย ย ย 2. Conocer libros por la encuadernaciรณn, la tipografรญa, las ilustraciones. Mejor aรบn, tenerlos en opulentas bibliotecas, para sentirse acompaรฑado y enseรฑarlos, asรญ como fotos, bustos, ediciones firmadas y otras reliquias de autores eminentes. Objetos que dan calor (no sรณlo prestigio) cultural, que decoran, ambientan, embellecen, y que no hace falta leer.
ย ย ย ย ย 3. Conocer autores por la encuadernaciรณn social. Estar al dรญa de chismes literarios, artรญsticos, culturales, con todas sus ramificaciones sociales, sexuales, conflictivas, de fama, de poder, de fortuna. Mejor aรบn, tratarlos personalmente y de tรบ, en reuniones que pueden conducir a una familiaridad de muchos aรฑos, aunque no necesariamente a la lectura.
ย ย ย ย ย No faltan tรญmidos que se avergรผenzan de estar en una cena de homenaje a un autor, por su reciente libro, sin haberlo leรญdo. Pero la gente mรกs mundana sabe que lo importante es el brindis, la alegrรญa, el sentirse parte de una comunidad culta, las sabrosas ocurrencias y chismes de la celebraciรณn: lo que dice la fiesta, no lo que dice el libro.
ย ย ย ย ย Tampoco faltan inocentes que dan excusas por lo caro que estรกn los libros, lo difรญcil que es conseguirlos (no lo tuvieron en cuatro librerรญas) y la falta de tiempo para leer; aunque el libro cueste menos que la cena, y leerlo tome menos horas que reunirse, celebrarlo y volver a casa.
ย ย ย ย ย Lo importante de las reuniones son las reuniones, no los libros, aunque se hagan con el pretexto de los libros. Lo importante de tratar a los autores es tratarlos, no leerlos. Convivir con el Establishment. Dejar caer, como no queriendo, la alusiรณn que provoca la sorpresa: Pero… ยฟlo conoces?
ย ย ย ย ย 4. Organizar actos pรบblicos de presentaciรณn de autores y libros. Suelen ser menos divertidos que las cenas privadas, pero mรกs democrรกticos: la entrada libre es una oportunidad para los no invitados a las cenas. Ahรญ estรก, lo pueden ver, quizรก hasta dirigirle una pregunta. Pueden sentir que forman parte de la vida literaria. Quizรก (aunque el porcentaje no es muy alto) animarse a comprar sus libros, sobre todo si los firma con amables dedicatorias. Pero si fuera posible saber cuรกntos leyeron el libro, antes o despuรฉs del acto, y no sรณlo del pรบblico (escaso, pero admirable, frente a las peripecias de llegar a tiempo), sino de los mismos organizadores y presentadores, quedarรญa claro para quรฉ es el acto.
ย ย ย ย ย Lo importante de la presentaciรณn de libros es la presentaciรณn, no la lectura. Lo importante es el montaje teatral de un acto que sirve para adquirir presencia en la vida social, pagando anuncios y generando noticias en los periรณdicos, la radio y la televisiรณn. Para lo cual es innecesario que los participantes hayan leรญdo el libro o piensen leerlo. Basta con que se difunda la manifestaciรณn de que el libro existe, el autor existe, la editorial existe, los distinguidos oficiantes del acto y la instituciรณn que lo cobija existen, en beneficio de todos ellos. Lo importante es lo que dice el acto, no lo que dice el libro.
ย ย ย ย ย 5. Promover el periodismo cultural. Los diarios de la ciudad de Mรฉxico publican en conjunto mรกs pรกginas culturales que los de Nueva York o Parรญs. Se trata de un fenรณmeno relativamente reciente, que en el primer momento pareciรณ un avance, y lo es: para todo lo organizado en funciรณn de no leer. Las pรกginas culturales hacen resonar los nombres de los autores, libros, instituciones; para lo cual bastan los encabezados y las fotos, sin necesidad de leer, ya no digamos los libros, sino los artรญculos de las pรกginas culturales, por lo general sin interรฉs. Lo importante es el tamaรฑo de los encabezados, la asignaciรณn de espacio, de lugar, de color: lo que dice el editor, destacando o relegando; no lo que dicen los textos, muchos de los cuales son simples glosas de anuncios, invitaciones, solapas y boletines de relaciones pรบblicas. En las pรกginas culturales no abundan los artรญculos inteligentes y bien escritos de un autor que ha leรญdo a otro, que sabe de lo que estรก hablando y opina con sinceridad.
