EN BUSCA DEL VOTO ÚTIL La reunión es en el Hotel Fiesta Americana. Ahí vive Vicente Fox desde que inició su campaña. El salón tiene capacidad para unas 140 personas. El encuentro está programado a las once de la mañana, pero el candidato de la Alianza por el Cambio llega treinta minutos tarde. Fox cruza el largo auditorio enfundado en sus legendarias botas.
Lo reciben en el presidium los organizadores, que son en su mayoría mujeres. Poder Ciudadano es una especie de federación de organizaciones no gubernamentales que agrupa a seiscientas organizaciones y grupos.
La contradicción es flagrante. Este foro, que dice agrupar a seiscientas organizaciones en todo el país, está representado por poco más de cien personas, que son las que se encuentran en el salón. Como quiera que sea, su intención es presentarle lo que ellos llaman la Agenda Nacional de la Sociedad Civil. La modestia no es, obviamente, su fuerte. Uno se pregunta cómo hicieron los integrantes del Poder Ciudadano para integrar no la agenda de sus organizaciones, sino la agenda de la Sociedad Civil, así con mayúsculas. Sobre todo cuando es evidente que la gran mayoría de esas agrupaciones simpatiza con el PRD e incluso con el EZLN.
Las intervenciones que debe escuchar Fox antes de dar lectura a su mensaje son pequeñas (y algunas no tan pequeñas) conferencias con un sesgo ideológico bien definido. A la denuncia del neoliberalismo se suma, por ejemplo, la demanda de una política económica que reduzca el gasto en cuerpos policiacos y en el pago de intereses de la deuda pública externa e interna. Fox escucha con atención y toma notas. La intervención más fuerte y más crítica viene al final. La representante del Consorcio por la Equidad le reprocha los términos sexistas y homofóbicos que utiliza y lo cuestiona sobre los gobiernos panistas que prohíben las minifaldas y no permiten que las mujeres recurran al derecho a interrumpir el embarazo cuando éste es efecto de una violación, como sucedió en Mexicali con una joven (Paulina) de catorce años.
El candidato de la Alianza por el Cambio no formuló respuesta alguna a estos señalamientos, pero a cambio de ello insistió en la idea de crear un Instituto Nacional de la Mujer. Salvo por esta omisión, el discurso de Fox es bien recibido por la mayor parte de los asistentes. El candidato de Alianza por el Cambio insiste en que las organizaciones sociales independientes serán fundamentales para su gobierno. Luego, con verdaderas dotes histriónicas, repite pausadamente y en varias ocasiones que la educación pública en México debe ser laica y gratuita. En materia económica, Fox responde a las críticas sobre el descenso del poder adquisitivo señalando que la mejor oportunidad de incrementar los salarios está en promover el libre tránsito de los trabajadores entre Canadá, Estados Unidos y México. Para él, ese es el complemento natural del TLC.
En algún momento de su alocución, señala que se le ha criticado por dar coba a los auditorios donde se presenta y reconoce que eso es exactamente lo que está haciendo frente a Poder Ciudadano, pero agrega que no podría ser de otra manera en la medida en que él es también un ciudadano que ha padecido los abusos del poder del Estado. El balance para el candidato es, sin duda, positivo. Los sectores más radicales de estas ONG están identificados con Cárdenas y el PRD, pero muchos de ellos empiezan a ver con simpatía al candidato panista. Al final, un muchacho y una muchacha aplauden, intercambian miradas y hacen un gesto aprobatorio. Fox pasó bien la prueba.¿QUIÉN ES VICENTE FOX?
Sin duda es una mezcla extraña, pero también exitosa. Una de las cosas que más le enorgullecen es el haber sido formado durante la secundaria, la preparatoria y la universidad por los sacerdotes jesuitas. Para él, el corazón de la filosofía ignaciana radica en comprender que sólo se alcanza la realización personal sirviendo a los demás. Y en efecto, esta dimensión moral de su personalidad y de su compromiso político es visible y parece, además, sincera.
Desde 1991, cuando cerró su campaña como candidato del PAN a la gubernatura de Guanajuato, Fox gusta de repetir una frase que tiene ciertas connotaciones mesiánicas: "Si avanzo, síganme; si me detengo, empújenme, y si retrocedo, mátenme". La idea de llevar la lucha hasta las últimas consecuencias supone, por una parte, que se enfrenta a un enemigo radical e irreductible y, por la otra, tiene una dimensión netamente religiosa en la medida en que la frase originalmente fue pronunciada por un sacerdote que participó en la guerra cristera.
