Robert Altman, hacedor de guantes

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Aguerrido, avant garde, contestatario, heterodoxo, iconoclasta, inclasificable, innovador, mรบltiple, rebelde, singular: la lista de epรญtetos aplicados a Robert Altman (Kansas City, 1925โ€“Los รngeles, 2006) parece no tener fin. Y no es para menos: de The Delinquents (1957), su debut, a A Prairie Home Companion (2006), su despedida, el director trazรณ con mรกs aciertos que tropiezos un arco de medio siglo que engloba todos los gรฉneros fรญlmicos, un logro del que pocos cineastas se pueden jactar. Su tenacidad, su vigor a prueba de balas, queda patente en la lacรณnica respuesta a un periodista: โ€œยฟEl retiro? Se refiere a la muerte, ยฟverdad?โ€ En efecto: sรณlo una serie de complicaciones producto del cรกncer pudo conseguir que se jubilara el responsable de una cuarentena de largometrajes y un sinnรบmero de episodios para series televisivas de los aรฑos cincuenta y sesenta como Alfred Hitchcock presenta, Bronco, Peter Gunn, Maverick, Bonanza, Ruta 66 y Combate. Un artista que, pese a haber optado por la residencia angelina, mantuvo siempre un pie โ€“a veces hasta los dosโ€“ fuera del sistema hollywoodense, con el que entablรณ una relaciรณn ambigua: โ€œNo es que estemos peleados. Ellos venden zapatos y yo hago guantes.โ€

Aunque varios directores tanto estadounidenses como europeos han querido ponรฉrselos, lo cierto es que esos guantes lucen bien รบnicamente en manos de su hacedor. Altman creรณ un estilo que con todo y su diversidad ha dejado huellas firmes, identificables: la superposiciรณn de diรกlogos que transmite la riqueza y el caos del hombre, el vรญnculo lejano que la cรกmara establece con los personajes al captarlos a travรฉs de ventanas o desde una distancia prudente โ€“como si buscara no entrometerse demasiado en la vida ajenaโ€“, el diseรฑo de enormes murales fรญlmicos que implica armonizar un coro de voces disonantes: โ€œTener muchos relatos facilita mi trabajo: si algo no funciona, puedo cortar a otra cosa.โ€ Esta inclinaciรณn por la narrativa coral, por los cortes que permiten pasar del tapiz colectivo al estambre individual, alcanza su cima en Short Cuts (1993), modelo de boda feliz entre el cine y la literatura que acude a nueve cuentos y un poema en prosa de Raymond Carver para pintar un magnรญfico fresco no sรณlo de Los รngeles sino de la sociedad contemporรกnea: โ€œMe interesan los acontecimientos, la conducta humana veraz. Tenemos una especie de mapa de ruta que vamos dibujando en el camino.โ€ A diferencia de lo que ocurre con otros directores igualmente ambiciosos, en el vasto mapa altmaniano las rutas genรฉricas se entrecruzan con habilidad y nos conducen de la comedia melodramรกtica (That Cold Day in the Park, 1969) a la dolorosa parodia bรฉlica (Mash, 1970), del estudio psicolรณgico (Images, 1972) a la sรกtira punzante (Beyond Therapy, 1987), del noir puro y duro (The Long Goodbye, 1973; The Gingerbread Man, 1998) a la reactivaciรณn del western (McCabe and Mrs. Miller, 1971; Buffalo Bill and the Indians, 1976), del musical (Popeye, 1980) a la biopic (Vincent & Theo, 1990). Si lo consultamos con atenciรณn, este atlas nos puede guiar por casi todas las bifurcaciones de la cultura de nuestro tiempo: la carrera espacial (Countdown, 1968), la mรบsica country (Nashville, 1975), las pugnas familiares (Fool for Love, 1985), las intrigas de Hollywood (The Player, 1992), el mundo de la moda (Prรชt-ร -Porter, 1994), el jazz (Kansas City, 1996), la fricciรณn entre distintas clases sociales (Gosford Park, 2001), el ballet (The Company, 2003), el declive de la radio clรกsica (A Prairie Home Companion). Enumerar es fรกcil; lo difรญcil, sin duda, es engendrar un corpus que remonte su heterogeneidad gracias a un rigor homogรฉneo.
     โ€œNo puedo imaginar un premio mejor: para mรญ vale mรกs que sea por toda mi obra y no sรณlo por un par de cosasโ€, dijo Robert Altman al recibir el Oscar honorario en febrero de 2006, nueve meses antes de su muerte. La declaraciรณn, como era costumbre en el director, tenรญa doble filo: una รบltima ironรญa destinada al sistema que lo postulรณ al mรกximo galardรณn en varias ocasiones pero esperรณ hasta el final para reconocerlo. Lo cual no importa: los guantes altmanianos estรกn garantizados para resistir mรกs que los zapatos hollywoodenses. ~

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(Guadalajara, 1968) es narrador y ensayista.


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