Artaud en La Habana

Hasta hace unos aรฑos se tenรญan pocas pistas de cinco textos que Antonin Artaud habรญa publicado en una revista cubana. Han aparecido gracias a la curiosidad bibliogrรกfica de un investigador. Ofrecemos a los lectores una de esas piezas recuperadas.
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ยฟExiste un Artaud cubano, un Artaud con algunas reflexiones sobre la isla, sobre el proceso polรญtico o literario o metafรญsico que en los aรฑos treinta se estaba gestando en el paรญs, un Artaud del trรณpico?

Decir sรญ serรญa temerario, ya que salvo en algunas cartas Artaud no menciona a Cuba, o a su ciudad letrada โ€“la cual siempre lee desde la posibilidad de agenciarse algรบn dineroโ€“, o a su enclave social o religioso. Enclave que, como bien reconoce Carpentier en โ€œEl Artaud que yo conocรญโ€, lo hizo, ademรกs de conocer de primera mano algรบn bembรฉ (fiesta religiosa afrocubana) y asistir a algรบn evento, el de la Asociaciรณn de Amigos de Mรฉxico, por ejemplo, del que nos ha llegado hasta hoy una foto, lo hizo, repito, atesorar una especie de amuleto que lo acompaรฑรณ hasta su muerte.

En La Habana, conociรณ tambiรฉn a un hechicero que le habรญa entregado una pequeรฑa espada de Toledo, especie de talismรกn cubano. Me mostrรณ este curioso objeto a su regreso, y mi madre, que vivรญa conmigo, extendiรณ la mano para tocarlo. Recuerdo que tuve que retener su brazo, explicรกndole que el objeto solo podรญa ser tocado por su dueรฑo, una explicaciรณn que Artaud aprobรณ calurosamente. 

((Alejo Carpentier, โ€œEl Artaud que yo conocรญโ€, en Pedro Marquรฉs de Armas, Artaud en La Habana. Textos inรฉditos y olvidados.
))

En este amuleto, el autor de Heliogรกbalo o el anarquista coronado no solo veรญa una protecciรณn, sino un โ€œmundoโ€ aรบn no infectado por el humanismo (ese que deja fuera todo lo que no sea cirugรญa o materia), por la ramplonerรญa mercantil de Occidente.

Sin embargo, ยฟde dรณnde sale este Artaud ahora investigado por Pedro Marquรฉs de Armas y editado por Casa Vacรญa a finales de 2019: Artaud en La Habana. Textos inรฉditos y olvidados, este Artaud meteorito, este Artaud que habla de teatro y manifiestos e indios y toros, este Artaud de museo?

Como ya sabรญamos, el escritor francรฉs llegรณ a la capital de Cuba de camino a Mรฉxico el 30 de enero de 1936 a bordo del โ€œvapor francรฉs San Mateo de la Trasatlรกntica francesaโ€ (hasta ahora se creรญa que habรญa llegado en otro barco pero Marquรฉs de Armas demuestra en su libro este error) y durante los cinco dรญas que dura su estancia antes de embarcarse a Veracruz tiene tiempo de asistir a algunas reuniones o cocktails, ademรกs de firmar una suerte de contrato con la revista Grafos, para publicar algunos textos a lo largo de esos meses. Textos a los que habrรญa que sumar โ€œLa eterna traiciรณn de los blancosโ€, publicado en noviembre de aquel mismo aรฑo en la revista Carteles, una de las mรกs populares de la Cuba republicana.

Pero, aparte de โ€œLa eterna traiciรณn de los blancosโ€, donde resume uno de sus temas habituales (โ€œEl tรฉrmino โ€˜humanismoโ€™ no significa otra cosa, en realidad, que una abdicaciรณn del hombre. En los mitos divinos el hombre es el igual de la Naturaleza a la que comprende sintรฉticamente…โ€) y coincide con el breve regreso de Artaud a la isla antes de continuar a Europa, ยฟcuรกles son estos textos que hasta la llegada de esta investigaciรณn estaban desaparecidos y aquรญ se restituyen por primera vez a su canon?

Serรกn cinco: โ€œManifiesto del teatro de la crueldadโ€, โ€œEl teatro en Mรฉxicoโ€, โ€œLa corrida de toros y los sacrificios humanosโ€, โ€œPintura rojaโ€ y โ€œLos indios y la metafรญsicaโ€. Todos estos artรญculos โ€“menos โ€œPintura rojaโ€, dedicado a la obra de su amiga la pintora Marรญa Izquierdo, y del cual Artaud atesoraba el recorte sin indicaciones y por lo tanto se desconocรญa su origen, y โ€œManifiesto del teatro de la crueldadโ€, retraducido a posteriori ya como parte del conocido libroโ€“ estaban perdidos en el limbo bibliogrรกfico producto de un error de transcripciรณn en el nombre de la revista que los habรญa publicado y que arrastraba Paule Thรฉvenin, editora de las obras completas de Artaud.