Sin embargo, esta faceta de su personalidad coexiste con la del empresario pragmático y moderno que conoce y explota con éxito la mercadotecnia en la competencia política. Los ejemplos del pragmatismo de Fox son muchos, pero hay tres particularmente importantes: en 1991 logró mediante movilizaciones, y con el apoyo decidido de la dirección nacional del PAN, que Ramón Aguirre renunciara a tomar posesión como gobernador de Guanajuato, pero alcanzado ese objetivo, lejos de empecinarse en ser él quien lo sustituyera, propuso y obtuvo que el entonces presidente municipal de León, Carlos Medina, fuese nombrado gobernador por la mayoría priísta en el Congreso.
Ese mismo cálculo se observa en su convicción de que la victoria sobre el PRI sólo se podrá alcanzar si, por una parte, el PAN reduce "su carga dogmática, ideológica y filosófica, a fin de acercar a toda la sociedad a su propuesta de gobierno" y, por la otra, logra jalar al electorado que simpatiza con Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD mediante el argumento del voto útil, es decir, mediante la idea de que todo sufragio que no se emita por Vicente Fox es, en el fondo, un voto a favor de Francisco Labastida.
Finalmente, hay que tener presente que Vicente Fox ganó la gubernatura del estado de Guanajuato en 1995 y que tuvo que gobernar los primeros años con un Congreso dominado por los priístas. Eso explica, al menos en parte, por qué nombró como secretario de Finanzas a José Luis Romero Hicks y a María Elena Morales como titular de la Contraloría del Estado, ambos militantes del PRI. La negociación y el acuerdo de las partidas presupuestales entre el titular del ejecutivo y el poder legislativo fue la regla durante ese periodo. Hecho que muestra, por sí solo, que el gobernador de Guanajuato ejerció el poder en forma pragmática.EN RUTA
Jueves, 30/03/2000. Salimos del Fiesta Americana a las 7:15 de la mañana. Fox va en el asiento delantero. Eduardo Sojo, coordinador de la propuesta económica, Martha Sahagún,responsable de la comunicación con medios, y yo vamos en el asiento trasero de la camioneta. El chofer toma la avenida Reforma. Nos enfilamos hacia el aeropuerto de Toluca, donde está el jet de la campaña.
Durante el trayecto Fox revisa un resumen de las notas de prensa que cubren su campaña. Martha Sahagún se queja del trato que dio el reportero de Reforma al encuentro con las organizaciones no gubernamentales (Poder Ciudadano) el día de ayer. La nota señala que Fox confundió en tres ocasiones la palabra diversidad con "dispersidad". En ese momento suena un celular, Martha Sahagún contesta y le pregunta a Fox si quiere conceder una entrevista de radio a Multivisión. Fox asiente, toma la bocina y aborda el asunto de Espinosa Villarreal, que es la nota del día, y lo vincula con lo que ocurrió en Nuevo León, donde el tesorero del estado desvió fondos hacia el PRI.
Al cabo de 45 minutos llegamos al aeropuerto y subimos al pequeño jet de siete plazas. Los asientos son individuales. Fox se sienta a la derecha y Ana Cristina, su hija que lo acompaña en esta gira, a la izquierda; Martha Sahagún y yo nos sentamos enfrente de ellos. Eduardo Sojo ocupa un asiento en la parte de atrás. Fox se ve de buen humor y aprovecha para volver sobre la nota de Reforma. No confundí, dice, diversidad con "dispersidad". Eso fue lo que quise decir: que las ideas y los movimientos están dispersos y que hay que darles una dirección. Y entonces pregunta y se pregunta si existe o no la palabra "dispersidad". Ana Cristina responde que no está segura.
La conversación da un giro y aprovecho para preguntarle por sus declaraciones recientes: ¿Sólo aceptaría el triunfo de Francisco Labastida si la ventaja es superior a los diez puntos? Fox se queja del sesgo que le dieron los reporteros a sus palabras y enfatiza: "Yo sólo dije que el triunfo de Labastida sólo sería creíble si me supera con diez puntos y que, dada la historia de este país, a mí me bastarían cinco puntos para que mi victoria fuese creíble y legítima". Y luego añade: "El aparato del PRI y las inercias del sistema son capaces de generar cinco puntos a favor del candidato del PRI". Obviamente, Fox piensa que esos procedimientos son ilegítimos y deja abierta la posibilidad de impugnar la elección en caso de que sus resultados sean cerrados.
