Desconfรญo de la tendencia reciente a la ficciรณn especulativa en la literatura latinoamericana. Saber de tantos libros que suceden en tal lugar de la regiรณn en el siglo XXI.5, en el siglo XXIII y en el siglo XXX, escuchar tantas historias sobre nuestro futuro desastroso, la preocupaciรณn por la crisis climรกtica, y las formas en que la tecnologรญa y el capitalismo depredador nos โdeshumanizanโ (no sรฉ, he de confesar, si creo en lo humano), no hace mรกs que obligarme a pensar en cรณmo el capital tiene esa magia, indicada por Mark Fisher en su libro clichรฉ, de subsumirse dentro de aquello que lo critica. Y es que no es algo que estรฉ pasando por acรก solamente: desde hace unos aรฑos, el futurismo depresivo es un staple de la literatura anglosajona, al grado de ser una de las apuestas mรกs redituables para un joven escritor, y al ver la lista de los โMejores narradores latinoamericanos menores de 35 aรฑosโ publicada hace un par de aรฑos por Granta, encontraremos a varios narradores especulativos.
Ahora bien, esto no significa mucho: un buen libro es un buen libro en cualquier gรฉnero y todos los autores de la lista son susceptibles a ser buenos, malos u horribles: solo el tiempo lo dirรก. En fin, uno de los autores de la lista, que acaba de estrenarse en el mainstream literario con una novela de ciencia ficciรณn, es Michel Nieva. El argentino de 35 aรฑos tiene ya una carrera establecida en el juego de la ci-fi latinoamericana, con dos novelas de tรญtulo ingenioso (ยฟSueรฑan los gauchoides con รฑandรบes elรฉctricos?, 2013; Ascenso y apogeo del imperio argentino, 2018) que combinan el impulso borgiano de crear mundos-otros con una intenciรณn tragicรณmica a medio camino entre Philip K. Dick y Peter Capusotto: lo suyo es satirizar la cultura argentina en su sordidez, en su poco criterio de sรญ misma, en sus contradicciones, y convertir eso en novelas delirantes que reflejan al Cono Sur en su condiciรณn metamoderna: una estรฉtica que รฉl ha llamado gauchopunk.
Estilรญsticamente, podemos reconocer los efectos que han causado en Nieva los videojuegos (en su estรฉtica mรกs generalizada), las pelรญculas de Terry Gilliam y David Cronenberg, los cรณmics, me aventuro, tanto de Junji Ito como de Alejandro Jodorowsky, y las lecturas de Alberto Laiseca, Adolfo Bioy Casares o Cรฉsar Aira. Su proyecto claramente se trata de activar sus referencias dentro de una textura propia, que permita, incluso, una dimensiรณn de tratado y de discurso polรญtico: busca ensayar la realidad contingente por medio de un palimpsesto de otras voces. En esto se parece, claro, al new weird angloparlante de Jeff VanderMeer (horrores barrocos ligados de forma inextricable a la culpa humana) y China Miรฉville (la ciencia ficciรณn en su dimensiรณn mรกs claramente polรญtica), pero el conjunto tiene algo de caos ordenado. Mรกs que a los autores que cita, refleja, aparenta o critica, Nieva suena a una imaginaciรณn en suspenso: el verdadero sentimiento que te da La infancia del mundo (asรญ se llama la novela) es el de interactuar con un niรฑo de diez aรฑos, que intenta procesar su realidad a partir de las cosas que conoce. Esto no es ocasional, porque los protagonistas de la novela son, exactamente, infantes: personas que reciben un mundo injusto, violento, horrible, como sus vรญctimas absolutas.
La novela es protagonizada por niรฑos que son lo de abajo de los de abajo, monstruos proletarios que remiten tanto a Kafka como a los mutantes que habitan la superficie de la Tierra tras la catรกstrofe nuclear en la serie de videojuegos Fallout: los desechos de la sociedad. Esto lo aprovecha Nieva para hacer sonar la crueldad infantil de los compaรฑeros de instituto, el rechazo en la calle, y mostrarnos las jerarquรญas sociales de su pampa postapocalรญptica. El lenguaje cruel de los niรฑos hace eco con la crueldad de las estructuras, de las geografรญas y de las claras divisiones sociales, pero tambiรฉn nos transmite sus limitaciones, la cierta inocencia de los tiranos que se compran todo lo que les adoctrinan, por medio de la figura de El Dulce: un bully clรกsico que es popular por tener una consola Pampatonics donde juega el rol de โIndioโ en Indios y Cristianos. Todo esto es comunicado en una prosa atrabancada, la cual, como ya ha indicado bien Jorge Carriรณn en su crรญtica, se ancla firmemente en una geografรญa especulativa, que nos lleva de la mano por un futuro en el que el mundo es una bola en llamas, excepto por Argentina, que se mantiene artificialmente como un paraรญso tropical.