ย ย ย ย ย Cuando no habรญa docenas de pรกginas culturales diarias, sino unos cuantos suplementos semanales, las mejores plumas hacรญan comentarios de libros, y los jรณvenes talentosos se disputaban el privilegio de alternar con los consagrados, escribiendo reseรฑas mal pagadas en dinero, pero bien pagadas con abundantes libros que les permitรญan leer, leer, leer. Desgraciadamente, las mejores plumas consagradas y juveniles no se multiplicaron por veinte o treinta, cuando las pรกginas culturales se multiplicaron por veinte o treinta. Para llenar tantas pรกginas, llegaron los universitarios que estudiaron comunicaciรณn, tan atiborrados de clases sobre cine, televisiรณn, radio, periรณdicos y revistas; tan conscientes de que los nuevos medios son un avance sobre el libro, y estรก en curso una mutaciรณn hacia la imagen; tan absorbidos por el ajetreo del acontecer, que no tienen tiempo de leer.
ย ย ย ย ย ยฟCรณmo pueden jerarquizar los acontecimientos literarios aquellos que no leen? Dando por supuesto que el verdadero acontecimiento no sucede en el texto milagroso, sino en los actos sociales que lo celebran. Jerarquizando socialmente, como se jerarquizan las bodas, las solemnidades oficiales, el lanzamiento de nuevos productos; no literariamente, como se jerarquizan los textos maravillosos o decepcionantes. Si el texto maravilloso se publica sin ningรบn ruido social, no es noticia para la prensa, aunque la noticia corra de boca en boca entre los que sรญ leen. Por el contrario, un texto decepcionante, pero firmado, publicado, presentado, por personas e instituciones con poder de convocatoria social, sale en los periรณdicos y en la televisiรณn, aunque la decepciรณn corra de boca en boca entre los que sรญ leen.
ย ย ย ย ย Es posible que el ruido en los medios sea la extensiรณn de lo que corre de boca en boca, pero no es necesario. En primer lugar, porque el ruido suele ser positivo. El aparato cultural no hace ruido para decir que se equivocรณ. Pero, sobre todo, porque el ruido no necesita la lectura. Puede empezar de cualquier manera (por la amistad, el accidente, la promociรณn de los interesados) y, a partir de ahรญ, reverberar de unos medios a otros. ยฟCรณmo jerarquizan los periรณdicos a los autores? Por el espacio que les dedican los otros periรณdicos. Por su presencia en la radio y la televisiรณn. Por los puestos que tienen, sobre todo en el aparato cultural. Por las solapas de los libros y los boletines de prensa. En los cielos de la buena prensa, lo que hace ruido sonarรก mรกs; y lo que suena poco serรก silenciado.
ย ย ย ย ย Pero, ยฟdรณnde acontece la vida literaria sino en la pรกgina leรญda? De ese acontecimiento, casi no hay nada en las pรกginas culturales. No es noticia, no es chisme, no es imagen fotografiable. Ademรกs, toma tiempo. Es mรกs rรกpido entrevistar a un escritor que leer sus libros. En cierta forma, es como haberlo leรญdo en un rato y amenamente, en vez de pasarse horas, dรญas y semanas leyรฉndolo. Es como invitar al pรบblico a las cenas รญntimas del Establishment. Mรกs aรบn, si el entrevistador logra colarse hasta las recรกmaras de lo inรฉdito, con el periodismo Mata Hari: fingirle amor al entrevistado, hasta sacarle una declaraciรณn que lo hunda.
ย ย ย ย ย El periodismo cultural se ha vuelto una extensiรณn del periodismo de espectรกculos. Lo importante son los titulares, las fotos, las entrevistas y los chismes de las estrellas, para estar al dรญa y tener de quรฉ hablar como persona culta, sin necesidad de leer.
ย ย ย ย ย 6. Dar premios y distinciones. La gente con experiencia en juntas de trabajo sabe quรฉ fรกcilmente se puede participar sin haber hecho la tarea; quรฉ peligroso es suponer que todos leyeron y estudiaron la documentaciรณn necesaria para votar y decidir. Lo mismo sucede en las sesiones para elegir nuevos miembros de doctas academias, conceder honores, distinciones y premios, sin leer.