Me refiero entonces al tema de Samuel Ruiz y le pregunto qué piensa de él. Su respuesta es inmediata. El obispo de San Cristóbal es un hombre de buena fe que adoptó un compromiso con los indígenas marginados. Y es muy comprensible que así haya sido. Si yo hubiese vivido esa realidad, dice, hubiera reaccionado de la misma manera. Reitera que como presidente retiraría al ejército de las zonas zapatistas para propiciar el diálogo con el EZLN.
Lo interrogo luego sobre la decisión que tomó el Tribunal Federal Electoral de prohibir la impresión de su foto y su silueta en las boletas electorales. Fox responde que el fallo invocó un falso principio de equidad y que ese mismo criterio no se aplicó al PRI en el uso de los colores nacionales. Reviro diciéndole que el Tribunal Federal Electoral es un organismo que se creó a propuesta del PAN y que los magistrados del mismo fueron electos de común acuerdo entre el PRI y el PAN. Pero mi puntualización no le merece mayor consideración e insiste en que el fallo y la forma en que procedieron los magistrados son objetables.
La última de mis preguntas se refiere al pequeño escándalo que se dio en torno del diputado panista Francisco José Paoli. Fox responde, pero es evidente que el tema no le agrada en lo más mínimo. Al terminar la última frase se vuelve hacia Eduardo Sojo, le hace un pequeño comentario y da por terminada la conversación.
Media hora más tarde aterrizamos en el aeropuerto de Monterrey. Nos esperan dos grandes autobuses que llegaron desde la Ciudad de México. En la parte de atrás de ambos se puede apreciar un enorme Fox haciendo la V de la victoria. Esa fue la famosa imagen que el Tribunal Federal Electoral vetó en las boletas electorales.¿AMIGOS Y ENEMIGOS?
Carl Schmitt, el célebre teórico alemán de la política y el derecho, afirmaba que la categoría central de la política es la de amigo y enemigo. Max Weber planteaba algo similar cuando afirmaba que en política lo que cuentan son las alianzas y que la amplitud y diversidad de éstas dependen, como en el caso de un convoy, de la velocidad del último y más lento de los integrantes. Fox ha dado muestras de que, al menos en parte, entiende de esta manera la política. Su idea de una amplia alianza para conquistar la presidencia de la República no es nueva; de hecho es una tesis que ha manejado desde su primera campaña por la gubernatura de Guanajuato.
Los avances en esta materia, sin embargo, han sido nulos. A finales de 1996, Fox suscribió la propuesta de forjar una Alianza por la República y en 1999 se manifestó a favor de construir un pacto con el PRD para armar una Alianza por México. Ninguna de esas propuestas prosperó. Sin embargo, no ha quitado el dedo del renglón. Sus abiertos coqueteos con el electorado que simpatiza con Cárdenas y el PRD se han intensificado en los últimos tiempos.
El candidato de la Alianza por el Cambio incluso ha introducido fuertes modificaciones en su plataforma económica. La propuesta de transformar Pemex de empresa pública propiedad del Estado en empresa pública de mercado ha prácticamente desaparecido de su discurso. Ahora pone el énfasis en que la empresa no será privatizada y que, en todo caso, una reforma profunda de esa paraestatal se hará sólo después de organizar una consulta nacional.
El tema de la unificación monetaria con Estados Unidos y Canadá también ha perdido relevancia y su lugar lo ocupa la negociación de un acuerdo en materia laboral que garantice la libre movilidad de los trabajadores más allá de las fronteras. Este viraje se explica porque ambos temas, el petróleo y la moneda, son muy polémicos y pueden enajenarle de manera definitiva las simpatías de los electores de izquierda. Así que el pragmatismo en esta materia es evidente y no suscita ninguna duda.
