Maleta de dibujos, Brian Nissen, 1970.

Sortilegios del agua

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agua que con los pรกrpados cerrados

mana toda la noche profecรญas

Octavio Paz

 

La cosmogonรญa prehispรกnica registra un momento de intenso dramatismo en que los astros se detuvieron y el viento no soplaba. El cosmos vivรญa en parรฉntesis. Para reactivar la vida, los dioses se reunieron en Teotihuacan. En un gesto de desesperaciรณn sagrada, acordaron suicidarse. Entonces surgiรณ un disidente. Fray Bernardino de Sahagรบn lo relata en estos tรฉrminos: “Dรญcese que uno llamado Xรณlotl rehusaba la muerte.”

El dios reacio era gemelo de Quetzalcรณatl. Con frรญa lucidez, argumentรณ que el sacrificio sucederรญa en vano. Tuvo razรณn. Los dioses se aniquilaron sin que soplara el viento.

El clarividente Xรณlotl es un dios conflictivo. Mostrar lucidez en contra de la mayorรญa no otorga prestigio. En consecuencia, el gemelo oscuro de Quetzalcรณatl adquiriรณ una reputaciรณn incierta. De acuerdo con Roger Bartra, fue visto como “un numen ligado a la muerte y a las transformaciones”. Perdurรณ como una deidad ambigua: el dios ajolote.

En aquel congreso de Teotihuacan, Xรณlotl, que amaba la vida, cayรณ en pecado de indisciplina. Para preservarse, escogiรณ una zona intermedia, entre la tierra y el agua. Fue, como el ajolote al que dio nombre, un ser inmaduro, en permanente estado larvario, temeroso de mutar en estable salamandra.

No es casual que esta criatura, que al decir de Bartra representa la vacilante identidad del mexicano, haya atrapado la atenciรณn de Brian Nissen, quien ha dedicado su trayectoria plรกstica a reinventar las posibilidades del agua. Una de sus mejores piezas es un extranjero de la naturaleza, el ajolote blanco que creรณ para Roger Bartra.

El axรณlotl era visto por los antiguos mexicanos como un “juguete” o un “monstruo” de agua. Aunque opuestas, ambas interpretaciones ayudan a definir los trabajos de un pintor encandilado por el ocรฉano, las mareas, el fluir lรญquido de los colores y la voluntad de avanzar contra corriente.

En Nissen todo cobra un sentido lรบdico, pero esto no evita la apariciรณn de monstruos. Sus lienzos suelen ser una peculiar zona de reconciliaciรณn donde seres extraรฑos, y aun grotescos, se divierten. Robert Hughes escribiรณ que David Hockney logrรณ ser un artista consumado “sin explorar el lado oscuro de la experiencia humana”. La atmรณsfera celebratoria de sus lienzos no les quita fuerza. En Hockney, el manejo de la sexualidad es tan provocador como el de Bacon, pero estรก desprovisto de culpa y conflicto, lo cual, acaso, resulta mรกs transgresor. Nissen pertenece a la misma estirpe. Aunque su estilo es mรกs alborotado y mordaz que el de Hockney, sus perturbadores lienzos exudan buen humor.

Para Witold Gombrowicz, el mayor acto de sabidurรญa consiste en conocerlo todo para luego aprender la inmadurez. El genio se reeduca como niรฑo. Los dibujos, los cรณdices, los objetos, la pintura y la escultura de Brian Nissen tienen la elevada gracia del descaro infantil. En sus paisajes, los lรกpices se arquean en el cielo como un arcoรญris y unos nudistas muestran sus miembros en erecciรณn con el natural orgullo de quienes aguardan una inspecciรณn ciudadana. Como en Hockney, la transgresiรณn opera de manera paradรณjica. La inquietud provocada por esas obras no proviene del sufrimiento o la congoja, sino de una condiciรณn paradisรญaca: la felicidad se ha salido con la suya. ¿Es posible que tantas figuras jueguen, salten, cojan, fumen, armen alboroto sin sanciรณn alguna? En ese territorio la libertad no tiene exceso y por lo tanto carece de castigo.

