Orbe indiano, de David A. Brading

“Orbe indiano”, del historiador británico David A. Brading es un estudio colosal y original de los sucesos acaecidos desde 1492 hasta el fusilamiento de Maximiliano.
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Esta sección dedicada al rescate de la revista dirigida por Octavio Paz recupera esta reseña sobre uno de los libros capitales del recién fallecido historiador, la cual se publicó en el número 186 de Vuelta, de mayo de 1992.

Con la aparición de Orbe indiano de David A. Brading el lector gana una amistad que perdurará durante varias generaciones. Para quienes amamos nuestra historia americana, Brading ha compuesto una auténtica enciclopedia británica, cuyo poder de síntesis e imaginación expresiva hubieran complacido a un Borges.

El rigor intelectual y la honra académica acompañan a Brading desde sus primeros libros. Desde la puerta estrecha de las universidades no parecía necesaria una suma para gentiles como el Orbe indiano. Pero a contracorriente de la especialización sectaria tan frecuente en la historiografía y las ciencias sociales, Brading escribe una obra colosal, tan clara como el mejor de los mapas y grandiosa como una nave a las órdenes de un almirante del mar océano de la Historia.

Brading no se detiene en la necia disputa sobre la legitimidad del descubrimiento o encuentro de las Indias y de su ulterior conquista. Él sabe, como Tácito, que la historia es un río de sangre que no cesa y que el historiador debe navegar sobre esas aguas. Tan odiosos me parecen los actuales mexicanos, todos de apellido Pérez o González, que se disfrazan de indígenas para corear “Colón al paredón” como sus primos ibéricos que se vanaglorian de haber impuesto la fe católica a millones de idólatras nativos. Hace poco Octavio Paz nos deleitó con la ucronía que narra el desembarco de Axayácatl en la bahía de Cádiz en 1519. Hay que admitir, con Brading y Paz, que el mundo es precisamente un orbe desde esa fecha. La historia no se festeja, se analiza y se critica. Y si de celebraciones se trata cabría brindar con Álvaro Mutis por la notable hazaña náutica de Cristóbal Colón.

Escribiendo la vida del orbe indiano desde 1492 hasta el fusilamiento de Maximiliano en Querétaro, Brading no solo reafirma la metódica erudición del historiador sino hace gala de enormes poderes narrativos que incluyen una ética del equilibrio político, un conocimiento nada superficial de la disputa teológica y un panorama rico en observaciones sociales y económicas. Es difícil imaginar a un historiador tan entero y convincente como David A. Brading.

Orbe indiano es una formidable galería biográfica. No me detendré en las pinceladas de Colón y Cortés, de Pizarro y Atahualpa, de Moctezuma y Alvarado, sino en sus personajes aparentemente menores que Brading resucita. Imaginando al museo, una primera estancia nos muestra los ojos profundos, ya en el amor o en el odio y siempre en la búsqueda de la verdad, de los ilustres antepasados del propio Brading, desde Pedro Mártir de Anglería hasta Clavigero, pasando por William Prescott. Después, sin olvidar a Torquemada o al Inca Garcilaso, está el indispensable Fernando de Alva Ixtlilxóchitl o el misterioso peregrino de los Andes, Guamán Poma.

En la sala de los virreyes y los obispos basta con la ejemplar relación que se hace de Juan de Palafox y Mendoza en la Nueva España o de Francisco de Toledo en Lima. No quisiera ofender la exactitud historiográfica con la que Brading procede invariablemente, pero dentro del impecable marco histórico de Orbe indiano también se puede reconocer la habilidad artística del biógrafo que sintetiza con la elegancia de un Lytton Strachey.

El nacimiento y las contradicciones jamás resueltas del patriotismo criollo es una de las pasiones de Brading. Tras la formidable paradoja histórica de que hayan sido las tropas napoleónicas las que en 1808 remataron las frustradas reformas borbónicas, Brading retrata a Mier y Simón Bolívar, a San Martín o Sarmiento, viviendo la aparatosa circunstancia de fundar repúblicas criollas sobre las ruinas americanas del Imperio español.

Reseñar una obra como Orbe indianoDe la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867 no es justo para el lector. Ante la magnitud del mural, tan digno de la tradición indiana como de la escuela histórica anglosajona, solo cabe invitar al viaje, advirtiendo al lector que en la nave comandada por Brading tiene una enorme biblioteca flotante para cruzar cuatro siglos en una nueva hazaña náutica.

Creo que, cuando los siglos pasen, uno de los grandes historiadores indianos del nuestro será David A. Brading y encontrará su lugar junto a quienes no habiendo sido testigos de los hechos los miraron como un conjunto abigarrado y complejo pero discernible en el dilatado horizonte espiritual del orbe. Brading pertenece a la familia de los eternos descubridores de las Indias y Orbe indiano es una nueva y majestuosa sinfonía del Nuevo Mundo. ~

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es editor de Letras Libres. En 2020, El Colegio Nacional publicó sus Ensayos reunidos 1984-1998 y las Ediciones de la Universidad Diego Portales, Ateos, esnobs y otras ruinas, en Santiago de Chile


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