Sin embargo, en algunas ocasiones Fox parece utilizar categorías morales para juzgar a sus amigos y deslindarse de sus enemigos. Su opinión del obispo Samuel Ruiz ilustra a la perfección este moralismo: "Pese a lo que se diga no puedo concebir que el obispo Samuel Ruiz sea una mala persona. Puede ser quizá obcecado y un completo apasionado de la defensa de los pueblos indígenas, pero uno no lo puede tachar de guerrillero". ¿Hay que señalar lo evidente? El uso de las categorías bueno y malo es completamente insuficiente para entender la personalidad y la compleja trayectoria del obispo de San Cristóbal. Son muchos los hombres de buena fe que, cegados por una convicción religiosa o ideológica, han cometido una serie de barbaridades. Los ejemplos sobran. Pongo tres notables del siglo XX: Lenin, Mao y Francisco Franco. Esto lo sabe cualquier estudiante de sociología o de ciencias políticas. Por lo tanto, la pregunta que hay que formularse no es si Samuel Ruiz es o no un hombre de buena fe, sino si la teología de la liberación, que él profesa, es una ideología fundamentalista que prohíja la intolerancia y las guerras santas.
En sentido inverso, la forma en que Fox descalificó al Tribunal Federal Electoral y condenó al diputado Francisco José Paoli muestran que el candidato del PAN confunde criterios. La resolución que prohibió la reproducción de la foto, y luego de la silueta, de Vicente Fox en las boletas electorales no se hizo en función de que se violara el criterio de equidad, sino porque los magistrados consideraron que violaba un artículo del COFIPE que prohíbe realizar proselitismo durante la jornada electoral. El contenido del fallo puede ser polémico, pero de ahí a descalificar al Tribunal como una institución comprada o puesta al servicio del régimen priísta, como declaró públicamente Fox, hay una enorme distancia. Los matices y las mediaciones se rompen. Una descalificación de esta naturaleza se funda en el supuesto de que quien no está conmigo, está contra mí. Pero además, los bandos enfrentados adquieren connotaciones morales: los buenos se ubican de este lado y los malos del otro.
El trato que se le dio al diputado disidente siguió este mismo patrón. Paoli se deslindó de la fracción panista que proponía reducir el monto de la partida destinada al IPAB en 2, 500 millones de pesos. Su ausencia (y la de otros de sus compañeros) de la Cámara de Diputados el 28 de diciembre pasado fue la que permitió que la mayoría priísta aprobará los 34,600 millones de pesos que requería el IPAB para su funcionamiento. Posteriormente, Paoli explicó su comportamiento aduciendo que los vocales del IPAB habían advertido que una reducción como la que proponía la fracción panista provocaría una crisis severa en esa institución. Sin embargo, la reacción de varios diputados panistas y del propio Fox fue inusualmente fuerte. Alguno de ellos planteó abiertamente que Paoli había sido "maizeado" y el candidato del PAN a la presidencia de la República así lo dejó entrever.PÚBLICO FÁCIL
Monterrey, Nuevo León, 10:10 am. Fox desciende del avión y es recibido por una pequeña comitiva. Abordamos el camión y nos dirigimos a una fábrica de muebles de baño. El candidato hace un pequeño recorrido y observa procesos de producción. Después de oír las palabras del dueño de la empresa y de un trabajador, Fox toma el micrófono e improvisa. A los empresarios les ofrece restaurar el Estado de derecho y asegurar un entorno económico confiable. A los trabajadores les promete mejorar el nivel de los salarios controlando, en primer lugar, la inflación. Y reitera que la educación pública bajo su gobierno será laica y gratuita. La empatía es total, sobre todo cuando el candidato se refiere a Monterrey como una vanguardia empresarial que debe servir de ejemplo a todo el país.
De la fábrica nos trasladamos a una colonia popular, Pueblo Nuevo, en el municipio de Apodaca. Asisten unas doscientas personas. Casi todos llevan camisetas de Acción Nacional con el nombre del candidato del PAN a la presidencia municipal. Un pequeño toldo alberga a unas mujeres que reparten refrescos y tortas a los asistentes. El fantasma extraviado de Roberto Madrazo se hace súbitamente presente cuando la pequeña multitud saluda a Fox con un "¡Sí se puede!" Terminado el pequeño mitin nos trasladamos al Tecnológico de Monterrey. Fox duda: ¿debe ponerse o no corbata? Opta por lo segundo: es un auditorio de jóvenes, dice. La popularidad del candidato panista entre los estudiantes es completa. Su recorrido por el campus suscita un gran entusiasmo. Los jóvenes lo saludan con la V de la victoria. A grandes zancadas, como acostumbra, Fox se dirige a una pequeña sala donde será entrevistado por dos jóvenes. La señal se enlaza vía satélite a los otros campus del Tec. Fox habla con gran soltura y ve directo a la cámara. Sus respuestas son claras y concisas. El dominio que tiene de la televisión es notable. Muestra que tiene muchas horas de vuelo y que ese es uno de sus lados fuertes como candidato. Comunica con gran facilidad y tiene carisma.
