Ilustraciรณn: Leรณn Braojos

Residencia en la lengua

"La literatura y el exilio estรกn unidos por conexiones profundasโ€, escribiรณ Edwards en El whisky de los poetas. Estas breves estampas sobre el Parรญs de los escritores del boom, la extranjerรญa de Neruda o el retorno a Chile en tiempos de Pinochet corroboran esa afirmaciรณn.
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Exilio y familia

Se rompe con la familia, el nรบcleo original, normativo y represivo, para ser, y se regresa a ese mismo nรบcleo para seguir siendo. El odio a las familias forma parte de la tradiciรณn literaria (Andrรฉ Gide). ยฟEs un amor-odio? La familia es una fuente de inspiraciรณn inagotable, desde la tragedia griega. Una novela suele ser una historia de familia. La sucesiรณn de las generaciones equivale a la sucesiรณn del tiempo: los traumas de los antepasados no terminan nunca. Uno sufre exilio debido a los pecados anteriores, ajenos.

Exilio y polรญtica

A los tres dรญas de estar en Cuba como representante diplomรกtico del gobierno de Salvador Allende, en diciembre de 1970, supe que si un rรฉgimen polรญtico parecido se instalaba en Chile, serรญa uno de los primeros en partir al exilio. Despuรฉs del golpe de Estado chileno de septiembre de 1973, decidรญ quedarme en Barcelona y no regresar. Volvรญ cinco aรฑos mรกs tarde, cuando ya se podรญa escribir y hasta publicar en Chile sin riesgos excesivos, sin riesgos mayores que los de casi toda la vida. Ya se podรญa hacer algo desde el interior del paรญs para recuperar las libertades pรบblicas. Estoy convencido de que la transiciรณn democrรกtica fue sobre todo un proceso interno: perseguidos que resistieron, perseguidores que se convirtieron. Y la gestaciรณn del golpe de Estado tambiรฉn fue mรกs chilena de lo que se piensa. Actuรณ la cia, pero lo hizo en forma inoportuna, torpe, ineficiente. E intervinieron otros servicios secretos, ya que Chile se habรญa convertido en laboratorio, campo de experimentaciรณn polรญtico. Pero creo que todos se equivocaron.

Exilio en Barcelona

Una รฉpoca inolvidable, diรกlogos extraordinarios, largos desplazamientos nocturnos, personajes รบnicos, encuentros sorprendentes. Paco Rabal charlando con Madame Arthur en una mesa del Paralelo, Carlos Barral y yo bebiendo coรฑac con Juan Ajuriaguerra, presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que nos narraba su versiรณn propia del final de la guerra de Espaรฑa y de un viaje clandestino a Roma para salvar a un destacamento de republicanos vascos cercado por tropas italianas. Salรญa a relucir una Espaรฑa oculta, una forma de espiritualidad insobornable. El amor a la libertad se respiraba en el aire. Habรญa momentos รบnicos de convivencia, de reencuentro. Era impresionante observar que Chile, que habรญa sido paรญs de libertades, de asilo, seguรญa el camino inverso: transitaba de la democracia a la dictadura. Los caminos del exceso no conducรญan al palacio de la sabidurรญa, como dice el poema de William Blake, sino a lo contrario. La experiencia de la polรญtica era mucho mรกs peligrosa que la vida literaria. Todo esto provocรณ la escritura de los ensayos reunidos en Desde la cola del dragรณn, recopilaciรณn y reescritura de 1977. El libro se editรณ y hasta se premiรณ en Barcelona, no pudo entrar a Chile โ€“el miedo a la censura superรณ a la censura mismaโ€“, y terminรณ por desaparecer de todas partes.

