¿un huevo o un soneto?… No te asombre
que mi hambre de poeta y mi hambre-hambre
se sumen en un único calambre
Ulalume González de León
Desde el muro que es a un tiempo cárcel e imperio, Humpty Dumpty ve llegar a Alicia con una mezcla turbia de esperanza, entusiasmo y sorna que se desborda cuando nota que la niña sabe con exactitud quién es él. Pagado de sí mismo, le pide anunciar “su nombre y su asunto” y en cuanto escucha lo primero, rompe en burlas:
“¡Vaya nombre más estúpido! ¿Qué significa?”
Alicia pregunta, desconcertada, si acaso un nombre debe, necesariamente, significar algo.
“¡Pues claro que sí! El mío significa la forma que tengo… y, como puedes ver, es una forma muy hermosa. Pero con ese nombre que tienes, ¡podrías tener prácticamente cualquier forma!”
Alicia respira profundamente, porque desea ser educada y porque cree que todo puede arreglarse con buenos modales. Pero en lo que se refiere a Humpty Dumpty, es bien sabido que ni todos los caballos ni todos los hombres del rey podrían recomponerlo: cuando un personaje semejante asegura tener posesión sobre los mecanismos de producción de sentido, no hay mucho más que hacer.
Pobre Alicia. Lo que hay que tolerar al otro lado del espejo.
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She replied–“Ulalume–Ulalume!–
‘T is the vault of thy lost Ulalume!”
Edgar Allan Poe
Imaginemos una variación libre de la misma escena. El mismo personaje está en el muro, pero la visitante es distinta y porta otro nombre: Ulalume. Vaya que ese sería un nombre que interesaría a Humpty Dumpty. Una persona llamada así no podría tener prácticamente cualquier forma, ¿o sí?
Octavio Paz daba fe de ello, aunque llevaba la premisa más allá de lo aceptable: “Pobre Ulalume: así la bautizaron su mamá y su papá, dos ilustres poetas uruguayos. Ella lleva el nombre con tranquilidad, no se sabe si por resignación o por inconciencia.”
((Carta de Octavio Paz a Charles Tomlinson, 31 de agosto de 1973. Incluida en “En la mirada de Ulalume González de León” en el sitio Zona Paz.
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Por supuesto que podemos imaginarlo diciendo eso y esbozando enseguida su sonrisa a medias, dejándose afectar por los recuerdos compartidos con la dama en cuestión: Ulalume (quien todavía firmaba Ibáñez Iglesias) habría asistido a la embajada de México en París para conocerlo y estaría orbitando los espacios generados por Paz hasta que, después de enviarle al poeta su libro de cuentos A cada rato lunes, fue invitada a colaborar en Plural con la misión de traducir un clásico del nonsense literario: “La caza del Snark”, de Lewis Carroll.
¿Tiene un minuto para hablar del nonsense literario?
Cada comunidad lingüística tiene su sentido común y, por lo tanto, incluye su paquete completo de reglas para romperlo: cada vez que esto ocurre aparece el nonsense (contrasentido, sinsentido, disparate, antinatura, ruptura, insensatez…), una etiqueta provisional del lenguaje que transforma la comunidad en la que se generó y funda nuevos territorios de significación. En la literatura, la subversión del sentido común es, como dice la teórica Susan Stewart, “un error cometido a propósito”
((Susan Stewart, Nonsense: Aspects of intertextuality in folklore and literature, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1989, p. 205.
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y, por ende, es una actividad crítica por sí misma. El nonsense representa un campo en el que es posible imaginar otros procedimientos interpretativos, otras manufacturas y otros entendimientos.
Desde Edward Lear y Lewis Carroll, considerados los “padres” del nonsense literario con A book of nonsense y Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, respectivamente, se ha formado toda una corriente de pensamiento alrededor de esta etiqueta del discurso y se ha llegado a noconclusiones muy interestantes; por ejemplo, que cada lengua tiene sus formas de construir nonsense y este va modificándose a partir de las convenciones tomadas desde un sentido común específico, construido sobre las normas de un contexto determinado. Así, una de las disciplinas que más ha aportado a esta perspectiva es la traducción, que se dimensiona como adaptación cultural, como puesta en juego de horizontes lingüísticos y vitales: como autoría.
Esto deriva en que las autoras y autores que traducen nonsense a sus lenguas suelen ser muy vocales respecto a los hallazgos que esto les ha generado. Entre más nonsense presenta el texto a traducir, más interesantes son las decisiones de la traductora o traductor y esto nos ha regalado reflexiones maravillosas. Entre quienes han ejercido este nobilísimo oficio en castellano están: María Elena Walsh, César Aira, Sergio Cueto, Natalia Biancotto y, por supuesto, Ulalume González de León.
He aquí que todos los caminos llevan a Ulalume.
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Era la parrillhora y los flexiosos tovos
en el cesplejos giroscopiaban, virbrhoradaban.
Frivoserables estaban los borogovos
y los verchinos telehogariados relinchiflaban.