ย ย ย ย ย Para simplificar, ignoremos los casos donde pesan mucho los intereses extraliterarios, porque entonces, por definiciรณn, sale sobrando leer la obra. Son mรกs significativos los casos inocentes: aquellos donde, sin presiรณn alguna, los jurados se enfrentan a responsabilidades inhumanas. Si la persona es un encanto en las cenas, si sale en los periรณdicos y la televisiรณn, si tiene buen currรญculo (es decir: si los jurados anteriores hicieron su tarea y dieron su aprobaciรณn), si me han hablado de sus muchas cualidades, es absurdo que, en este mal momento, deje todas mis tareas pendientes para ponerme a leer sus libros y los de todos los demรกs candidatos. Asรญ se vota de oรญdas, ateniรฉndose al trabajo de los que hicieron su tarea. Claro que si nadie la hizo, y los jurados anteriores tampoco, los resultados pueden ser vergonzosos: ignorar obras valiosas que no fueron leรญdas; encumbrar a mediocres que no han sido leรญdos; multiplicar los intereses creados a favor del ruido, no la lectura.
ย ย ย ย ย Para corregir estos errores y omisiones del canon, hacen falta lectores denodados, con talento, valor civil y muy buena suerte, porque, una vez consagrada una obra mediocre, una vez que la avalan personas e instituciones de peso, no es razonable esperar que se desdigan; lo razonable es suponer que el contradictor lee torcidamente, por ineptitud o motivos inconfesables. En 1918, ยฟquiรฉn se hubiera atrevido a pensar, ya no digamos a decir, que un poeta celebrado por Josรฉ Vasconcelos y Carlos Pellicer, prologado por Rafael Lรณpez y Antonio Castro Leal, comentado en The Saturday Evening Post y The New York Times Review, no tenรญa importancia por sus textos, sino por el ruido que los acompaรฑaba? Para ganar esa batalla absurda, hubiera tenido que ponerse a leerlo en serio, estar dispuesto a refutar el consenso favorable, tomarse todos los trabajos del caso y encontrar apoyo para sus opiniones. Algo tan pesado, improbable y sospechoso como conseguir presupuesto, ayudantes, laboratorios, para refutar los experimentos cientรญficos de un premio Nobel. Hoy que ya no se habla de Pedro Requena Legarreta, menos aรบn hay quien lo lea. Pasรณ de ser famoso, sin ser leรญdo, a quedar descartado, sin ser leรญdo.
ย ย ย ย ย 7. Estudiar letras. Alguna vez, Huberto Batis relatรณ una experiencia deprimente. Dando clase en el รบltimo aรฑo de letras, tuvo una sospecha que lo obligรณ a preguntar: ยฟCuรกntos de ustedes han leรญdo a Lรณpez Velarde? Silencio general, y una sola mano que se alza, con explicaciones desoladoras: vรญnculos familiares en la tierra natal del poeta… En otras disciplinas y paรญses se cuentan cosas semejantes. Una notable (porque revela cรณmo el mundo acadรฉmico se ha vuelto burocrรกtico, y tiende a modelarse en la figura del ejecutivo, no del lector) empieza con la extraรฑeza de un director de tesis ante cierta afirmaciรณn: ยฟCรณmo puede usted decir tal cosa, si su bibliografรญa incluye tal libro? ยฟLo ha leรญdo realmente? Breve respuesta ejecutiva: No personalmente.
ย ย ย ย ย La mala prosa en las ciencias sociales se ha vuelto casi un requisito (los historiadores, sociรณlogos, psicรณlogos que escriben demasiado bien se vuelven sospechosos de poca profundidad). Pero en los trabajos literarios es una contradicciรณn. La mala prosa sobre las bellas letras demuestra poco entendimiento del juego literario, incapacidad de lectura de los textos propios y ajenos. Demuestra que lo importante es el juego acadรฉmico, no el literario. El gusto, la malicia, la pasiรณn de leer, son loables, pero no hacen falta para acumular puntos curriculares.
