Apuesta por el gran relato

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Leonardo Valencia
La escalera de Bramante
Bogotรก, Seix Barral, 2019, 640 pp.

 

Dos rasgos distinguen a primera vista La escalera de Bramante de Leonardo Valencia (Guayaquil, 1969). El primero ataรฑe a la extensiรณn: una novela de seiscientas pรกginas es infrecuente en los catรกlogos del siglo XXI y parece mรกs propia del realismo decimonรณnico europeo o de los afanes latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Un furor balzaciano sobrevuela la tentativa de resumir tres dรฉcadas de historia y trocar la sociologรญa del matrimonio de La comedia humana por la insรณlita teorรญa de los cuyes que estrella todo cosmopolitismo en tipificaciรณn nacional. Las articulaciones entre la dimensiรณn ecuatoriana y la europea โ€“compendiada en recorridos por Quito y cruces constantes del Jardin dโ€™Acclimatation parisino o panorรกmicas desde el departamento barcelonรฉsโ€“ aproximan el libro (tambiรฉn por su volumen) a la Rayuela cortazariana, dividida entre โ€œel lado de aquรญโ€ y โ€œel lado de allรกโ€. Y en el origen del relato, el encuentro escolar de un transplantado de la costa y un serrano criado en embajadas recuerda los avatares del liceo militar en La ciudad y los perros, aunque prescinde de las novatadas de los alumnos mayores para preferir la inclemencia tรฉrmica por la cual Raulito se volviรณ friolento al lanzarse por primera vez a la pileta del Mejรญa.

El otro aspecto sobresaliente es la constante apelaciรณn a elementos plรกsticos. Tal apuesta, dentro de la literatura latinoamericana, resulta mรกs inmediata que las anteriores. Baste recordar el Trรญptico de la infamia del colombiano Pablo Montoya, que recupera a comienzos de este siglo a tres pintores vinculados con la representaciรณn americana. Pero mientras el texto de Montoya se empeรฑa en trasladar verbalmente las imรกgenes โ€“ejercicio de รฉkphrasis arrebatado a la poesรญa modernista para instalarse definitivamente en la narrativaโ€“, Valencia decide hacer de La escalera de Bramante una novela con ilustraciones que trasuntan su erudiciรณn artรญstica. La dimensiรณn grรกfica se impone desde la pรกgina inicial en que aparecen los pies situados a cada lado de la lรญnea del Ecuador hasta el capรญtulo final que describe el diseรฑo del museo autodegradable para las obras del pintor Kurt Landor, pasando por la historia de Nastagio degli Onesti que consta en el Decamerรณn, reproducida a partir de los cuadros apaisados en que la resumiรณ Botticelli. En ellos, la reiteraciรณn de los รกrboles del bosque y la repeticiรณn circular de los hechos proveen la fisonomรญa inequรญvoca de lo infernal e introducen el atributo siniestro que impregna el fondo del relato.

La novela se desplaza entonces desde la lรญnea recta que grafica sobre el plano la circunferencia del Ecuador hasta el cรญrculo que divide el sector cรณncavo del convexo en la escalera por la que se accede a la iglesia quiteรฑa de San Francisco, pero el tรญtulo de la narraciรณn y la complejidad de una trama plagada de coincidencias, sobreentendidos, casualidades remotas y desapariciones inquietantes revelan que la estructura estรก dominada no por la recta ni el cรญrculo, figuras tranquilizadoras que recortan planos precisos, sino por la elipse, figura de trastorno que expulsa la simetrรญa provista por un centro fijo para introducir el carรกcter ominoso del desorden. El texto de Valencia sostiene una historia enjundiosa, prรณdiga en pliegues y repliegues, que antes que a la sosegada planificaciรณn del Renacimiento se lanza a las sobresaturaciones barrocas. La referencia a la escalera inaudita de Bramante, que desaparece de la Roma en que fue diseรฑada para alzarse en el centro histรณrico de Quito, es una premoniciรณn del Barroco hispanoamericano cuya presentaciรณn escandalosa e irresistible trazรณ Josรฉ Lezama Lima en los aรฑos cincuenta, no con la precisiรณn del teorema sino con la extralimitaciรณn de las correspondencias alucinadas.

El inicio de la novela declara el consorcio que domina la narraciรณn, entre el grafismo de los pies que anticipa sucesivas referencias a las artes plรกsticas e, inmediatamente, la presencia de la Baba-Yaga de los cuentos folclรณricos, que insiste en el valor de la oralidad y en lo que Vladรญmir Propp bautizรณ โ€œmorfologรญa del cuentoโ€. Al segmento visual corresponden Landor โ€“cuya preceptiva de realismo anticonvencional sostiene que para pintar carne hay que eliminar el color rojoโ€“, las โ€œcantuรฑasโ€ de Raรบl Coloma โ€“que se aferran a la leyenda del pacto fรกustico del artista indรญgena Francisco Cantuรฑa y confรญan en que el รบnico destino posible para las piedras intervenidas con derrames de oro es devolverlas al fuego reintegrador del volcรกn Pichinchaโ€“ y las telas monocromas y casi secretas de รlvaro Abugatรกs. En el segmento oral acuden los relatos familiares, los diรกlogos de los jรณvenes Raulito y el Cรณnsul y las sesgadas alternativas de la guerrilla. La narraciรณn se desgrana entonces en torno a la militancia revolucionaria de Laura, quien transfiere su identidad a un cรบmulo de heterรณnimos recogidos en el capรญtulo โ€œLas troyanasโ€ antes de adoptar el seudรณnimo de Karla, y los informes inconcebibles de Taltibio, en los que la profusiรณn de detalles y una indisimulable voluntad estรฉtica filtran el amateurismo organizativo de los movimientos latinoamericanos.

Manejo envolvente de la prosa, atenciรณn obsesiva a los detalles que permite engarzar todos los datos y elementos dispersos, no con rigor ordenancista sino con voluntad incantatoria, son apenas algunos de los recursos que emplea Valencia en La escalera de Bramante. La novela necesariamente โ€“justificadamenteโ€“ voluminosa, que desafรญa los apotegmas simplificadores del posmodernismo y confรญa no solo en el gran relato sino en un ensamblaje de sentidos, es la estrategia narrativa que apuntala la tesis de Robert Desnos, cuya presencia imaginaria en la vida de la atormentada Dora Lerner fuera un destello de lucidez tan desesperada como el fulgor que acosa y consume a los personajes: โ€œLos discรญpulos de la luz solo inventaron tinieblas.โ€ Lo que equivale a admitir que en toda idea que destella late la destrucciรณn, a veces planificada como en el museo Landor, otras veces inevitable como en la enajenaciรณn de Coloma, finalmente resignada como en el fracaso del sujeto europeizado que solamente encuentra hospitalidad en la convulsiรณn del Ecuador finisecular. ~

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es doctora en letras por la Universidad de Buenos Aires. Es autora, entre otros libros, de La seducciรณn de lo
diverso. Literatura latinoamericana comparada (Interzona, 2015)


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