Sabemos que los antiguos griegos y los antiguos mayas tenรญan un contacto mรกs elemental con la tierra. Sus vasijas demuestran el cariรฑo con que el polvo pasaba por sus dedos. La modernidad nos ha alejado del contacto primigenio con los materiales, pero tambiรฉn ha producido un fenรณmeno impensable en tiempos clรกsicos: tener una segunda tierra.

El exilio impuesto o voluntario lleva a la amorosa adopciรณn de tierras raras. Brian Nissen llegรณ a Mรฉxico como un pintor britรกnico perfectamente formado pero dispuesto a adquirir un segundo idioma. A travรฉs de la poesรญa, la arqueologรญa y la cultura popular se transformรณ en un transterrado capaz de mirar a Tlรกloc como solo puede hacerlo alguien venido de lejos, es decir, dispuesto a entender que los ojos del dios de la lluvia tienen la forma de acetatos de los Beatles.

Todo navegante reclama por patria una segunda tierra. No es casual que el mayor escritor marino de la literatura inglesa haya sido un capitรกn polaco, Joseph Conrad.

Brian Nissen naciรณ en el barrio londinense de Hampstead, en 1939, y aterrizรณ en Mรฉxico en 1963. Era un pintor con atlรฉtico porte de escultor y pasiรณn de trapecista. Cuando Fernando Gamboa invitรณ a diversos miembros de la “generaciรณn de la ruptura” a hacer murales para el pabellรณn de Mรฉxico en la Expo de Osaka, en 1970, Nissen adquiriรณ la costumbre de escalar su andamio con soltura para bajar de ahรญ al estilo del mรกs cรฉlebre personaje de Edgar Rice Burroughs. Sus intrรฉpidos lances de Tarzรกn abstracto prosperaron hasta que aterrizรณ en el mural de Lilia Carrillo. El resultado fue una hendidura digna de una plaza de toros. Sin embargo, la pintora no se inmutรณ en lo mรกs mรญnimo: decidiรณ que su excepcional lienzo mejoraba con un remiendo.

 No es extraรฑo que alguien nacido en la isla donde Defoe imaginรณ el provechoso naufragio de Robinson Crusoe y Stevenson mitificรณ la piraterรญa, se interese en el mar. Ademรกs, Nissen tiene rostro de marino. Su bigote lo acredita como capitรกn y sus facciones parecen trabajadas por el viento. Tiene la mirada atenta de quien sabe que su destino depende del horizonte. Su tono de voz es perfecto para dar รณrdenes en la primera cubierta, con la seguridad sin รฉnfasis –la suave certeza del experto– de quien decide el rumbo del navรญo. En medio de la espumosa tempestad y la espiral del vรฉrtigo de nada sirve el alarido; se necesita la seguridad de Nissen, que ata y desata nudos con soltura y se divierte con los desfiguros del ciclรณn.

La presencia del agua define su universo. En sus cuadros abundan los azules y los resplandores de la luz llovida. Su naturaleza tiende en tal forma a la liquidez que en ocasiones incluso el verde se vuelve azul y el gris trata de serlo. El resultado son paisajes subacuรกticos, nubes rรกpidas, chubascos a domicilio y mantarrayas que nadan en zigzag.

Su mayor escultura mural aborda un momento decisivo de la mitologรญa acuรกtica, la apertura del Mar Rojo. Ubicada en la sinagoga del Centro Maguen David, en la ciudad de Mรฉxico, la pieza transmite la poderosa divinidad de un oleaje blanco. En forma sorprendente, la escultura sigue mรกs allรก de sรญ misma: la marejada se refleja en el piso de mรกrmol, creando una corriente de imรกgenes. Surgida del muro, la pieza no estรก quieta. Las doscientas cincuenta piezas que la integran no conocen el reposo. El Mar Rojo se abre cada vez que lo miramos.