ย ย ย ย ย 8. Publicar libros. Un excelente editor holandรฉs, Carlos Lohlรฉ, me contรณ alguna vez cรณmo ascendiรณ de alto ejecutivo de una editorial europea a editor marginal en Buenos Aires. La trasnacional se metiรณ en problemas publicando un libro que traรญa barbaridades imperdonables. Se hizo una investigaciรณn a fondo en todos los departamentos y resultรณ que nadie lo habรญa leรญdo. Pero ยฟcรณmo podemos publicar libros que no leemos? Porque no estamos organizados para leer, sino para alcanzar metas de crecimiento, producciรณn, ventas, rentabilidad. Si yo leyera personalmente todos los libros que publico, ยฟcuรกntos podrรญa publicar? Poquรญsimos, porque tengo que leer diez para publicar uno; y, si no tengo tiempo de leer mรกs que dos o tres por semana, no puedo publicar mรกs que uno al mes. Admirablemente, Lohlรฉ aceptรณ sus conclusiones y renunciรณ, para poner una editorial donde pudiera responder de cada libro como lector, no como ejecutivo que confiesa: ยฟLo leรญste? No personalmente.
ย ย ย ย ย No hace falta decir que sus cuentas valen para todo el mundo del libro: lectores, libreros, bibliotecarios, promotores, distribuidores, editores, periodistas, crรญticos, profesores, investigadores, autores. Y que todas las aberraciones derivan de esa realidad aplastante: no se puede leer tanto. Para que la mรกquina siga andando, tiene que organizarse en funciรณn de que leer es bonito, y muy recomendable, pero no necesario.
ย ย ย ย ย Para opinar en una cena de las รบltimas novedades literarias, intelectuales, artรญsticas, dando por supuesto y ya leรญdo todo lo anterior, desde los clรกsicos, hay que tener noticias, no lecturas. Para leer todo lo que publican las personas que conocemos, hay que dejar todo, y dedicarse nada mรกs a eso; o romper con la sociedad y vivir en el desierto; o no leer, sino tratar a los autores, y conocer sus libros por los tรญtulos, las solapas, las entrevistas, los premios y distinciones. No lo pueden tomar a mal, porque ellos hacen lo mismo. En el mutuo envรญo de libros, lo importante es la participaciรณn de boda o de bautizo: lo que dice el gesto de acordarse de un amigo o conocido, no lo que dice el libro.
ย ย ย ย ย Hasta llega a haber casos en que ni los autores han leรญdo lo que publican. Sucede con algunos personajes ocupadรญsimos, pero deseosos de firmar libros. Sucede con los libros de ponencias que no escucharon ni los otros ponentes y nadie leerรก, porque se imprimen para aumentar el capital curricular de los participantes y las instituciones. O por el ancho mundo del non-book, organizado y producido (dirigiendo el trabajo de ayudantes), mรกs que escrito. O con algunos escritores prolรญficos que escriben sin parar y sin leerse, algunos nada mal. Cuando aparecieron las computadoras personales, le regalaron una a Isaac Asimov (autor de cientos de libros), pensando que lo celebrarรญa mucho. Los decepcionรณ: Estรก bien para los que reescriben. Yo prรกcticamente no corrijo. Y como mi tecleo en computadora no es mรกs rรกpido que en mรกquina de escribir, produje lo mismo.
ย ย ย ย ย Cuando Brezhnev presidiรณ el Supremo Soviet, publicรณ un libro traducido a docenas de idiomas, presentado en una multitud de mesas redondas y reseรฑado elogiosamente por todo el planeta, aunque es posible que no lo haya leรญdo ni รฉl, ni sus editores, ni sus presentadores y comentaristas. Muchos libros costosรญsimos que publican las grandes empresas para celebrarse a sรญ mismas, o como regalo de Navidad, siguen el mismo camino: de la celulosa convertida en papel impreso al papel impreso convertido en celulosa. Pero no importa. En los circuitos del aparato resonador, lo importante es que la celulosa reciclada una y otra vez genere resonancia, no lectura.
ย ย ย ย ย Algunos monjes creen que la oraciรณn sostiene el mundo. Que si todo no revierte a la nada es porque nunca faltan almas piadosas que rezan desde el fondo de su corazรณn. Creamos, inocentemente, que si el mundo del libro no se reduce a la circulaciรณn de celulosa, es porque nunca faltan lectores de verdad. –

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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