Terminada la entrevista viene el plato fuerte. El candidato impartirá una conferencia en el segundo Foro de Candidatos a la Presidencia de la República convocado por los propios estudiantes. Los boletos salieron a la venta a las ocho de la mañana y se agotaron una hora y media después. El auditorio está abarrotado. A la entrada hay una multitud que lo espera y que trata de irrumpir por la fuerza en el auditorio. Los profesores y los encargados de la seguridad tienen grandes dificultades para contener a los jóvenes y permitir el paso del candidato. Finalmente entra y es aclamado por los más de dos mil estudiantes. Fox se levanta y lee un discurso durante treinta minutos. En uno de los últimos párrafos afirma que estamos a un paso de la alternancia y ofrece a todo México un pacto de concordia y reconciliación. Concluye con tres frases breves: "Espero de las autoridades y de mis adversarios una nueva actitud histórica. Es tiempo de enaltecer la política. Tiempo de demostrar que antes de los intereses personales o de grupo está México". Es la apoteosis. Los estudiantes parados lo aclaman durante varios minutos. Fox levanta la mano, sonríe y hace la V de la victoria. Después vendrá la ronda de preguntas y respuestas. Al terminar la conferencia, se levanta una encuesta. A la pregunta: ¿Quién cree usted que tiene la mejor propuesta? el 85.07% responde Fox, el 3.49% Labastida y el 2.85% Cuauhtémoc Cárdenas.¡YA!
La simpatía de los jóvenes y de los estratos con mayor educación está con Vicente Fox. Este hecho podría parecer contradictorio, pero no lo es. Fox se ha apropiado de la idea del cambio y ha dejado a sus adversarios descobijados. A Francisco Labastida porque lo ha identificado como el candidato de la continuidad y a Cuauhtémoc Cárdenas porque su reciente radicalización lo aleja del centro y parece devolverlo al sueño del cardenismo de los años treinta. El mayor obstáculo de Fox para identificarse con los jóvenes podría haber provenido de las corrientes conservadoras de Acción Nacional, que lo mismo cierran table dances que se manifiestan en contra del aborto.
Sin embargo, la posición de Fox en estas materias es mucho más equilibrada. El candidato del PAN se ha manifestado abierta y públicamente a favor del uso del condón y de los anticonceptivos. Él considera que la labor del gobierno es informar a la población y que corresponde a cada pareja elegir el método que mejor le convenga. En lo que al aborto se refiere su posición es más conservadora, ya que está por la penalización generalizada de esta práctica, incluso cuando la vida de la madre esté en riesgo o cuando el embarazo sea consecuencia de una violación. Con todo, la posición de Fox no se puede caracterizar como la de un conservador de extrema derecha. De hecho, en Guanajuato no hubo durante su gobierno conflictos importantes con los grupos feministas o con los movimientos de homosexuales. A diferencia de Carlos Medina Plascencia, Fox no ha asistido a ningún acto religioso, como la misa del Cerro del Cubilete, y ha repetido que la separación de la Iglesia y el Estado es un principio básico de la sociedad moderna.
La simpatía de los jóvenes y de los estratos con mayor nivel de educación deriva también de que la propuesta de Fox está bien trabajada y es innovadora. Y no es extraño que así sea. El 6 de julio de 1997 el gobernador de Guanajuato anunció públicamente que buscaría la presidencia de la República y a partir de entonces, y de su experiencia de gobierno en Guanajuato, fue formando un equipo de trabajo que lo alimenta de ideas y proyectos. El eje de su programa es la formación de capital humano y se sintetiza en la idea de que él cambiaría gozoso dos millones de barriles de petróleo por dos millones de mexicanos con estudios de doctorado.
Esta misma idea aparece en la propuesta de crear un sistema de educación permanente que se oriente a atender a los cuarenta millones de mexicanos que no tuvieron oportunidad de estudiar y en la intención de duplicar el presupuesto en educación hasta que represente el 8% del PIB. Se puede afirmar que dichas metas son muy ambiciosas, pero, independientemente de ello, no hay duda de que el candidato de la Alianza por el Cambio es el que tiene más claro la importancia estratégica que tendrá la educación en el mundo de la globalización.