Lewis Carroll, traducción de Ulalume González de León
En el número 2 de Plural fue publicada la traducción de “La caza del Snark” acompañada por el texto “Con la venia de Carroll”, en el que González de León nos traduce también el contexto de la escritura carrolliana y explica la manera en que abordó cada elemento para hacerle un lugar en el nonsense del castellano. Si Tomás Segovia, editor de Plural en aquel tiempo, consideraba que la traducción se sienta a la mesa con la autoría, Ulalume lleva esto a sus últimas consecuencias porque el universo del Snark, del Bandersnatch y del Jubjub le exige ocupar esa mesa con su propia fiesta del té; sin esa potencia creadora, más que recreadora, no es posible traducir textos de tal naturaleza.
Porque Ulalume no es una Alicia. No es la niña exploradora que toma el té con Octavio Paz y resuelve los acertijos de José Emilio Pacheco. No está perdida al otro lado del espejo, a merced de la Reina Roja o esperando que el sueño termine, no: Ulalume es más una Humpty Dumpty, sentada por voluntad propia en el frágil muro interlingüístico, decidiendo la pertinencia o impertinencia de cada nombre y arrogándose el derecho irrenunciable de inventar lo que sea necesario para que el mecanismo funcione, así tenga que haber nocumpleaños o cintucorbatas.
Por si no me creen, ella misma se refiere a esta vena humpty-dumptyana:
No voy a discutir cómo se traduce nonsense, ni si el absurdo tiene o no sentido. A la manera de Humpty Dumpty, voy a querer que “nonsense” designe exclusivamente a los poemas en que cuajó, con Lear y con Carroll, la expresión del absurdo […] Respecto a las manifestaciones anteriores a él, el nonsense representa una toma de conciencia del absurdo como valor absoluto; y se diferencia de las posteriores en que su único propósito consiste en no tener propósito […] Es total libertad de expresión, ya que en su falta de propósito nada lo expone a presiones estéticas o filosóficas, morales o sociales.
((Ulalume González de León, El riesgo del placer, Ciudad de México, Era, 1978, p. 118.
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En El riesgo del placer Ulalume recoge los textos publicados en Plural en 1971 y 1976; además de “La caza del Snark”, se incluye su versión del “Jabberwocky” y otros poemas nonsense que le permiten, como traductora, ahormar a su entero gusto los zapatos de Carroll. En ese mismo libro hay también un capítulo inédito de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y cuenta que fue el propio Octavio Paz quien le avisó vía telefónica que ese capítulo saldría a la luz. Para Paz, al parecer, la misión de Ulalume era ser portadora de nonsense y eso también se extiende por todas sus otras escrituras, porque la concepción ulalumiana de la literatura está atravesada por la potencialidad y el juego: “La poesía altera la costumbre, obliga a pensar fuera de las categorías lógicas, es una amenaza para la seguridad. Y muchos prefieren la seguridad al riesgo del placer: prefieren entender.”
((Ibid, p. 13.
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Rómpete los nudillos contra la piedra dura
El cuento ha terminado
Ulalume González de León
Edgar Allan Poe escribió en 1847 el poema por el cual seguramente Sara Iglesias y Roberto Ibáñez bautizaron así a la segunda de sus hijas, que posteriormente haría uso de su licencia nonsense para tomar el apellido de Teodoro González de León al casarse con él y seguirlo usando aun después de divorciada. En el texto de Poe, “Ulalume” es un cuerpo en una tumba, apenas nombrado, que atormenta al poeta y a su psiquis. Cuando Paz atribuía a “resignación o inconciencia” la tranquilidad con que miraba a la escritora portar su atípico nombre, probablemente estaba pensando en la “pálida Ulalume” de Poe, la que solo existe en función de un hombre y sus recuerdos. Pero la Humpty Dumpty de la literatura mexicana
((Digo “literatura mexicana” como mero juego humptydumptyano, porque Ulalume reconocía a Uruguay como el sitio de sus primeras veces y a México, de las segundas; pero, más allá de eso, rechazaba abiertamente que la nacionalidad de las autoras y autores fuera determinante para la literatura. Ambas declaraciones pueden encontrarse en la entrevista que concedió a Elena Poniatowska en 1971 y que fue publicada en 2009 en el sitio web de La Jornada, tras la muerte de la poeta, con el título “Pavana para Ulalume González de León (1932-2009)”.
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tenía, por supuesto, otros datos.
La obra de Ulalume González de León ha suscitado diversos comentarios
((Varios de estos se pueden leer en la nota del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura titulada “Ulalume González de León, la renovadora del movimiento simbolista”.
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sobre el manejo del lenguaje como elemento plástico y la construcción de imágenes que oscilan entre la extrañeza y la luminosidad. Hoy día, más que pensarla como renovadora del movimiento simbolista, es quizá su figura como traductora/médium del nonsense literario la que nos puede dar la clave para leerla también en su escritura autónoma: su único propósito es no tener propósito, alterar la costumbre, amenazar la certeza. La forma de Ulalume es el riesgo del placer.
Y, como puedes ver, es una forma muy hermosa.~