Cómo se hacen unas memorias (políticas)

‘Próspero viento’, de Andrés Trapiello, es una autobiografía centrada en aquellas experiencias que han ido moldeando las ideas políticas del autor.
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Hace unos años, el escritor Andrés Trapiello publicó un libro delicado y memorable –La fuente del encanto– que exploraba la importancia que ha tenido la poesía en su vida. En Próspero viento, el autor aborda algo que en principio sería radicalmente distinto: la importancia que ha tenido en ella la política. Sin embargo, Trapiello aclara que este libro está “sacado de una de las costillas” del anterior. Y, efectivamente, no estamos ante una obra que se ajuste a lo que suele ser habitual en los libros “políticos”. Para empezar, el tono de Trapiello en estas páginas resulta notablemente sosegado. Como advierte él mismo, si el lector decide dejarlo a medio camino, no será porque le haya oído levantar la voz. Incluso cuando Trapiello inserta discursos dados en mítines o manifestaciones, el lector sigue escuchando el tono pausado, reflexivo y a ratos irónico de su celebrada serie de diarios, el Salón de pasos perdidos.

Sin embargo, esa calma narrativa convive con dos tensiones que dan a este Próspero viento un interés especial. La primera es que el libro se presenta al mismo tiempo como la exploración de un tema –la “hegemonía cultural” y la “superioridad moral” de la izquierda, según se declara en las primeras páginas– y como una suerte de autobiografía, centrada en aquellas experiencias que han ido moldeando las ideas políticas del autor. Parte de la experiencia de leer esta obra es averiguar cómo se relaciona lo uno con lo otro, o cómo ayuda lo segundo a comprender lo primero.

La inspiración aquí provendría, según explica Trapiello, de Cómo se hace una novela, obra en la que Unamuno abordó algo parecido a lo que se intenta aclarar en Próspero viento: por qué, en un momento concreto, un escritor decide desoír a quienes le recomiendan que se centre en “escribir poemas y novelas, y dejarme de políticas”. Unas “políticas” que, en este caso, han colocado en diversas ocasiones al autor en contra –aunque a menudo sin buscarlo– de las tesis defendidas por la mayor parte de la izquierda. Así, Trapiello cuenta dos historias. Por un lado, la de la relación entre cultura y política en España, desde el tardofranquismo hasta la actualidad. Por el otro, la trayectoria política e intelectual del propio autor. Algunas veces esas dos historias caminan juntas; otras, chocan en forma de discrepancias o de polémicas públicas.

La segunda tensión es una de las más habituales en los libros de memorias: qué tienen de experiencia propia e intransferible del autor, y qué tienen de testimonio de unas experiencias que también comparten otros –e incluso muchos “otros”–. La pregunta cobra especial relevancia en este caso, puesto que Trapiello tiene, por un lado, un estilo, unos autores predilectos y unos temas recurrentes –en definitiva: todo eso que se suele denominar “un mundo propio”– absolutamente definidos y particulares. Cualquier página de este libro es reconocible de inmediato como una página escrita por Trapiello, lo que quiere decir que no podría haberla escrito nadie más. Al mismo tiempo, el itinerario político que se recoge en Próspero viento no es exclusivo de su autor. O lo es en sus detalles, en los motivos concretos por los que se pasa del punto A al punto B y luego al punto C. Pero, en líneas generales, ha sido una experiencia lo suficientemente compartida como para provocar cierta polémica en los últimos años. Nos referimos a la trayectoria de muchos intelectuales –aunque está claro que son solo la parte visible de un fenómeno más amplio– que militaron en el antifranquismo, que vieron con buenos ojos los gobiernos de Felipe González, que se fueron alejando del psoe durante los años de Rodríguez Zapatero, que simpatizaron con upyd y/o con Ciudadanos, y que se han mostrado muy críticos con la política de Pedro Sánchez. Una trayectoria que a menudo ha sido denunciada por sus críticos como una “derechización” motivada por inconfesadas frustraciones personales o por simples declives vitales.

La lectura de Próspero viento cuestiona esta interpretación con notable eficacia. Lejos de exponernos a un itinerario errático y arbitrario, sus páginas dan fe de convicciones largamente sostenidas que se argumentan con gran solvencia. Entre ellas, la importancia de permanecer fiel a unos principios y no a unas siglas o a una etiqueta ideológica. Esto se ve de forma nítida al abordar la etapa sanchista, cuando la exigencia de fidelidad a las presuntas esencias de la izquierda se ha combinado –de forma algo esquizofrénica– con una gran tolerancia ante los “cambios de opinión” del psoe. Como ironiza el propio Trapiello, “nadie es facha por decir hoy lo mismo que decía el presidente del gobierno hace unos meses”. Especial reproche merecen los bandazos en la relación con los nacionalistas subestatales tras la crisis de 2017; y una aportación útil de este libro es, precisamente, mostrar cómo el proceso separatista catalán influyó de forma duradera en la relación de Trapiello –y muchos otros– con la izquierda oficial.

Otras cuestiones tienen raíces más profundas. Es el caso de los debates sobre la “memoria histórica” de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo. La opinión de Trapiello de que estar con “los vencidos” implica, sobre todo, estar con las víctimas, independientemente del bando al que hubieran pertenecido, y su reivindicación de una “tercera España” cuyos valores habrían dado sentido a la etapa democrática, son muy anteriores a la llegada de Sánchez a la Moncloa, y ya entonces causaban fricciones en el mundo cultural. En definitiva, Próspero viento no se limita a exponer las conocidas virtudes narrativas de Trapiello; también es sumamente útil para comprender la relación entre cultura y política en la España de las últimas décadas. ~


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