En materia de acuerdos comerciales su visión es también clara y estratégica: el Tratado de Libre Comercio debe transformarse a mediano y largo plazo en una Unión de Norteamérica, tal como lo hicieron los europeos.Retórica y entusiasmo
Viernes, 31/03/2000. Desayuno con la Cámara Nacional de Comercio de Monterrey. Fox es recibido con un largo aplauso. El candidato está de muy buen humor, bromea con los asistentes por las fallas del micrófono y los hace reír en varias ocasiones. Concentra su discurso en la importancia que tienen los empresarios en la generación de empleos y plantea dos metas centrales de su gobierno: igualar la inflación de México con la de Estados Unidos en el tercer año de su gobierno y en el cuarto alcanzar un superávit fiscal. Se pronuncia igualmente por generar un mercado del agua que permita optimizar el uso de ese recurso.
Ya en la ronda de preguntas abiertas al auditorio uno de los asistentes le formula una interrogante muy precisa: ¿Suprimirá usted el impuesto a la tenencia de los automóviles? Fox no responde ni sí ni no, pero en cambio se refiere al asunto de la legalización por el gobierno de las camionetas ilegales y se manifiesta en contra. Más tarde, en un seminario del Centro de Análisis y Difusión Económica le sucederá algo similar. Un empresario se queja de que en Monterrey, a diferencia de lo que pasa en otros estados, el problema de los industriales es la carencia de mano de obra y pregunta: ¿qué políticas regionales implementaría usted para paliar esa escasez? Fox no toca el asunto y a cambio de ello explica que una de las estrategias que tiene diseñadas para impulsar el desarrollo regional del sudeste consiste en dispensar el pago de impuestos a las empresas que ahí se instalen durante un periodo de cinco a diez años. Las omisiones de Fox no levantaron el más leve murmullo en ninguno de los dos auditorios; parece ser una táctica que tiene bien aprendida: cuando no domina el tema o no quiere tomar posición, simple y llanamente elude la pregunta y responde otra cosa.
Plaza de Zaragoza, Monterrey, 5:30 pm. Fox encabeza una marcha por las calles de la ciudad hasta llegar a la plaza. En el presidium está la plana mayor del PAN. Después de las intervenciones de Alejandra Fernández, presidenta del PAN en Nuevo León, de Carlos Medina Plascencia y Luis Felipe Bravo, Vicente Fox toma la palabra. El candidato de la Alianza por el Cambio no es un gran orador, pero tiene la fuerza de conmover y agitar a la gente. Sobre todo cuando utiliza su estilo mordaz y juguetón para referirse al candidato del PRI a la presidencia de la República. Al final de su arenga, Fox se dirige a los presentes, les pide que levanten su mano haciendo la V de la victoria y luego les pregunta solemnemente: ¿Están ustedes dispuestos a dedicar una parte de su tiempo a la semana para cambiar este país? La multitud responde "¡Sí!" ¿Está dispuesto cada uno de ustedes a convencer a otros cinco de sus amigos o parientes de que la hora del cambio ya llegó y que hay que votar por Vicente Fox? La multitud con las manos en alto responde de nuevo "¡Sí!" ¿LA HORA DEL CAMBIO?
Nunca antes, ni siquiera en el 88, la posibilidad de la alternancia había estado tan cerca. La mayoría de las encuestas muestran un empate virtual entre los candidatos del PRI y el PAN. Si Vicente Fox logra jalar a su favor a una porción importante de los ciudadanos que simpatizan con Cuauhtémoc Cárdenas y el Partido de la Revolución Democrática, podría romper el empate y superar al candidato del PRI con cinco o seis puntos de ventaja.
Pero ¿hacia dónde vamos después de las elecciones? Un triunfo de Vicente Fox no crearía inestabilidad ni pondría en riesgo la gobernabilidad del país. Siendo gobernador de Guanajuato el candidato de la Alianza por el Cambio mostró que sabe negociar y llegar a entendimientos con un Congreso en el que no tenía mayoría. Un Fox triunfante seguramente honraría su palabra de formar un Gabinete incluyente, abierto a ciudadanos capaces e independientes, tal como lo hizo en Guanajuato.