Escribe Pedro Marquรฉs de Armas:

un error cometido por mรญ al escribir el nombre del poeta en un buscador de internet โ€“Artud por Artaudโ€“ me proporcionรณ la pista apropiada. Involuntaria, por no decir gratuita, la errata condujo en esta ocasiรณn, gratamente, a otro error de grafรญa de esos tan frecuentes cuando se trata de nombres en otro idioma. Y fue asรญ que saltรณ, en una pรกgina del Diario de la Marina, la referencia a un texto publicado por Antonin Artud en el nรบmero de junio de la revista Grafos. De ahรญ a la certeza de que Gropos fue siempre Grafos, y a la sospecha de que debรญa de haber no uno sino mรกs textos de Artaud en aquella escurridiza revista, no habรญa mรกs que un paso.

[…]

Durante ochenta y dos aรฑos, estos escritos de Grafos soportaron el mรกs intricado olvido. Se trata, pues, de los sobrevivientes de un archivo que tal vez se considerรณ cerrado para siempre, como si la fatigada conclusiรณn de la editora de Gallimard sobre las โ€œgrandes dificultadesโ€ para hallarlos, se hubiera vuelto, en รบltima instancia, una lรกpida. Sorprende que ninguno de los investigadores especializados en Artaud, que serรญan legiones a partir de los aรฑos ochenta, se haya planteado viajar a Cuba a la procura de tales textos.

Estos textos โ€“todo hay que decirloโ€“ tampoco descubren a un Artaud nuevo, inexplorado, un Artaud que se hubiera vuelto trunco por alguna razรณn, tal y como ocurre tantas veces en la vida de los escritores, y ahora saliera a flote.

No.

El Artaud de estos cinco textos, publicados en la colecciรณn de Grafos de 1936, es, como en gran parte de sus escritos, uno obsesionado por el no lรญmite, por las โ€œdisonanciasโ€ que debรญan existir entre representaciรณn y pรบblico, por la vida que representaba en sรญ misma la crueldad. Artaud llevaba ya algรบn tiempo trabajando en esa teorรญa teatral, no estรก de mรกs recordarlo, pero la da a conocer en espaรฑol en esta visita a Cuba, cuando se traduce y se publica por primera vez en una revista. El hecho, entre otras cosas, servirรก a los investigadores para completar ese archivo (necesario) del teatro de vanguardia en la regiรณn.

Los textos muestran tambiรฉn un Artaud traspasado por lo agรณnico, por la lucha atรกvica, delirante, capicรบa entre hombre y animal (Marquรฉs de Armas apunta que la โ€œnecesidad innata de representaciรณn, y de representaciรณn hasta el crimen, […] es uno de los resortes mรกs activos y poderosos del alma humanaโ€). Un Artaud obseso por lo muerto. Y digo esto no porque haya ultimado a alguien (el marsellรฉs pasรณ hambre toda su vida, asรญ que posiblemente ni siquiera habrรญa tenido fuerzas para clavarle su espada-amuleto al primer loquito de turno), sino porque desarrollรณ una singularidad o una escritura precisamente allรญ donde los demรกs se asfixiaban.

Y, como ya sabemos a esta altura, esa singularidad no solo pasaba por un estilo alucinado, farmacolรณgico, etnohistรฉrico, de actor de cine mudo, sino por la psicosis y las fascinaciones. Fascinaciones que lo hacรญan entender lo actual como un virus (el virus de lo โ€œpuramente utilitario e interesadoโ€) y a las โ€œmรกs de cien razas de indios en Mรฉxicoโ€ como la โ€œfuerza y la intensidadโ€ suprema del espรญritu. Asรญ lo muestra mรกs tarde en su Viaje al paรญs de los tarahumaras y en algunos de los artรญculos y cartas que envรญa a Jean Paulhan desde Mรฉxico.

Artaud en La Habana se complementa con los tres textos que Alejo Carpentier escribiรณ sobre su amigo โ€“uno de ellos desconocido hasta ahora en espaรฑolโ€“ y con las fotos y recortes de prensa que la visita del autor de Le pรจse-nerfs produjo en la isla.

ยฟQuedarรก algo aรบn sin saber del mรกs loco de los habitantes del gran prostรญbulo de Ruth, como escribiรณ en uno de sus textos Luis Cardoza y Aragรณn?

Todo, habrรญa respondido el mismo Artaud, clavando sus manos contra el cielo y llorando.

Todo, todo, todo, antes de regresar a su cama y abrazar su zapato. ~

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