Experiencia del retorno a Chile

En un poema muy conocido, Enrique Lihn escribe: โ€œNunca salรญ del horroroso Chile.โ€ El horroroso Chile anterior a la crisis de 1973 era provinciano, ingenuo, remoto, con aspectos oscuros y lados amables. Un sรญmbolo y un sรญntoma: el restaurante La Piojera del barrio del Mercado Central y la Estaciรณn Mapocho. Entrar al mediodรญa de un sรกbado era el hundimiento en el barro primordial, en somnolencias y sueรฑos. El grupo surrealista La Mandrรกgora, con toda su extravagancia, no era un invento: era una proyecciรณn de la vida cotidiana. El mundo del pinochetismo, por contraste, tenรญa horrores verdaderos, nada de amables. Entrar a un carro de metro silencioso, lleno de gente asustada, era una experiencia sombrรญa. Me encuentro ahora con una sobrina, interesante actriz del teatro joven, de Eduardo Molina Ventura, conocido como โ€œEl Chico Molinaโ€ o โ€œEl Poeta Molinaโ€. Era un poeta sin poemas, un lector omnรญvoro, un fabulador. Podรญa pontificar desde los mesones de La Piojera. Consiguiรณ una beca y le facilitรฉ un espacio en el fondo de la residencia de la embajada chilena en Parรญs. Pero llegaron los militares y lo barrieron de un plumerazo, a pesar de que era hijo de un general de aviaciรณn. Su sobrina me contรณ que la familia lo habรญa desterrado, por poeta y por โ€œrara florโ€, y que ella solo se ha enterado en aรฑos recientes de su existencia.

La literatura francesa: apertura de mundo y evasiรณn sin viajar

Para mรญ, antes que otra cosa, fue Rimbaud, Baudelaire, Proust. Fue un lenguaje que se bifurcaba, que ocupaba res- quicios mentales, que planteaba preguntas e insinuaba respuestas opacas, difรญciles de interpretar. Montaigne vino un poco mรกs tarde: Montaigne fue la claridad, la superaciรณn de la mala conciencia, la alegrรญa de manejar el lenguaje sin servidumbres acadรฉmicas. Pero habรญa tenido una experiencia de lectura anterior, colegial, exaltada: Lรฉon Bloy. Hasta ahora recuerdo con emociรณn la furia justiciera de Lรฉon Bloy, la del que saca a golpes a los mercaderes del templo y hace volar plumas por todos lados.

Parรญs y la literatura latinoamericana

El Parรญs de Rubรฉn Darรญo, de Julio Cortรกzar y Mario Vargas Llosa, de Julio Ramรณn Ribeyro, ya no es lo que era. Puede que simplemente no exista. Hay una indiferencia recรญproca, una decadencia de la curiosidad intelectual. Samuel Beckett llegaba al bar La Coupole, miraba para todos lados, con gruesos anteojos, y, si le hacรญan seรฑas desde alguna mesa, entraba. Ahora hay que comer en tres cuartos de hora, pagar y dejar la silla a otro. Es un sistema de sillas calientes. Y ningรบn Samuel Beckett, ningรบn Ionesco, ningรบn Cortรกzar, se internarรญa en esos laberintos de tenderos. Lรฉon Bloy huirรญa despavorido. A Enrique Lihn no lo dejarรญan entrar.

Neruda

El Neruda lรญrico, hermรฉtico, pariente del surrealismo, termina con Tercera Residencia. Era un Rimbaud del sur del mundo, pero, en lugar de dejar de escribir, se dedicรณ a escribir de otra manera, con intencionalidad, con la pretensiรณn de cambiar el mundo, no de cambiar la vida. Despuรฉs quiso recuperar la poesรญa, pero la poesรญa se le escapaba, se le escondรญa, le hacรญa bromas pesadas. En algunas odas elementales hay intentos de recuperaciรณn humilde. ยฟSe puede restringir el terreno de la poesรญa, delimitar su campo, reducirlo a la รณrbita de una letra del alfabeto, de la esfera cรณsmica de una cebolla, de un caldillo de congrio en tazรณn de greda? En algunos poemas del final, en Geografรญa infructuosa, por ejemplo, el tiempo no enteramente recobrado, los campanarios y las llanuras de Normandรญa, los rรญos del sur de Chile, la lluvia de Temuco, vuelven a ser grandes, enigmรกticas presencias. Residencia en la tierra es el mejor tรญtulo para un exilio. Residencia en la tierra es Residencia en la lengua: soledad en medio de idiomas ajenos, nativos o colonizadores. Esos โ€œingleses que odio todavรญaโ€, administradores de la antigua Birmania; esa โ€œmalignaโ€ de โ€œTango del viudoโ€, inglesa de dรญa, birmana, โ€œniรฑa de pie pequeรฑo y gran cigarroโ€, desde las primeras horas del anochecer. Las imรกgenes de un exilio profundo, equivalentes a la memoria profunda de los surrealistas, no abandonan nunca a los poetas. Ni siquiera en sus regresos.

