En noviembre de 2018 el mundo de la narrativa grรกfica se vistiรณ de luto con la noticia de la muerte de Stan Lee, el imbatible genio creativo de Marvel Comics y por ende responsable de buena parte de la educaciรณn sentimental de varias generaciones de lectores. Meses antes otra noticia, esta celebratoria, recorriรณ el mismo mundo para sacudirlo: Sabrina, segunda obra de Nick Drnaso luego de su aclamada Beverly (2016), se convertรญa en la primera novela grรกfica de la historia en ser nominada al prestigioso Premio Man Booker, uno de los escasos galardones literarios que todavรญa merecen respeto. Como era de esperarse, la nominaciรณn causรณ una polรฉmica que se ventilรณ sobre todo en las redes sociales, donde la britรกnica Joanne Harris, autora de Chocolat (1999), saliรณ en defensa del gรฉnero con un listado de diez puntos entre los que habรญa una declaraciรณn breve pero contundente: โLas novelas grรกficas son novelas.โ En otro punto Harris abundaba: โLas novelas grรกficas contienen mayor diversidad, inclusiรณn e innovaciรณn que cualquier otra zona de la literatura mainstream. Los novelistas grรกficos se atreven a contar las historias que otros escritores de ficciรณn a veces pueden considerar demasiado desafiantes.โ Este atrevimiento es patente justo en Sabrina, donde Nick Drnaso despliega con virtuosismo un gran abanico de tรฉcnicas narrativas para entregar la radiografรญa inclemente pero precisa de una sociedad devastada por sus hรกbitos de consumo mediรกtico. Cuarenta aรฑos despuรฉs de que el brillante Will Eisner comenzara a popularizar el concepto de novela grรกfica a travรฉs de A contract with God y Life on another planet, obras publicadas en 1978 โEisner desarrollarรญa y justificarรญa el concepto en su libro Graphic storytelling and visual narrative, aparecido en 1996โ, la nominaciรณn de Sabrina vino a revalidar la importancia de una forma de narrar que expande y ramifica el camino abierto por pioneros como Stan Lee y el propio Eisner y seguido por autores de la talla de Neil Gaiman, Frank Miller, Alan Moore, Art Spiegelman y un extenso etcรฉtera.
Uno de los primeros entusiastas que ponderaron las mรบltiples virtudes de Sabrina, por mucho uno de los mejores libros de 2018, fue Adrian Tomine, uno de los exponentes mรกs destacados de la narrativa grรกfica contemporรกnea, cobijado al igual que Nick Drnaso por el sello editorial canadiense Drawn & Quarterly. Nacido en Sacramento, California, en 1974 y radicado actualmente en Brooklyn, Tomine empezรณ su carrera cuando tenรญa apenas diecisiete aรฑos a travรฉs de Optic Nerve, serie de minihistorietas que รฉl mismo publicaba y que en 1998 se compilaron en un solo volumen titulado 32 stories: The complete Optic Nerve mini-comics. En estos relatos veloces e incisivos ya estรก presente el estilo que el autor depurarรญa con el tiempo y en el que se nota la influencia benรฉfica del realismo sucio practicado en especial por Raymond Carver, aunque trasladado al contexto de una juventud marcada a fondo por la anomia y el extraรฑamiento en una รฉpoca en que campea la narcosis tecnolรณgica. Gracias a esta ediciรณn que estrechรณ su vรญnculo con Drawn & Quarterly โel sello ya habรญa lanzado siete nรบmeros de Optic Nerve que terminaron por agotarseโ, Tomine tuvo una mayor proyecciรณn que le permitirรญa ser fichado por The New Yorker como uno de sus ilustradores de planta โha realizado decenas de portadas para la revistaโ y llamado por bandas como The Crabs, Eels, The Softies y Yo La Tengo para contribuir con material grรกfico para sus รกlbumes. La firma del autor es plenamente reconocible en los distintos medios en que trabaja: una identidad visual que aรบna el cuidado en los rasgos de los personajes con el detalle en los ambientes donde estos se desenvuelven. Para Tomine es esencial enmarcar a sus criaturas en entornos con los que el lector logre empatizar.
Esos entornos bien perfilados constituyen el escenario idรณneo para el desdibujamiento paulatino de los seres solitarios que vagan por Sleepwalk and other stories (1998) y Summer blonde (2002), magnรญficos conjuntos de cuentos grรกficos en los que despunta la habilidad de Tomine para transmitir la falta de comunicaciรณn en nuestra era hipercomunicada. El sonambulismo al que alude el tรญtulo del primer libro deviene en un trastorno existencial que afecta en diferentes grados a todos los personajes: del cumpleaรฑero abรบlico de โSleepwalkโ, que trata en vano de reactivar una relaciรณn amorosa, al acosador frustrado de โSummer blondeโ, incapaz de establecer un contacto normal con las mujeres; del adolescente marginado de โFourth of Julyโ, cuya alienaciรณn se agudiza debido al divorcio de sus padres, a la veinteaรฑera desempleada de โHawaiian getawayโ, relato con el que Tomine aborda tangencialmente el choque de la cultura asiรกtica โa la que pertenece por ascendenciaโ con la estadounidense. Este choque es tratado de manera frontal en Shortcomings (2007), esplรฉndido debut del autor en terreno novelรญstico que sigue las peripecias de Ben Tanaka, propietario de una pequeรฑa sala de cine en Berkeley, California, que lidia tanto con el hecho de ser un descendiente de japoneses que se siente atraรญdo por la raza blanca como con la ruptura con su pareja, Miko Hayashi, que se muda a Nueva York para probar suerte personal y profesional. La ironรญa fina y por momentos lacerante que anima Shortcomings es palpable en Scenes from an impending marriage (2011), donde Tomine acude a su diario รญntimo para ofrecer una crรณnica sagaz de los meses previos a su boda, y se decanta en los seis cuentos que integran Killing and dying (2015), donde el autor alcanza una admirable madurez como narrador. Aunque se adivina en libros anteriores, el espรญritu carveriano tiene una presencia particularmente fuerte en Killing and dying: estรก en el padre viudo que busca reforzar el nexo con su hija fascinada con la stand-up comedy (el relato que bautiza el volumen), en la chica que al ser confundida con una estrella porno de internet atestigua la fractura de su cotidianidad (โAmber Sweetโ), en la pareja disfuncional unida por el beisbol (โGo Owlsโ), en el sujeto que intenta revivir su antigua vida en el departamento ocupado ya por alguien mรกs (โIntrudersโ), en esos finales abiertos y por lo general desesperanzadores que nos dejan con un regusto amargo en la boca. Sustentadas en una enorme destreza grรกfica, las narraciones de Adrian Tomine recortan en recuadros una soledad con la que nos podemos identificar porque es la soledad que experimentamos dรญa con dรญa en esta รฉpoca en que nos hallamos mรกs engaรฑosamente acompaรฑados que nunca. ~
(Guadalajara, 1968) es narrador y ensayista.