En su itinerario marino, el artista no podรญa dejar de ocuparse de la civilizaciรณn sumergida por excelencia, la Atlรกntida. Casi todas las cosmogonรญas hablan de un diluvio que transfigurรณ las eras, pero solo la Atlรกntida se hundiรณ sin testigos. Sabemos de ella por la leyenda y el rumor. Nada mรกs atractivo para Nissen que trazar la cartografรญa de un sitio ilocalizable. Sus mapas de Atlรกntida equivalen a la Guรญa Roji de ningรบn lugar, las precisas coordenadas de un ocรฉano que, siendo perfectamente imaginario, representa el ombligo del mundo.

El desarrollo de Nissen ha tenido que ver con el desplazamiento de la superficie al volumen. Del dibujo y el รณleo pasรณ a lienzos intervenidos por objetos y de ahรญ a la escultura. La inmersiรณn en los elementos lo llevรณ al relieve: los buzos se sumergen en 3D.

No es casual que alguien que transita de un elemento a otro se interese tanto en los anfibios. Pintor ajolote, heredero del Xรณlotl, el dios emigrado que buscรณ una segunda tierra, Nissen vive para cruzar fronteras.

Sus exploraciones submarinas llegaron a un punto culminante con el estudio y la recreaciรณn de su mascota ideal, un ser hรญbrido que vive en las profundidades pero se acopla en la arena, el lรญmulus o cangrejo herradura. La antediluviana coraza de este animal refleja lo mucho que la naturaleza entiende de fortificaciones y arte moderno. El cangrejo blindado anima el ocรฉano como un atavismo y una vanguardia; es el antepasado que nos sobrevivirรก.

Ningรบn navegante puede ignorar la rosa de los vientos o las tablas de las mareas. Nissen se documenta a fondo para cada travesรญa. El cangrejo herradura lo llevรณ a participar en mesas redondas con cientรญficos del mismo modo en que el poema de Octavio Paz “Mariposa de obsidiana” lo llevรณ al estudio de la epigrafรญa.

Estamos ante un artista ilustrado que tambiรฉn pinta por escrito. Sus reflexiones, en las que no falta la anรฉcdota reveladora ni el humor tonificante, han sido reunidas en una excepcional bitรกcora de viaje: Expuesto. Ahรญ dedica elocuentes pรกginas al lรญmulus, el “fรณsil viviente”, antigua criatura de ciencia ficciรณn. Igualmente rveveladoras son sus reflexiones sobre los cรณdices o los materiales con los que trabaja. En un pasaje conmovedor, refiere la anรฉcdota de Victor Serge, quien se salvรณ de enloquecer en la cรกrcel por llevar un papel de color en el bolsillo. En un universo completamente gris, el disidente disponรญa de una pequeรฑa mancha roja. Ese tono rebelde le permitรญa ser libre. Brian Nissen trata los colores de ese modo: puntos de fuga, manchas de libertad.

Desde que se afincรณ en Mรฉxico, trabรณ amistad de hierro con los pintores de su generaciรณn, que renovaban el arte abstracto, y estudiรณ las tradiciones vernรกculas. Uno de los asombros que le produjo Mesoamรฉrica fue el de la estรฉtica de lo invisible: las plantas de la Coatlicue, que nadie ve, estรกn minuciosamente labradas. Ciertas imรกgenes trabajan en secreto.

Tambiรฉn lo cautivรณ el taller experimental de los dioses mayas. El Popol Vuh y el Chilam Balam refieren los intentos fallidos para producir al hombre. Primero fue de barro, luego de madera, finalmente de maรญz. Este proceso de ensayo y error, o work in progress, cautivรณ al artista.