Los convidados de piedra: la juventud, la rebeldรญa, la ruptura, recordadas desde el exilio

La ciudad y los perros: una novela de formaciรณn escrita a distancia, sin prejuicios escolares ni familiares, con odio al padre y con perplejidad frente a las figuras paternas de reemplazo.

Rayuela: poema del Parรญs de la distancia, de la ausencia. Galerรญas de Buenos Aires que desembocan en las de la rue Vivienne. Leo una novela reciente de otro exilio argentino (Le bleu des abeilles, de Laura Alcoba), y encuentro cruces parecidos, onรญricos, de galerรญas cubiertas bonaerenses y parisinas.

Cien aรฑos de soledad: el exilio permite inventar un Macondo que se superpone al otro: el de la infancia y la familia.

Parรญs

El de mayo de 1960, el de mi primera llegada, hace mรกs de medio siglo, fue como pasar de la literatura, de una lectura reciente de En busca del tiempo perdido, a un sueรฑo despierto: calles del color de las fotografรญas desteรฑidas, escenarios irreales, ruidos sofocados, caras, voces. Encontrรฉ a Jean Cocteau en un salรณn de la calle Vieille-du-Temple, a Jean-Paul Sartre en una vitrina de Saint-Germain-des-Prรฉs, a Samuel Beckett, distraรญdo, cegatรณn, desgarbado, caminando por Montparnasse. Me rocรฉ con Buรฑuel en pleno Montparnasse: caminaba encorvado, con expresiรณn de malas pulgas, cargando un botellรณn de leche. Pasรฉ por el lugar donde la abuela del narrador de En busca… sufre su primer ataque cerebral, y por la calle de Grenelle del seรฑor de Stendhal. Nunca he podido recuperar ese primer Parรญs de la memoria, salvo en la memoria, en sus invenciones. Los espacios de Proust y de Stendhal se han enriquecido y han adquirido territorios adyacentes: el de la vieja y el loro de Flaubert, hacia Normandรญa, el de algunas pรกginas de Colette, los de algรบn Sartre, algunos Camus, novelas olvidadas de Andrรฉ Gide o de Pierre Loti, poemas y prosas de Andrรฉ Breton, galerรญas de la rue Vivienne en cuentos de Julio Cortรกzar. Porque Parรญs tambiรฉn es de Julio Cortรกzar y de Julio Ramรณn Ribeyro, de Cรฉsar Vallejo, de Juan Emar, de todos nosotros.

Mitos franceses

El indio con plumas (el buen salvaje, el meteco sudamericano), el รบltimo tango, Valparaรญso. Muchos de los mitos franceses son de creaciรณn latinoamericana, y viceversa. Francia, en su conjunto, y Parรญs, son mitos sudamericanos. Enfermedad bautizada por Joaquรญn Edwards Bello y sufrida por mucha gente: la parisitis. Para conocer los lugares comunes mรกs frecuentes con respecto a Francia, conviene leer el Diccionario de lugares comunes de Gustave Flaubert. Algunos personajes novelescos franceses son grandes campeones de los lugares comunes (Homais, Monsieur de Norpois, Madame Verdurin). El lugar comรบn sirve para denunciar la estupidez ajena, para exorcizarla, para expulsarla de nuestros cuerpos colectivos.

Mitos chilenos

Pablo Neruda y Salvador Allende adquirieron categorรญa de mito. Son nombres de calles y de plazas, al menos en Francia y en el Berlรญn anterior a la caรญda del Muro. Creo que nadie llegรณ tan lejos en รฉpocas pasadas. Roberto Bolaรฑo estรก entre el mito y la moda, quizรก mรกs cerca de la moda. Fuera de eso, nada. Mรกs bien, fuera de eso, la cordillera, los mares del sur, los terremotos.

Rol del intelectual en la sociedad chilena actual

Gabriela Mistral, a propรณsito de otro, dijo que era el tรกbano que hostiliza al caballo en su siesta, que lo obliga a defenderse con la cola. Es el inoportuno y el provocador. Inoportunidad necesaria, provocaciรณn saludable. ~

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(Santiago de Chile, 1931 - Madrid, 2023) fue escritor y diplomรกtico.


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