Podrรญa decir mรกs cosas sobre la trama de La infancia del mundo, porque su worldbuilding es vasto y por momentos brillante, a pesar de la velocidad narrativa que nos lleva de un lugar a otro sin, muchas veces, darnos tiempo para el reposo de la imaginaciรณn. Sin embargo, me quiero detener aquรญ para pensar en lo que realmente me interesa: el libro, como todo buen libro de ciencia ficciรณn, estรก lleno de ideas. Su mirada satรญrica al sistema financiero, que abstrae y relativiza la realidad misma, su puesta en escena de la desigualdad por medio de lo monstruoso y su construcciรณn de una geografรญa especulativa son divertidas y llegan a ser retadoras, pero ยฟesto le alcanza para ser, como dice Gabriela Cabezรณn Cรกmara en la contraportada, โla mรกs contemporรกnea de las contemporaneidadesโ o, como dice Fernando Bogado, un libro escrito โsin valor, por fuera del valor, mรกs allรก del valorโ? ยฟEl libro en verdad alcanza, de alguna manera, a โtrascenderโ su naturaleza de tan repudiada โescritura de gรฉneroโ y convertirse en โuna novela de ideasโ, en un libro โimportanteโ, en โalta literaturaโ? Me parece que no, en absoluto, y tampoco tendrรญa por quรฉ.
Como la bolsa de valores, el mundo editorial en Latinoamรฉrica se mueve alrededor de una serie de abstracciones y voluntades de mercado. Si hace diez aรฑos lo interesante era escribir lo mรกs pegado a Bolaรฑo posible, un realismo sucio entintado de la exรณtica violencia subcontinental, ahora, parece, la tendencia se va hacia la especulaciรณn, gracias a las preocupaciones climรกticas y a nuestra ansiedad constante. Tambiรฉn ayuda la prominencia de escritoras como Mรณnica Ojeda y Mariana Enriquez, que han logrado separar lo grotesco y lo monstruoso en nuestra literatura de las garras del โrealismo mรกgicoโ, influyendo en una nueva generaciรณn de autores. Otro fenรณmeno importante a considerar es el impulso que generan los programas de escritura creativa al estilo estadounidense, tan fijados en el cultivo de escritores que respondan a las necesidades de un sistema acadรฉmico y crรญtico que privilegia lo coyuntural. En el fondo, una novela como La infancia del mundo es producto de este tipo de sistemas, lo sabe, y responde a lo mismo: vista desde el lente crรญtico de un estudiante del Master of Fine Arts, en ella podemos meter escrituras geolรณgicas, decolonialidad, la condiciรณn del otro y demรกs tรฉrminos rimbombantes que se convertirรกn en papers de Elsevier.
Aquรญ viene el eje de mi desconfianza: al leer un libro asรญ, desde un entramado conceptual y temรกtico dado, construimos una economรญa de lo โaltoโ en la literatura; el libro se convierte en un objeto de intercambio en la cadena de valor de โser cultoโ y, en lugar de leerlo por ser ingenioso, divertido, sardรณnico, incluso crรญtico, lo leemos por ser โimportanteโ mientras otras experiencias literarias similares, quizรก mejores, se quedan afuera de la cadena de valor por no tener los materiales estratรฉgicos, los temas clave, que alimentan el ecosistema literario. Y peor: criticar un libro que tiene estos temas clave, que obedece a lo โimportanteโ, se convierte en un sรญntoma de envidia, desdรฉn o maldad. Entonces, hay que recordar una verdad dolorosa para quienes convertimos leer libros en una personalidad: la literatura no es โimportanteโ. La literatura no va a salvar al mundo, cambiarlo, ni solucionar la injusticia y el cambio climรกtico. La literatura es un medio de expresiรณn que se comparte y, si se tiene suerte, reverbera en los otros; tambiรฉn es, aunque nos duela, un producto sujeto al mercado y, por mรกs que quiera violentar o retar los sistemas, tambiรฉn estรก imbricada en ellos. Quizรกs, el virtuosismo abstracto que nos hemos comprado no es mรกs que una forma de no criticar los sistemas de una forma mรกs interesante, si eso es lo que queremos.
Para terminar con esto, quiero compartir mi opiniรณn final sobre el libro de Nieva. Como ya he dicho, es dinรกmico, intenso, me hizo reรญr mucho, pero, aun con todo eso, dudo que sea un libro โimportanteโ. A pesar de todo lo que hace, de sus ecos del cambio climรกtico, de su imaginaciรณn caรณtica, de su sรกtira intensa, el libro encuentra un tope tremendo en su construcciรณn narrativa. Como quiere tratarse de tantas cosas, tocar tantos puntos como sea posible, la historia que nos relata termina siendo algo tan bรกsico que cabe en pocas pรกginas. En el fondo, La infancia del mundo es una ficciรณn breve, una casa minรบscula con una fachada demasiado grande, y el contenido de esa casa no es el material transgresor que quisiera tener. Al final, es una historia de ciencia ficciรณn muy familiar, una rebeliรณn de los desposeรญdos, una reiteraciรณn del potencial revolucionario de la diferencia, un juego dentro de un juego dentro de un juego. Es ficciรณn de gรฉnero, sencillamente. Es la estรฉtica y la voz que se pueden encontrar en un buen cรณmic, en un paperback amarillento, en un videojuego de rol de Obsidian. Y ademรกs, considerando la establecida y amplia tradiciรณn fantรกstica en Argentina, no es ninguna rueda reinventada. Si hubiera salido en Plaza & Janรฉs o en Minotauro, en lugar de Anagrama, no habrรญa tanto clamor crรญtico alrededor de รฉl, aunque probablemente ganarรญa mรกs dinero. ~
(Naucalpan, 1994) escribe poemas y ensayos. Su primer libro, Fracciรณn continua, fue publicado por el FOEM en 2022.