El escenario más riesgoso, el próximo 2 de julio, está más bien asociado a la eventual victoria del candidato del PRI con un margen inferior al 5%. En esas condiciones, las proba-bilidades de que Fox impugnara la elección y optara por la resistencia civil serían bastante altas y el desenlace de semejante situación sería impredecible. Vicente Fox trans-formado en un cruzado sería temible. Sobre todo porque no se detendría sino hasta las últimas consecuencias y porque hay sectores de la población que estarían dispuestos a seguirlo hasta el final.
De ese modo, dos de las principales cualidades de Vicente Fox, la sed y el hambre de triunfo, que lo han llevado a donde está, podrían transformarse en sus peores defectos. Porque hay que decirlo claramente: en nuestra transición a la democracia hay que aplaudir y saludar a los políticos capaces, pragmáticos y ambiciosos que pueden y deben impulsar la alternancia política, pero hay que temer y repudiar a quienes entienden la política como una cruzada con mártires de altar. A estas alturas, la mejor estrategia de Fox sería comprometerse a fondo con la legalidad y asumir que cualquier impugnación del proceso electoral se dará exclusivamente mediante los procedimientos que la ley establece.
Dicho compromiso, lejos de atarle las manos, le ganaría más simpatías y reduciría los temores de los sectores más conservadores de la población. Así, el hombre pragmático y capaz dejaría atrás al personaje que se identifica con la frase de los cristeros: "Si avanzo, síganme; si me detengo, empújenme, y si retrocedo, mátenme". Grito de guerra arcaico, que no tiene cabida en una transición política como la nuestra. –
Los desplantes autoritarios de Fox |
El estilo de Vicente Fox, más carismático que institucional, lo condujo, durante su gestión como gobernador de Guanajuato, a frecuentes tomas de decisión sin consenso, en temas capitales como la educación, la seguridad y el manejo discrecional del presupuesto. Como muestras de ese estilo de gobierno, ofrecemos algunos ejemplos: |
Creación del Instituto de Educación Permanente. Al elaborar un análisis sobre la situación de la educación en Guanajuato, Fox se encuentra con que se ubica en el lugar 29 de la República en cuanto a rezago. Para solucionar el problema propone la creación del Instituto de Educación Permanente, el cual se financiaría con un nuevo impuesto del 2% sobre nóminas. La idea fue rechazada por un grupo de asesores externos y generó fuertes protestas del empresariado local, por lo que fue rechazada en el Congreso del estado. A pesar de ello, Fox decide crear el Instituto por decreto y negocia la partida presupuestaria con un grupo de diputados priistas. (Fuente: Marco Lara, El Universal.) Préstamos a funcionarios. Sin el consentimiento del Congreso, Fox otorgó préstamos utilizando los intereses de los fondos del erario público a cuatrocientos servidores públicos de primer y segundo nivel hasta por 295 mil pesos, con tasas preferenciales del 10% anual. (Fuente: Fabián Muñoz, Reforma.) Renuncia de magistrados. Argumentando que actuaba en respuesta a las exigencias ciudadanas de reformar los poderes del estado, a finales de 1996, Fox pretendió que catorce magistrados del Supremo Tribunal de Justicia de Guanajuato renunciaran a sus cargos antes de que terminara su periodo. (Fuente: Israel López, El Financiero, 1 de noviembre de 1997.) Educación religiosa. La representante del magisterio en Guanajuato, Milagros Manteca Arriaga, acusó a Fox de destinar millón y medio de pesos para impartir cursos de religión a padres de familia y profesores de escuelas públicas. La acusación señalaba que Fox utilizaba recursos de la partida 281 destinada a la capacitación del magisterio para enseñar doctrina religiosa, en violación al artículo tercero de la Constitución. (Fuente: El Día, Guanajuato, 13 de febrero de 1997.) Espionaje político. Según denunció la oposición, en Guanajuato "opera un grupo secreto de investigación política". La red funciona con recursos del gobierno del estado y está integrada por al menos quince agentes que vigilan a presidencias municipales, partidos políticos y líderes de agrupaciones populares. La Unidad Estatal de Información de Fox tiene un presupuesto de dos millones de pesos que provienen del gasto destinado a la Secretaría de Gobierno para 1999. Vicente Fox negó que se trate de "espionaje político" y aseguró que la red de agentes tiene justificada su presencia, por seguridad, para anticiparse a la comisión de delitos. (Fuente: Reforma, 16 de mayo de 1999.) – |