¿Cรณmo reaccionar ante una tradiciรณn que esconde algunos de sus efectos y busca la transfiguraciรณn? “Mariposa de obsidiana”, de Octavio Paz, condensa dos desafรญos del arte: la mutaciรณn y la permanencia, la vida de la mariposa y la vida de un cristal de roca. Siguiendo ese impulso, Nissen creรณ esculturas y un cรณdice, Itzpapรกlotl (con texto del propio Paz), que representan una matriz mรบltiple, variaciones de una misma forma, reiteraciones que cambian: signos que son imรกgenes que son luz que son vuelo.

El diรกlogo con la herencia prehispรกnica continuรณ en otro proyecto animado por el agua, la serie escultรณrica Chinampas. Nissen transformรณ las islas flotantes de los aztecas en huertos modernos, trozos de ciudad, cultivos donde crecen sueรฑos industriales, la ecologรญa de la modernidad que vaga a la deriva en el extinto lago de Tenochtitlan.

Los veinticinco aรฑos que reรบne la exposiciรณn de Brian Nissen en el Palacio de Bellas Artes abarcan una de sus etapas de mayor productividad, de 1965 a 1990, y se rigen por un reloj de agua. Ese es su elemento primordial, la gramรกtica que conjuga sus islas.

Aunque estรกn unidos por una corriente estilรญstica, sus temas son mรบltiples. Dos ejes definen su imaginaciรณn: el humor y el erotismo. El arte de Nissen estรก lleno de bromas, disparates, puntadas de alta escuela. En parte, esto viene de su formaciรณn en el swinging London y del talento britรกnico para el nonsense. Algunas de sus figuras recuerdan al primer Hockney, inspirador de Yellow Submarine. Un ejemplo clarรญsimo es Consumidor consumido, donde las dentaduras sonrรญen con vida propia y los cigarrillos se transforman en la parte mรกs importante del cuerpo.

En un รณleo sorprendente, Lobo, Nissen retrata al gran villano de los cuentos de hadas, pero lo hace con tal simpatรญa y complicidad que el depredador sonrรญe y se integra al paisaje en forma tan plena que incluso es verde. ¡Un lobo ecolรณgico!

Admirador de los payasos y los funรกmbulos, Nissen convierte a los atletas en contorsionistas olรญmpicos. Relay registra una carrera donde los corredores se dejan llevar por su elรกstica vida interior y muestran que la firmeza de los mรบsculos es menos importante que tener alma de plastilina. Para Nissen, la relajaciรณn no es resultado del ejercicio –su desfogue final–, sino la condiciรณn que permite practicarlo. El desenfado interior es la clave secreta de la resistencia. En su mundo, el espรญritu mรกs flexible gana la medalla de oro.

El relieve Ping-pong tambiรฉn aborda un tema deportivo. En este caso el ejercicio es un truco รณptico. Los jugadores rematan a tal velocidad que no vemos la pelota sino las diagonales que deja sobre la mesa.

El humor de Nissen se ha dejado influir por una de las zonas mรกs convulsas de la cultura popular: el periodismo de nota roja. La instalaciรณn La autoviuda rinde tributo a la manera mรกs radical de limar asperezas conyugales. El escultor creรณ un templo de los eufemismos muy parecido al mundo real, donde confesar un crimen es perjudicial para la salud y donde el culpable salva el pellejo con excusas. Expresiones como “asesinato imprudencial” o “autoviuda” surgieron para definir la azarosa tarea de suprimir seres queridos.

Los dispares elementos de esta pieza representan el desmontaje del discurso criminal. A travรฉs de un modelo para armar, Nissen retrata un sistema de justicia que solo se ordena en la mente, nunca en la realidad.

En el cuadro Bandos pasa de la ironรญa judicial a la polรญtica. El fondo de la pintura registra nombres de desaparecidos en Chile. En primer plano, un represor, cuyo pene es una pistola, tiene el gatillo en el culo.

El pintor que surgiรณ del mar no ha dejado de dialogar con obras clรกsicas. Su Jardรญn de las delicias es tan abigarrado como el de Hieronymus Bosch, pero incluye un dinamismo que solo existe gracias al desmadre. Los balnearios del trรณpico mexicano suelen estar sobrepoblados. En ese hacinamiento gente desconocida se roza, untรกndose bloqueador solar. Curiosamente, todos se la pasan de maravilla. Cuando el filรณsofo Jorge Portilla escribiรณ acerca de la “fenomenologรญa del relajo”, no sabรญa que anticipaba a los baรฑistas de Nissen, que aprovechan el asueto para que sus penes se alcen con gran envergadura y los demรกs jueguen a ensartarles aros. El paisaje repleto de coches, colillas de cigarro y personajes que sacan la lengua para lamer helados es una crรญtica y una celebraciรณn de los sitios de descanso donde las molestias se convierten en otra forma de la diversiรณn. “¿Para quรฉ disfrutar a solas si podemos jodernos juntos?”, parecen decir esos seres coloridos en estado de รฉxtasis.

El erotismo es otra constante del pintor. Uno de sus mejores cuadros, Cinema, registra una funciรณn cinematogrรกfica donde tambiรฉn la realidad ocurre en blanco y negro. Mientras dos amantes copulan en la pantalla, los espectadores demuestran que tambiรฉn la mirada es una zona erรณgena: los actores afirman la sensualidad del cuerpo y los espectadores la de la mente.

Despuรฉs de algunas dรฉcadas en Mรฉxico, Nissen perfeccionรณ su artรญstico desacato de las buenas costumbre con el arte de decir albures. Los dibujos erรณticos que integran su serie Voluptuario son, al decir de Carlos Fuentes, un excepcional caso de “icoรฑografรญa”. Nissen da refinada expresiรณn grรกfica a los juegos de palabras de la albaรฑilerรญa nacional.

Su sentido del humor lo llevรณ a hacer objetos para la tienda de bromas que por desgracia no existe en ningรบn museo de arte moderno. Uno de ellos es la caja Absorbent, con klรญnex de dibujos erรณticos, y otro la lata de Dibujos en su tinta, demostraciรณn de que los trazos comienzan por estar lรญquidos. En su envasado nรกutico, el capitรกn Nissen marina la pintura.

El erotismo transgrede y transfigura. Para un pintor de liquideces afecto a los albures, nada resulta tan lรณgico como convertir un pene en un grifo. Esto define al deseo como una llave y al abuso sexual como un problema de plomerรญa. En el cuadro Grifo, los protagonistas se la pasan bien con el sexo de tuberรญa. En cambio, en Tryst (nombre de la cita secreta entre amantes) el escenario resulta mรกs ominoso, un ambiente de transitoria tempestad, digno de hotel de paso.

Como el dios Xรณlotl, Brian Nissen es un disidente que cambiรณ de territorio para celebrar la vida, el intercambio, las mezclas, las criaturas hรญbridas.

De pronto, en la arena, aparecen huellas: lรกpices, tijeras, cepillos de dientes, cigarros, discos de acetato, botones, sacapuntas, abrelatas. ¿Cรณmo llegan a la playa? Empujados por el mar, es decir, por Brian Nissen.

Ante nosotros se abren veinticinco aรฑos de adivinaciones lรญquidas, los sortilegios del agua con los que Brian Nissen demuestra que los misterios que valen la pena dan rodeos, siguen rutas desconocidas, y llegan a la orilla. ~

 

A partir del 1o de octubre el Palacio de Bellas Artes alberga una retrospectiva de la producciรณn artรญstica de Brian Nissen.

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es narrador, ensayista y dramaturgo. Su libro mรกs reciente es El vรฉrtigo horizontal. Una ciudad llamada Mรฉxico (Almadรญa/El Colegio Nacional, 2018).


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